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Mujer con deseo sexual porque toma testosterona en la menopausia

Quienes ya lo han probado dicen que hay un antes y un después en la pasión sexual. La testosterona en la menopausia es la nueva revolución de la mujer. FOTO: Mart Production / Pexels.

Más ganas, más orgasmos, más vivas que nunca

«Uso la testosterona de mi marido y mi libido ha vuelto a ser como de joven»: la revolución sexual llega a la menopausia

Igual que hace años la pastilla azul dinamizó la vida sexual de los hombres, la testosterona agita el deseo sexual y el placer en la intimidad en la menopausia. Sin embargo, no está autorizada en España

Por Salomé García Gómez

5 DE NOVIEMBRE DE 2025 / 14:00

Frédérique Labadie, fundadora de Days of Confidence, es menuda y locuaz. Y, sobre todo, combativa. Habla de la menopausia con una sinceridad que descoloca y usa su propia experiencia para abrir un debate incómodo. No es médica, pero lleva años observando de cerca cómo esta etapa sigue sin el reconocimiento clínico y social que merece. Y acaba de lanzar una plataforma online de consultas con ginecólogos especializados en menopausia. Menciona los estrógenos, la terapia hormonal sustitutiva y, sobre todo, el olvidado papel de la testosterona en la menopausia. «Solo el 20% de los ginecólogos tiene formación amplia y actualizada en menopausia. No vale con un cursito. Hablamos de algo que afecta a la calidad de vida de millones de mujeres. Si los hombres tuvieran sofocos, lo estudiarían más y estarían más preparados para atenderlos en consulta», señala.

Uno de los síntomas más silenciados es la caída en picado del deseo sexual o disfunción del Deseo Sexual Hipoactivo (DSH). Se explica por múltiples causas: los cambios físicos que producen inseguridad respecto al cuerpo, el cansancio, el ánimo apagado… Pero también por el desplome de los niveles de testosterona. «A los hombres con problemas de erección les dan Viagra. A las mujeres con poca libido nos dicen ‘bueno, es normal, cosas de la edad’.  ¿Tenemos que conformarnos cuando ya hay soluciones farmacológicas? Yo digo que no. Por eso me pongo la testosterona en gel de mi marido, pero en una menor dosis», prosigue Labadie, entre la provocación y la reivindicación.

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El retorno de la pasión sexual

Ante la sorpresa de las allí presentes, Labadie sonríe y exclama «¡Os aseguro que mi vida sexual ha vuelto a ser como cuando era más joven!». Labadie no lo cuenta como una recomendación, sino como reflejo del hartazgo general que empuja a muchas mujeres –y ante la lentitud de la ciencia– a buscar soluciones fuera del marco oficial.

La testosterona farmacológica para mujeres en perimenopausia y menopausia aún no cuenta con la aprobación de la Agencia Española de Medicamentos y Productos Sanitarios (AEMPS). Tampoco la de la Agencia Europea de Medicamentos (EMA). El motivo: la falta de evidencia a largo plazo sobre la seguridad y eficacia de la testosterona en mujeres. Además de los posibles efectos secundarios –como el acné adulto, el crecimiento de vello facial y corporal, o la alopecia con un patrón masculino– que aún andan estudiando.

Hay un antes y un después

El debate está sobre la mesa. En países como Australia ya se han aprobado dosis adaptadas a mujeres. La FDA estadounidense, no, pero ya hay clínicas a lo largo y ancho del país que ofrecen programas específicos con testosterona para mujeres bajo supervisión médica. El diario The New York Times recogía hace poco las confesiones de mujeres entre los 40 y 50 y poco que ya la están usando. Todas coincidían en que la testosterona ha revitalizado su vida sexual hasta niveles no vistos desde hacía años.

La periodista, Susan Dominus, reconocía que muchas de las entrevistadas reconocían que la testosterona aumenta la producción de vello facial. Y se preguntaba cómo van a preocuparse por un problema estético que pueden retirarse con cera cuando se sienten tan vivas de nuevo. Más vivas para trabajar, más vivas para hacer las labores diarias de casa, y, sí, también, más activas en lo sexual.

Recuperando el fragor matrimonial

“La testosterona ha cambiado mi matrimonio», confesaba una paciente feliz en su perimonopausia (41 años). De tener cero encuentros sexuales a la semana con su marido (cuatro hijos y el agotamiento habitual habían apagado del todo su libido) a hacerlo hasta seis veces por semana. Y con nivelón, que habían tenido que poner un pestillo en el dormitorio para evitar interrupciones no deseadas.

Las europeas miran con envidia estos progresos de alcoba gracias al uso de la testosterona en la menopausia en otros países. Muchas, como Labadie, buscan los recovecos legales para utilizarla ellas mismas. La vía más habitual es el uso ‘off-label’ (fuera de ficha técnica): coger la crema que se ha recetado a un hombre y aplicarla en una mujer. Algunos médicos también la prescriben, siempre bajo su entera responsabilidad, con consentimiento informado de la paciente y haciendo un seguimiento estricto de los posibles efectos secundarios. En caso de problemas, el laboratorio fabricante estaría exento de responsabilidad al no ser un uso autorizado.

Otra opción son las formulaciones magistrales de toda la vida. El farmacéutico permite adaptar la dosis de activo a las características fisiológicas femeninas en ese rango de edad, minimizando así el riesgo de efectos secundarios masculinizantes.

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No es solo sexo, también afecta a la masa muscular

El pico de testosterona en una mujer se alcanza en torno a los 20 años. Declina progresivamente con los años y al llegar a la menopausia, sencillamente, se desploma. Tamaño declive afecta a la señal hormonal para crear más masa muscular. Pero, sobre todo, cae como una bomba en la libido. De la noche a la mañana, mujeres que de jóvenes eran muy activas sexualmente ahora se ven arrolladas por la apatía sexual. No apetece nunca.

Y no es que estén apáticas porque sí. No son viejas, ni aburridas, ni mojigatas. La testosterona interviene en las fantasías sexuales y hasta en el propio placer. Su falta afecta a la producción de óxido nítrico, una molécula que relaja los músculos alrededor del clítoris para que aumente el riego sanguíneo en esa zona y mejore el placer. Los orgasmos son más débiles y el impulso erótico se atenúa.

Con este panorama no es de extrañar que la irrupción de la testosterona para mujeres se perciba como una tabla de salvación para recuperar la vida de antes.

Y, aunque el discurso de Labadie no pueda tomarse como referencia clínica, sí sirve para poner el foco en algo más grande: el vacío de conocimiento, recursos y acompañamiento en torno a la menopausia y la salud sexual de la mujer.

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