Sin restricciones ni hororarios. Solo tú y el gran azul. Nadar en aguas abiertas funciona como mindfulness y es gratis. FOTO: RLM/Pexels
Cuando la piscina se te queda pequeña
Cambiar las corcheras por las olas: por qué nadar en aguas abiertas es el nuevo mindfulness
Sin carriles, sin cloro y con total libertad. La oportunidad perfecta para vencer miedos y disfrutar de un rato de tranquilidad. ¿Aún no te atreves?
Por Verónica Palomo
27 DE NOVIEMBRE DE 2025 / 14:00
Todos conocemos los muchos beneficios de la natación. Pero pocos se atreven a nadar en aguas abiertas. Sin embargo, esa sensación de libertad, mezclada con el miedo a la soledad y a la inmensidad del mar tiene efectos muy positivos para nuestra estabilidad emocional. Dicho de otra forma: nadar en aguas abiertas es otra forma de mindfulness. Por eso cada vez son más las personas que se atreven con la natación en el mar o en lagos.
Nadar al aire libre es gratificante, no implica impacto alguno en las articulaciones y fortalece el tono muscular. Pero quienes lo practican destacan, sobre todo, la sensación de desconexión total que se siente cuando se sumergen en el mar.
De la piscina al mar abierto
Javier Carvajal (56 años) llevaba toda la vida haciendo deporte, pero nunca le había dado por practicar natación. Hace ya 12 años que notó cómo el paso de los cumpleaños y algunas lesiones le habían pasado factura y le impedían seguir con el intenso ritmo de entrenamiento que había llevado hasta entonces. Un día se topó con un club de natación y ahí surgió la oportunidad. «Comencé a nadar en la piscina. Pero echaba de menos el factor sorpresa y el contacto con el aire libre que tanto necesitaba», relata.
Por casualidad, Javier descubrió un grupo de Facebook de la zona de Valencia que realizaba quedadas y a partir de entonces nació su afición por nadar en aguas abiertas. Javier recuerda perfectamente su primera travesía. «Fueron 2.000 mil metros y me parecía algo imposible, casi épico, pero a partir de ahí fui mejorando. Poco a poco me fue atrapando la sensación de libertad y de sorpresa, el sentir que no todo estaba controlado», detalla el deportista. «Mucha gente me pregunta: ¿en qué piensas cuando nadas? No pienso absolutamente en nada. La mayoría de las veces, si confieso la verdad, no sé si estoy yendo o viniendo», reconoce.
Solo tú y el mar
La natación en aguas abiertas, ya sea mar, lagos o ríos, puede parecer un deporte reservado a los aventureros. Pero con cierta preparación previa y siempre con seguridad, cualquiera puede ser un nadador de aguas abiertas. Gerard Alemany, director de Radikal Swim, el primer club de natación en aguas abiertas creado en España, explica que «no hay una distancia mínima obligatoria que haya que recorrer. Cualquier persona a la que le guste nadar en el mar ya se puede considerar un nadador en aguas abiertas».
Insiste en que es un deporte disfrutón. «No se trata tanto de ser capaz de realizar grandes distancias, sino de disfrutar del espacio natural de dónde todos venimos. Es como recuperar la sensación de flotar en el fluido amniótico materno», relata.
Consejos previos antes de zambullirte
Para disfrutar sin sobresaltos, hace falta cierta preparación. Sobre todo, a nivel práctico y de regulación del miedo. El mar no es una piscina. Hay imprevistos, como cambios de viento, de oleaje, orientación, las medusas y otra fauna marina… «Siempre recomendamos, sobre todo en fases iniciales, comenzar con la máxima precaución. Es fundamental que la persona haya podido prepararse antes en la piscina y salir siempre en grupo», recuerda el instructor.
«Nadar en comunidad es más seguro, sobre todo es más fácil a la hora de gestionar cualquier imprevisto. Y siempre hay que consultar la previsión meteorológica, llevar siempre un equipamiento seguro, tener en cuenta la temperatura del mar (contar con un neopreno, si es necesario), conocer bien la zona, entender las áreas delimitadas para bañistas y, por supuesto, usar la boya. Este elemento es esencial para aumentar la visibilidad del nadador ante las embarcaciones que puedan estar navegando por los alrededores», relata Alemany.
¿Qué tiene el mar para enganchar tanto?
La afición por las aguas abiertas crece con los años. Gerard recuerda que cuando ellos comenzaron con su empresa hace 15, la gente entendía esta práctica como algo que solamente practicaba un grupo de «freaks o locos». En la actualidad Radikal Swim organiza travesías en las que participan 2000 personas. Cuando uno irrumpe en mar abierto, poco a poco va derribando muchos miedos (la película Tiburón hizo mucho mal en ese sentido) y se va encontrando con unas sensaciones que son difíciles de describir si uno no está en la piel de quien habita el neopreno.
Los incondicionales de dar brazadas en el mar lo hacen incluso en aguas gélidas. «En el Atlántico la temperatura casi siempre está igual (fría), pero en el Mediterráneo pasamos de tener 30 grados en verano a 12 grados en los meses invernales. Es otro reto. Aprendes a gestionar mentalmente la temperatura, a relajarte y a adaptarte al medio», cuenta Alemany.
Calma mental y sensación de libertad
Además del beneficio físico de nadar, enfrentarse cuerpo a cuerpo con las olas también cura el alma. De todo ello sabe bastante Catherine Kelly, geógrafa, investigadora y profesora de la Universidad de Brighton (Reino Unido). Kelly, autora de Blue Spaces: how and why water can make you feel better, (Espacios Azules, cómo y por qué el agua puede hacerte sentirte mejor), es hoy en día una devota practicante y defensora de la natación a aguas abiertas. Se inició en esta práctica tras la repentina muerte de su madre y le ayudó a pasar el duelo.
Desde la universidad, esta docente y escritora irlandesa se dedica a investigar el bienestar al aire libre y los efectos terapéuticos de la naturaleza, en especial del agua.
Beneficios de nadar sin límites
Recientemente tuvo ocasión de presentar las conclusiones de sus investigaciones:
- Nadar en el mar implica un mayor esfuerzo. Nuestros músculos trabajan de 5 a 6 veces más que fuera del agua por la resistencia que presenta el medio acuático, pero sin ejercer tanto impacto en las articulaciones.
- Bueno para el corazón. Este órgano trabaja de una manera más cómoda, ya que al estar el cuerpo en posición horizontal y sin el peso de la gravedad, la sangre circula sin producir sobreesfuerzo alguno en el sistema circulatorio.
- La natación en aguas abiertas reduce los niveles de cortisol. Nos proporciona calma mental y reduce el estrés. A la vez, aumenta la adrenalina, generando una sensación de euforia, y se liberan neurotransmisores (dopamina y serotonina), que mejoran el estado de ánimo.
- Absorbemos minerales. Cuando el cuerpo entra en contacto con los minerales de las aguas marinas, como el yodo, el sodio o el magnesio, la piel los absorbe. Estos minerales tienen efectos antiinflamatorios y analgésicos.
- Sensación de libertad. Porque las corcheras dan seguridad, pero las olas nos hacen sentir inmensos.
- Vencer los miedos. La primera sensación es de inseguridad ante qué habrá bajo las aguas. Superar esa etapa, se refuerza la autoestima y la autoconfianza.