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Respirar por la nariz: el gesto que archiva recuerdos sin coste ni aplicación. FOTO: Freepik.

¿Se te va el santo al cielo?

Inspirar, espirar… y recordar: el truco más barato de la neurociencia para no olvidar lo estudiado

Nombres, citas, llaves... Antes de culpar a la edad respira por la nariz: tu memoria necesita aire más que vitaminas

Por María Corisco

19 DE SEPTIEMBRE DE 2025 / 15:17

Inspirar, espirar, recordar. Puede parecer extraño, pero la neurociencia nos revela que respiración y memoria podrían tener mucho que ver, más allá incluso del bienestar emocional: cómo respiras puede afectar directamente a tu memoria. Lejos de ser una mera función automática del cuerpo, la respiración tiene un papel activo en el funcionamiento del cerebro, especialmente en regiones implicadas en la atención, las emociones y el recuerdo.

Uno de los enfoques más fascinantes proviene de la neurocientífica e investigadora Nazareth Castellanos, que ha estudiado a fondo la relación entre cuerpo y mente, y cómo la respiración nasal modula la actividad de áreas cerebrales clave como el hipocampo. Esta estructura cerebral es la que nos permite formar y consolidar recuerdos. Castellanos explica que la respiración no solo oxigena el cerebro: también sincroniza sus ritmos eléctricos, favoreciendo el aprendizaje y la memoria.

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Estudios recientes han demostrado que el ritmo respiratorio puede modificar la actividad de las ondas cerebrales. Y lo más llamativo es que estos efectos se observan sobre todo cuando se respira por la nariz. Una investigación publicada en Journal of Neuroscience encontró que la fase de la respiración (inhalar o exhalar) influye en la capacidad para recordar estímulos visuales o emocionales. Este efecto desaparece cuando se respira por la boca.

Según Castellanos, el hipocampo se sincroniza con la respiración nasal, lo que favorece la codificación y recuperación de recuerdos. Esto significa que en qué momento del ciclo respiratorio te encuentres puede influir en tu capacidad de recordar algo. De la misma forma, cultivar una respiración consciente y nasal puede ser una herramienta poderosa para mejorar el aprendizaje.

Asimismo, Castellanos plantea que el cuerpo no solo es una estructura que sostiene al cerebro, sino que forma parte del pensamiento. La respiración sería uno de los lenguajes más antiguos y eficaces para modular nuestra actividad cerebral sin necesidad de herramientas externas. Una especie de mando a distancia natural que todos llevamos incorporado. Según esto, respirar influye en:

  • La memoria a corto y largo plazo
  • La atención y la concentración
  • La regulación emocional, que a su vez condiciona qué recordamos y cómo lo recordamos

La escritora y terapeuta Sol de la Torre, experta en respiración funcional, lo explica en su libro Respira y sana (Ed. La Esfera de los Libros) con una metáfora evocadora: el cerebro tiene su propio baile, que puede ser rítmico o descoordinado, según cómo y por dónde respires. Ella misma confiesa que nunca fue buena para seguir el ritmo en la pista de baile y, al respirar por la boca, siente que es como «si estuviera persiguiendo el ritmo que no logro alcanzar hasta que la canción llega a su fin”.

Lo mismo ocurre con el cerebro: si la respiración no es nasal y acompasada, cuerpo y cerebro van cada uno por su lado. Y adiós a la capacidad de memorizar o de regular las emociones correctamente.

Pero cuando el baile es rítmico, es decir, cuando respiras por la nariz de forma consciente, algo cambia: “Jamás en mi vida he tenido tanto foco como a día de hoy”, dice esta autora.

La relación entre respiración y memoria no se limita a la mecánica del aire entrando y saliendo. El sistema nervioso y las emociones están profundamente implicados. Cuando estás estresado, ansioso o alterado, la respiración se vuelve superficial, rápida y muchas veces bucal. En ese estado, la amígdala, encargada de procesar el miedo y la alarma, se hiperactiva, interfiriendo con el funcionamiento del hipocampo.

Castellanos señala que, en estos casos, el recuerdo se distorsiona o se vuelve inaccesible. La respiración consciente puede ayudar a calmar la amígdala, facilitando que la información fluya de nuevo hacia las áreas responsables de la memoria. En otras palabras: cuando respiras mejor, piensas y recuerdas mejor.

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Una respiración pausada, profunda, nasal y consciente tiene múltiples beneficios:

  • Mejora la atención y la concentración.
  • Favorece la consolidación de recuerdos.
  • Reduce el estrés que interfiere con la memoria.
  • Conecta cuerpo y mente en una misma frecuencia.

No se trata de complicarse con técnicas complejas. Bastan unos minutos al día de respiración consciente, especialmente antes de estudiar, trabajar o enfrentarte a una situación que requiera concentración. Tu cerebro lo notará.