NO TE PIERDAS Clínicas de longevidad: por qué los ricos ya no quieren yates, sino vivir más

La salud no puede ser como ir de compras y volver a casa con bolsas de muchas tiendas. Debe ser un traje a medida y con mucha precaución. FOTO: Freestocks / Unsplash.

La polémica de las inyecciones de células madres

El negocio de las clínicas de longevidad: un ‘hiperhype’ no exento de de riesgos y donde no todo vale

Los ricos ya no quieren yates lujosos. Quieren mantenerse jóvenes y vivir más. El negocio de la longevidad no conoce de fronteras... ni de seguridad.

Por Salomé García Gómez

7 DE NOVIEMBRE DE 2025 / 07:30

¿Quién quiere vivir para siempre? se preguntaba Freddie Mercury en aquella canción que sirvió de tema principal para la película Los Inmortales. Si lo preguntara ahora, se toparía con un ejército de celebridades y acaudalados anónimos que cada año peregrinan a destinos tan exóticos como México, Costa Rica,  India o Tailandia para meterse en vena cócteles de células madre como reseteo del cuerpo para vivir más. La búsqueda de la longevidad se ha convertido en una forma de turismo de salud tan lucrativa como arriesgada hacia clínicas de longevidad en cualquier parte del mundo.

Porque no hablamos de masajes, dietas antiinflamatorias o el famoso PRP para reducir las arrugas del rostro. Las novísimas ‘clínicas de longevidad’ prometen alargar la vida inyectando células madre directas al torrente sanguíneo. En los últimos años se han aplicado con éxito para tratar graves dolencias osteoarticulares o leucemias en personas enfermas. Hipotéticamente, aplicadas en una persona sana deberían ser como un extra bonus de años de juventud exultante. Sin embargo, ante la falta de estudios concluyentes en este ámbito, las autoridades sanitarias de la UE y la FDA estadounidense plantean muchas restricciones a estos tratamientos. De ahí que quienes buscan la tan ansiada longevidad la busquen en destinos con una regulación menos estricta. 

En el centro de Montreux, una pequeña localidad suiza a orillas del Lago Lemán, hay una estatua del cantante de Queen. Bonita metáfora para el pueblo donde hace 90 años abrió sus puertas la Clinique La Prairie, pionera en el desarrollo de tratamientos para envejecer de forma saludable. Su actual CEO, Simone Gibertoni, se enfrenta a un panorama completamente distinto. «Ahora la longevidad es una macrotendencia, pero en 2015 no parecía preocupar a nadie. Fui pionero en utilizar esa palabra asociada a un concepto de cuidado global. Estábamos solos. Imagina lo que era dar una conferencia sobre longevidad y que acudieran solo 10-15 personas. Ahora los eventos sobre longevidad son masivos», explica desde su sede en Madrid.

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Gibertoni no tiene reparos en referirse al «hiperhype de la longevidad». La población de los países ricos envejece a pasos agigantados. Los ricos ya no quieren yates, ni aviones privados. Quieren vivir más y mejor. «Hay un mercado creciente. En los próximos 15 años tendremos 1,6 mil millones de personas de más de 60 años. Y a esto se suman avances importantísimos desde el lado de la ciencia y la tecnología. Todo esto es muy prometedor, pero hay que tener cautela ante esos mensajes de ‘te vamos a rejuvenecer 20 años’ o ‘podemos hacer que vivas para siempre», advierte.

Recientemente, el presidente ruso, Vladimir Putin, y su homólogo chino, Xi Jinping, bravuconeaban con llegar a cumplir los 150 años a base de reprogramación celular y otros avances que suena casi a ciencia ficción. En declaraciones a RTVE, el biólogo español Ginés Morata, premio Príncipe de Asturias de Investigación, declaraba que «la posibilidad de alargar la vida humana es real, y será posible en un futuro no muy lejano». A renglón seguido explicaba que estas investigaciones se están probando ya en gusanos, con resultados prometedores.

Pero los humanos no somos orugas, sino organismos bastante más complejos. Por eso hay que seguir investigando y avanzar con total seguridad. «La ciencia en torno a la longevidad es muy poderosa, pero tenemos que analizarla a largo plazo, sin precipitarnos. Y eso no sucede en esas clínicas de longevidad en destinos donde ya se realizan estos tratamientos sin contar con toda la evidencia necesaria. ¡Es como el Lejano Oeste, no hay límites! Y, posiblemente, tampoco seguridad», añade el CEO de La Prairie.

En La Prairie ofrecen tratamientos con células madre autólogas para la piel. Mejoran la textura, suavizan las arrugas, aportan luminosidad y refuerzan la barrera cutánea. «Se hacen con un diagnóstico previo y bajo la supervisión de un médico. Lo de México es como ir a un supermercado: te ponen una inyección sin que sepas realmente qué lleva y sin seguimiento. ¡Es muy arriesgado!”, advierte. Los tratamientos intravenosos con células madre (IV) son la última etapa de la medicina y han creado un lucrativo turismo de longevidad hacia destinos con regulaciones más relajadas.

Gibertoni insiste en que aún se desconocen los efectos secundarios de algunas de estas terapias innovadoras. Una cosa es eliminar arrugas y otra, inyectarlas a nivel interno para reparar un pulmón de fumador o el hígado de una persona con alcoholismo. «Hay que ir paso a paso. La ciencia de la longevidad lleva tiempo. Acelerarlo puede llevar al desastre. El problema es que están entrando grupos de inversión que necesitan beneficios rápido», señala.

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La salud no es una bolsa de patatas. Para que una clínica no sea un supermercado, sino un epicentro de salud debe haber un diagnóstico completo, un tratamiento a la medida de cada paciente y un seguimiento a largo plazo. «En Clinique La Prairie sabemos la importancia de un diagnóstico minucioso como punto de partida. Por eso hemos desarrollado el Longevity Master Assessment (Evaluación Integral de Longevidad). Se compone de análisis moleculares y evaluaciones basadas en IA donde se analizan más de 300 marcadores de salud de alta precisión», apunta.

El objetivo de este test es detectar dónde se puede mejorar la salud del paciente, ya sea por la vía del tratamiento, o con la prevención.

Este exhaustivo examen diseñado en exclusiva por los expertos en longevidad de la Clinique La Prairie mide los valores de glicanos (marcados de la inflamación), de ceramidas (unos lípidos esenciales para las membranas celulares y cuyo estado puede predecir el riesgo cardiovascular con diez años de antelación), de microbiota, de movimiento, genética… El objetivo es determinar el estado de salud real de la persona y aplicar aquellos tratamientos que mejor le vayan. Vamos, un traje a medida con lo último en tecnología aplicada a la salud en el envejecimiento.

¿Y en qué consisten los tratamientos? Aquí la ciencia ficción se vuelve más terrenal. Hay dietas, entrenamiento, suplementación y tratamientos médico-estéticos que ayudan a que el paciente salga como nuevo. «Luego hay que mantenerlo en casa. Si queremos vivir más y con más salud, no se trata de hacer una puesta a punto una vez al año y volver a las andadas al salir. La salud se cuida cada día si queremos longevidad», concluye Gibertoni.