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OPINIÓN / CARTAS DESDE ALEGRANZA

Poner la mesa

9 DE DICIEMBRE DE 2024 / 16:30

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El menú es el que suele llevarse los aplausos, pero ¿qué hay del tiempo y el cariño que dedicamos a planchar el mantel, elegir la vajilla, colocar los cubiertos...?

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MARÍA FERNÁNDEZ-MIRANDA
DIRECTORA DE WELIFE

Poner la mesa

Aunque concentres todas tus calorías en una única comida no se trata de que de des un festín descontrolado. FOTO: Pexels.

Se va agotando el año y nos entretenemos en repasar las fotos del carrete de nuestros móviles para recordar dónde estuvimos, qué hicimos, con quién coincidimos a lo largo de 2024. Al hacer este ejercicio, veo que en mi archivo particular hay abundancia de paisajes y personas, pero también (y esta es una de mis rarezas) me topo con un abrumador número de mesas.

Mesas, sí. Tengo la costumbre de fotografiar todas las mesas bien puestas para desayunar, comer o cenar con las que me voy topando. Y así, en este diciembre que se acaba, recuerdo que allá por enero me senté a una mesa con mantel blanco del Stella, en París, en la cual mi sobrino Nico probó por primera vez en su vida los caracoles.

Atesoro fotos, además, de la mesa de desayuno que Dior organizó en el Ritz de Madrid, con bocaditos dulces y salados inspirados en sus perfumes. Y de la divertida mesa con la que el equipo de Issey Miyake nos recibió en Casa Decor. En el hotel Abadía Retuerta me senté a una mesa en cuya carta había anotada una cita literaria, y en el restaurante japonés Hotaru me recibieron en otra decorada con flores y unos palillos en los que habían impreso mi nombre, cortesía de Kenzo. En el Botánico de Madrid la magia de Netflix hizo realidad una mesa repleta de tartas que parecía salida de la serie Los Bridgerton, mientras que las mentes de Dyson montaron en Leclab una mesa digna de aristócratas. Y qué decir de la mesa con la que Ralph Lauren celebró Thanksgiving, con candelabros y pavo, o de la provenzal mesa de brunch que Federica Barbaranelli diseñó para L'Occitane.

Todas las descritas en el párrafo anterior son mesas imbatibles, pero que me inspiran para montar mis propias mesas, más modestas, en casa. Lo que cuenta no son los recursos económicos, sino en el interés que dedicas a la tarea, tal y como defiende Beatriz Satrústegui en su libro "Amor platónico. El arte de decorar la mesa":

No necesitas ni los platos ni las copas más caras del mundo ni tampoco cuberterías de plata. Necesitas cosas que te gusten, que sean bonitas y al alcance de tu bolsillo. Algo que se pueda reponer o sustituir si se rompe, que sea cómodo de usar —o sea, que se pueda meter al lavaplatos— y que no sea excesivamente llamativo si es lo único que tienes para que no te condicione mucho y para que no todas sus mesas parezcan la misma.

Creo que la mayor muestra de cariño que podemos expresar a nuestros seres queridos durante estas fiestas es recibirles con una buena mesa, como la que año tras año ponen mis padres en Nochebuena, que, para mí, siempre será la mejor mesa a la que me he sentado.

Feliz Navidad.

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