El cortisol inhibe la producción de colágeno y debilita la barrera de la piel. FOTO: Getty.
BELLEZA
La cara de estrés: lo que le pasa a tu piel cuando todo se complica
Pedro Sánchez no es el único. Así impacta la ansiedad sostenida en tu piel.
Por Equipo Welife
25 DE JUNIO DE 2025 / 14:00
En las últimas semanas, la imagen de Pedro Sánchez ha dado mucho que hablar. Pero más allá de la política, su rostro ha servido de excusa para hablar de algo que nos afecta a todos: cómo el estrés, cuando se instala en la vida, se empieza a notar en la piel. Y mucho.
No es casualidad. La piel y el sistema nervioso están íntimamente conectados. Cuando el cuerpo vive en modo «alerta máxima» durante demasiado tiempo, se desata un cóctel hormonal que, inevitablemente, acaba reflejándose en el espejo.
El cortisol, el gran enemigo de la piel bajo estrés
«El gran protagonista aquí es el cortisol«, explica Estefanía Nieto, directora dermocosmética de Medik8. Esta hormona, que nos ayuda a gestionar situaciones de emergencia, puede ser muy útil en momentos puntuales, pero cuando se cronifica, se convierte en un enemigo silencioso: «El cortisol inhibe la producción de colágeno, debilita la barrera de la piel, agranda los poros y favorece la aparición de pigmentaciones irregulares», apunta Nieto.
El resultado es un rostro más apagado, con flacidez, ojeras marcadas y falta de luminosidad.
Lo que pasa dentro… también se nota fuera
«El estrés también altera el sistema digestivo y la microbiota intestinal, lo que se refleja en la piel en forma de sensibilidad, brotes de acné o incluso rosácea», añade Marta Agustí, directora nutricional de Advanced Nutrition Programme.
Además, cuando el sueño se altera —algo habitual cuando el estrés se convierte en compañero de cama— la piel lo acusa: «Durante el descanso nocturno profundo, la piel se regenera y activa la microcirculación. Si no dormimos bien, este proceso se bloquea y el cutis se ve apagado y cansado», explica Estefanía Nieto.
El estrés endurece la expresión
El estrés no solo arruga la piel, también cambia la expresión. «Cuando estamos sometidos a presión constante, la musculatura facial pierde tono. La cara se endurece, el gesto se vuelve más serio y las arrugas de expresión se marcan más», detalla Mireia Fernández, directora dermocosmética de Perricone MD.
¿Sirven las cremas cuando manda el cortisol?
¿Y qué pasa con las rutinas cosméticas? ¿Sirven de algo cuando el estrés manda? «Por supuesto que ayudan, pero no lo resuelven todo», aclara Raquel González, cosmetóloga y creadora de Byoode. «Si emocionalmente estás agotado, la piel lo muestra, aunque uses los mejores productos. Es como poner parches: mejoran la situación, pero no la eliminan».
¿Se puede recuperar la piel dañada por el estrés?
La buena noticia es que la piel tiene memoria, pero también capacidad de recuperación. «Volver a los niveles de colágeno anteriores es difícil, pero sí se puede estimular la producción con constancia, descanso reparador, una alimentación antiinflamatoria y cosmética adecuada», señala Nieto.
En definitiva: cuando la piel habla, conviene escucharla. Porque no siempre se trata de cambiar de crema, sino de preguntarse qué está pasando por dentro.