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Cada comida es una oportunidad para cuidar tu microbiota y dejar que los postbióticos hagan su trabajo. Foto: Dorukhan Pekan / Pexels

Tu intestino también recicla

Del kéfir al butirato pasando por el chocolate: postbióticos que transforman tu digestión y mejoran tus defensas

Los postbióticos son el último eslabón del bienestar intestinal. Y los produces tú, sin darte cuenta

Por Marcos López

20 DE NOVIEMBRE DE 2025 / 07:30

Nuestras bacterias amigas, ya sean las de la microbiota intestinal, o las de los fermentados, generan sustancias de desecho. Lejos de ser basura, nuestro cuerpo sacar partido de esos residuos. Así que, además de hablar de probióticos y prebióticos, toca hablar de sus primos más desconocidos: los postbióticos. En concreto, de los que se generan en nuestro intestino y de los alimentos con postbióticos.

Para entender este galimatías de prefijos hay que saber qué es cada cosa. Natalia Migdalova, especialista en Nutrición Clínica y Deportiva y fundadora de Migdal Nutrición, explica que «los probióticos son microorganismos vivos,ccomo ciertas bacterias o levaduras. Cuando se consumen en la cantidad adecuada aportan beneficios a la salud intestinal».

Los prebióticos son el alimento de esas bacterias buenas. «Son fibras o compuestos no digeribles que favorecen su crecimiento».

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Quedan los postbióticos. La experta los define como «los productos o componentes que resultan de la actividad de las bacterias y levaduras beneficiosas. Pueden ser fragmentos de esas bacterias inactivadas o sustancias que producen al fermentar los alimentos, como los ácidos grasos de cadena corta o ciertos péptidos».

Además, como ocurre con sus predecesores, los pre y los pro, los postbióticos no se limitan a mejorar tu digestión. También «tienen efectos positivos sobre la salud intestinal, inmunitaria y metabólica. Hoy en día se consideran una alternativa más estable y segura, especialmente en personas con defensas bajas o con el intestino sensible», destaca la especialista en Nutrición Clínica y Deportiva.

Postbióticos hay muchos. Los más conocidos son los ácidos grasos de cadena corta (AGCC), entre otros el butirato, el propionato y el acetato. Se generan cuando las bacterias intestinales fermentan la fibra de los alimentos. Y a ellos se suman los «fragmentos de pared bacteriana, los péptidos antimicrobianos, las enzimas y algunas vitaminas que las bacterias producen durante la fermentación».

Lejos de ser basura, estos compuestos cumplen varias funciones:

  • Refuerzan la barrera intestinal, protegiendo las células del colon y evitando la entrada de sustancias indeseadas
  • Reducen la inflamación intestinal y sistémica, lo que repercute positivamente en el sistema inmunitario
  • Contribuyen a regular el metabolismo de la glucosa y los lípidos, ayudando al equilibrio metabólico
  • Modulan la respuesta inmunitaria, favoreciendo una mejor tolerancia frente a alergias o infecciones

Natalia Migdalova pone como ejemplo el butirato. «Actúa como fuente de energía para las células intestinales, promueve un entorno antiinflamatorio y se asocia con un menor riesgo de enfermedades, tanto digestivas como metabólicas».

Pese a tener un nombre tan exótico, Natalia Migdalova añade que «se encuentran sobre todo en alimentos fermentados, donde las bacterias han actuado previamente y han dejado sus huellas beneficiosas. Entre ellos ,destacan el kéfir, el chucrut, el miso, el kimchi, el tempeh y el vinagre de manzana sin filtrar».

Otros alimentos, como el café, el chocolate negro o las infusiones fermentadas –como la kombucha– también contienen compuestos bioactivos generados por fermentación o tostado. «Si bien no siempre encajan exactamente en la definición científica de postbiótico, contribuyen a un efecto similar sobre la salud intestinal y antioxidante».

Lo importante para notar beneficios, «es incluir este tipo de alimentos de forma regular, junto a una dieta rica en fibra prebióticafrutas, verduras, legumbres, cereales integrales–. Es una manera sencilla y natural de favorecer una microbiota equilibrada y una mayor producción de postbióticos de forma interna».

Una última cuestión: dado que la microbiota contiene probióticos y se alimenta con prebióticos, ¿nuestro organismo también produce postbióticos? Pues sí. Al fermentar la fibra y otros componentes de la dieta, las bacterias intestinales generan AGCC. Y esos ácidos grasos son esenciales para mantener las células del colon sanas, reforzar la barrera intestinal, reducir la inflamación y regular el metabolismo.

Por su parte, algunas levaduras beneficiosas, caso de Saccharomyces boulardii y de S. cerevisiae, producen otros postbióticos distintos, como los β-glucanos y los manano-oligosacáridos. Estos compuestos contribuyen a modular el sistema inmunitario y proteger la mucosa intestinal.

OTROS TEMAS WELIFE

En palabras de Natalia Migdalova, «el intestino actúa como una verdadera fábrica de postbióticos. Bacterias y levaduras transforman los alimentos que ingerimos en sustancias bioactivas con efecto protector y regulador sobre nuestra salud».

Por ponernos con terminología de la sostenibilidad, nuestro organismo tiene una gran capacidad de reciclaje. Aquí no se tira nada, y los productos de deshecho del metabolismo también pueden contribuir a la salud como parte de un todo. «Somos capaces de generar nuestros propios postbióticos si cuidamos la microbiota cada día. para ello tenemos que alimentarla con  prebióticos y reforzarla con más probióticos. Así favorecemos la producción de postbióticos», señala.

Por supuesto, y casi como mantra, «todo ello acompañado de buenos hábitos de vida: descanso adecuado, la gestión del estrés y la actividad física regular».

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