NO TE PIERDAS La ciencia rectifica: los edulcorantes son seguros para la salud. Esto opina tu microbiota

Que tengan menos calorías y no causen cáncer no significa que podamos aplicar manga ancha a la bollería y comerla sin mesura. FOTO: Jose Carranza/Pexels.

Endulzar o no endulzar, el dilema de la sociedad occidental

Los edulcorantes no producen cáncer, ni alteran la microbiota, pero hay razones de peso para no consumirlos en exceso

Dos estudios recientes concluyen que los endulzantes que sustituyen al azúcar son seguros para la salud. Pero que no tengan riesgos no significa que se nos vaya la mano endulzando con estos productos.

Por Salomé García Gómez

17 DE DICIEMBRE DE 2025 / 07:30

Llevamos años escuchando que los edulcorantes son peligrosos y que nos inflaman. Que alteran la microbiota. Incluso, que los edulcorantes causan cáncer. Aunque las autoridades sanitarias, con la EFSA a la cabeza, recalcaban que su consumo es seguro, había un runrún de peligrosidad sobrevolando sobre estas alternativas al azúcar. 

Un reciente estudio publicado en la revista de la Sociedad Americana para la Nutrición corrobora que el consumo de edulcorantes es seguro para los humanos. «No hay evidencia mecanismos plausibles de genotoxicidad ni de ningún tipo de cáncer», señala el informe. 

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Los edulcorantes no calóricos se añaden a los alimentos y bebidas para endulzar en sustitución del azúcar. Su propósito es reducir o eliminar la carga calórica, así como reducir el riesgo de efectos metabólicos indeseados, en especial, con la insulina. De esta forma se reduce el riesgo de diabetes y otras afecciones de salud asociadas con la obesidad (por ejemplo, el cáncer). 

Este último estudio realiza una revisión sistemática de los estudios epidemiológicos sobre la ingesta de edulcorantes y los riesgos de todos los tipos de cáncer publicados hasta el otoño de 2024. Entre los edulcorantes analizados están el acesulfamo potásico (ace-K), el aspartamo, el ciclamato, la sacarina, la sucralosa o los edulcorantes no específicos en conjunto, como los refrescos light o las bebidas edulcoradas artificialmente. 

Los investigadores concluyen que «no encontramos asociaciones consistentes entre ningún edulcorante no calórico o conjunto de edulcorantes no calóricos y ningún tipo de cáncer en general, ni evidencia de relación dosis-respuesta». El endocrino Antelm Pujol, experto en diabetes y salud hormonal en Salud 10 (Palma de Mallorca), aplaudía estos resultados desde su perfil de Twitter: «Más del 80% de los resultados estuvieron entre 0,8–1,2 (sin aumento de riesgo de cáncer)». 

En especial, insistía en que «cuando aumenta el consumo, no aumenta el riesgo”». 

Pese a la tranquilidad que aporta este informe al apuntalar que los edulcorantes no causan cáncer, este endocrino advierte de las limitaciones del trabajo admitidas por los propios autores: «En todo caso se trata de consumo autodeclarado; hay confusión por peso, dieta y estilo de vida; y son estudios muy heterogéneos». 

El hecho de que muchos estudios se basen en el recuerdo es, en palabras de los autores del estudio, un factor de riesgo de sesgo. «Ese sesgo sigue siendo una posibilidad significativa en todos los estudios de casos y controles», añaden los autores. 

Muchas de las voces críticas con algunos estudios denuncian que las dosis que se tienen en cuenta en estos estudios superan con creces las de un consumo habitual y esto desvirtúa los resultados.

Rafael Urrialde, experto en seguridad alimentaria y profesor en la Facukltad de Ciencias Biológicas de la Universidad Complutense de Madrid, lleva años insistiendo en la baja consistencia de los estudios sobre edulcorantes. También, de sus tintes alarmistas. «Desde hace años he indicado que los estudios con edulcorantes o cualquier aditivo habría que hacerlos con ensayos in vivo en humanos y con los mismos incorporados en matrices alimentarias, que es como se consumen y no in vitro y de forma aislada. Los resultados cambian por completo», señalaba desde LinkedIn. 

Se hacía eco de otro estudio publicado en Nature sobre edulcorantes y su efecto sobre la microbiota. «Es un ensayo controlado aleatorizado multicéntrico que se ha llevado a cabo durante un año con 341 adultos y 38 niños con sobrepeso y obesidad, consumiendo alimentos y bebidas con azúcar o con edulcorantes. Ha mostrado, en el caso de la microbiota, que los edulcorantes no afectan a la misma», señalaba Urrialde.

El citado estudio reconoce que los polioles, al ser prebióticos, «pueden producir a través de la microbiota un incremento de gas y tener efecto laxante. Esta situación está contemplada en la regulación en la UE en el Reglamento 1169/2011 sobre información alimentaria facilitada al consumidor», añade Urrialde. 

Se refiere a la coletilla que encontramos en muchos productos habituales en el supermercado, que reza ‘un consumo excesivo puede producir efectos laxantes’. 

OTROS TEMAS WELIFE

Que no haya evidencia de una relación causa-efecto entre edulcorantes y cáncer no debería dar alas para añadirlos sin medida a los alimentos. Así lo señala el tecnólogo de los alimentos, Mario Sánchez Rosagro desde su perfil de LinkedIn con respecto al aspartamo, uno de los edulcorantes más utilizados por la industria alimentaria. «El aspartamo es un edulcorante muy estudiado que cuenta con una IDA o Ingesta Diaria Admisible. Es un límite de seguridad calculado con márgenes enormes: se parte de la dosis sin efectos en estudios y se divide entre factores de seguridad para proteger a toda la población”.

En el caso del aspartamo, un edulcorante ampliamente utilizado en alimentos aptos para diabéticos, esa ingesta diaria admisible son 40 miligramos por kilo de peso por persona y día. Con esas cifras, una persona de 70 kilos podría consumir hasta 2.800 miligramos diarios. Rara vez se alcanzan esas cantidades, ya que el aspartamo endulza 200 veces más que el azúcar común (sacarosa). “Harían falta unas 15-20 latas de refresco light o zero en un adulto. Ahora bien, aunque no aporte calorías, abusar de edulcorantes puede mantenernos ‘enganchados’ al sabor dulce. Si tu paladar se acostumbra a que todo sepa muy dulce, luego cuesta más reducir el azúcar y mejorar la calidad de la dieta”, concluye el tecnólogo. 

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