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Marcas como Stella McCartney están tratando de buscar nuevos materiales para avanzar en su compromiso con el medio ambiente./ Cortesía de Stella McCartney.
Moda sostenible
Piel de cactus, uva y seda de bambú son algunos de los materiales que la industria del lujo empieza a usar en las producciones para cuidar el planeta.
Por Sara Trueba
9 de febrero de 2023 / 07:30
Hace tiempo que la industria de la moda debate sobre el cambio de los modelos de producción, la necesidad de trazabilidad, transparencia en la comunicación de proveedores e innovación en la búsqueda de materiales alternativos y biodegradables. El futuro de la Tierra como planeta habitable está en juego y el sector textil en general, y el de la moda en particular (incluyendo Fast Fashion y lujo en el mismo saco) son, de momento, unos de sus enemigos.
Para muestra, un ejemplo gráfico: la moda emite aproximadamente la misma cantidad de Gases de Efecto Invernadero (GEI) al año que todas las economías de Francia, Alemania y el Reino Unido juntas, según McKinsey & Company. Por eso, el tiempo no corre a nuestro favor a la hora de establecer estrategias que reduzcan las emisiones para mitigar sus efectos y no superar el límite de 1,5 grados establecido en el Acuerdo de París de 2015.
Este invierno, un abrigo firmado por Balenciaga se ha convertido en el foco de todas las miradas y, aunque a otros les corresponde el mérito de iniciarse en la búsqueda de materias alternativas menos contaminantes, el trabajo de Demna Gvasalia ha sido el punto de inflexión definitivo para iniciar una gran revolución en el mundo de la moda. La prenda de marras, realizada en su totalidad a base de tejido producido a partir del micelio, es decir, el tallo del champiñón, provoca un efecto bola de nieve y una carrera contrarreloj por ver quién es más innovador.
Demna Gvasalia hace tiempo que se subió a ese tren, (léase en su significado más profundo, pero también en el más gráfico y estético), pero aún no había experimentado con tejidos de origen vegetal. Así, el georgiano sigue la estela de… Stella McCartney.
La hija del ex Beatle, ha sido la primera (y la única durante mucho tiempo) en preocuparse por los tejidos que se utilizan en la confección de prendas de moda. No solo le mueve el bienestar animal; también lo hace el futuro del planeta y el impacto de la industria en el cambio climático. Por eso, hace ya varios años se unió a Bolt Threats, compañía de innovación que trabaja desarrollando materiales alternativos a los existentes hoy en día. Juntos patentaron Mylo, un tejido similar al cuero creado a partir del champiñón.
Stella inició ese camino que hoy, poco a poco, va tomando forma de armario. El abrigo de Balenciaga, realizado a partir de la misma idea patentada como Ephea, se muestra como mejor alternativa al cuero tradicional, entre otras cosas porque su producción reduce considerablemente la huella de CO2.
Según Sqim, la compañía de innovación encargada del tejido de este abrigo, «las ventajas son múltiples, entre otras, el bajo consumo energético, utilizando residuos de otros procesos industriales como materia prima. El tallo crece en varias semanas (frente a los 2-3 años necesarios en el caso del ganado) de manera vertical, sin necesidad de grandes campos de cultivo y muy bajas emisiones de CO2, sin uso de productos químicos tóxicos ni metales pesados”.
¿Lo mejor para la moda? Que su uso no compromete la calidad ni hace sacrificios estéticos. De hecho, Stella lleva años reivindicando exactamente eso: “No quiero parecer una marca de moda sostenible sino una que refleje lujo y glamour”, ha dicho en más de una ocasión.
El de Balenciaga es un ejemplo más de los pasos que el lujo realiza, aunque no son suficientes. De hecho, el abrigo tan solo sirve como prueba de fuego. Así, tal como afirmaron en la marca tras el lanzamiento, utilizar o no este material en el futuro dependerá de los resultados comerciales que se obtengan de él…
¿Qué saben los consumidores de la moda sostenible? ¿Somos conscientes de que es más caro producir un tejido alternativo, vegetal, que consume poca agua y no se trata con químicos? ¿Estamos dispuestos a pagar su precio y reducir nuestro armario a uno más duradero? El problema en torno a las materias primas no biodegradables debería considerarse una cuestión de estado, y lo será seguramente en un futuro próximo, aunque todo apunta a que ya será tarde. Por ello, desde hace unos años la industria de la moda ha encontrado en las compañías de innovación el aliado necesario en busca de alternativas sostenibles.
Bolt Threads no solo trabaja con algunas marcas del grupo Kering, también lo hace con Ganni, por ejemplo, una de las últimas firmas en obtener la Certificación B-Corp -un marco tangible para que las empresas rindan cuentas en cuestiones sociales, ambientales, de transparencia y responsabilidad y puedan establecerse, a falta de una legislación oficial, puntos de referencia en el sector-. Pero la marca danesa trabaja también con Marisport. Con ellos transforman las botas de lluvia usadas en otras nuevas, añadiendo circularidad a su negocio.
Por su parte, Ralph Lauren cuenta con Natural Fiber Welding, especialistas en reciclaje de fibras que ya ha patentado Mirum, una alternativa para el cuero elaborada a partir de coco y corcho, y Clarus, un tejido biodegradable que puede sustituir a las telas sintéticas. Asimismo, Hermès y Reformation trabajan con la compañía Ecovative.
Muchas de ellas han comenzado la carrera por desarrollar el mejor cuero a partir del micelio, aunque también se habla de materiales alternativos para reducir el consumo de seda, lana y pelo.
En este sentido, Stella McCartney, pionera en todo, ya ha comenzado a confeccionar bolsos con piel de uva (extraída de bodegas italianas), cuyos modelos se comenzaron a comercializar en la colección de invierno 2022. Para el verano que viene, la británica ha creado tela vaquera de proyectos de agricultura regenerativa, piel sin pelo hecha con un material similar a la lana y lentejuelas sin PVC, por no mencionar el alto porcentaje de tejido reciclado que utiliza en cada colección.
La diseñadora Bethany Williams ya desarrolla tejido con piel de cactus y seda de bambú… Así, y aunque aún nos encontramos en pañales, la moda también se aplica el cuento y alimenta la esperanza a golpe de I+D.
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