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Tipos de sal

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Nutrición

Existen muchos tipos de sal: ¿sabes cuál es la mejor para cada uno de tus platos?

Echamos a la sal la culpa de casi cualquiera de nuestros males. Sin embargo, usada con moderación, puede suponer una gran diferencia. ¿Sabías que existen más de 13 tipos de sal para potenciar tus platos?

Por Diana Torres

9 de septiembre de 2021 / 13:47

Aunque la Organización Mundial de la Salud recomienda no superar los 5 gramos diarios (equivalente a una cucharada) de consumo de sal en adultos sanos, solemos pasar con facilidad esa cifra. De hecho, la sal que añadimos por lo general a nuestros platos está en torno al 20% del total que ingerimos. Esto se debe, sobre todo, a los productos procesados que comemos, que suelen integrar mucha sal (entre otros aditivos) para potenciar su sabor. Si quieres controlar la sal, fíjate en las etiquetas, muchos envasados contienen una auténtica barbaridad.

Sin embargo, tomar sal en su justa medida (y mejor no refinada) cuenta con ciertos beneficios como

  • Potenciar el sabor de los alimentos y,
  • Aportar propiedades esenciales para el correcto funcionamiento del organismo.
  • Contribuir a una buena digestión.
  • Favorece un correcto nivel de líquidos y que el cuerpo se mantenga hidratado. Si tomamos mucha sal, el cuerpo nos pide agua.
  • Ayuda a un buen funcionamiento del sistema nervioso.
  • Fomenta la relajación muscular.
  • Sube la tensión en personas hipotensas o personas que tienen mareos.

En los últimos años, los supermercados se han llenado de variantes de la sal convencional que pueden causarnos alguna que otra confusión a la hora de usarlas.

Existe un amplio abanico de sales. Te contamos cómo sacar partido a las diferentes texturas y sabores que otorgan y qué pueden aportarnos los distintos tipos. Verás que algunas de ellas cuentan con características que las hacen muy peculiares. Aquí va nuestra lista:

1. Sal común o de mesa

Es la sal más conocida, ya que también es la más económica y podemos encontrarla en cualquier supermercado. Se vende en paquetes grandes y su función diaria en la cocina es indispensable. Normalmente su origen es marino y su textura es fina.

2. Sal yodada

Es sal común y fina, aunque se le añade el yodo que se pierde durante su procesamiento para compensar la falta de este mineral en algunas dietas. Aunque era la más común antiguamente, ahora su uso no es tan cotidiano.

3. Sal sin sodio o baja en sodio

Este tipo de sal sustituye total o parcialmente el cloruro de sodio por el cloruro potásico, mucho mejor para personas que sufren hipertensión o enfermedades cardiovasculares.

Se puede utilizar perfectamente como sal de mesa, aunque no para hornear o para someter a altas temperaturas ya que puede causar un sabor amargo.

4. Sal gruesa

Se trata de un tipo de sal menos refinada y con apariencia más rústica por sus granos gruesos. Se utiliza para aderezar alimentos antes de la degustación y para hornear.

5. Sal del Himalaya

Su color rosado y su peculiar nombre la convirtieron en uno de los productos estrella a los que se atribuía un sinfín de propiedades beneficiosas. No obstante, sigue siendo cloruro de sodio y apenas cuenta con diferencias con respecto al resto, ya que no tiene ningún efecto terapéutico especial.

Esta sal rosa procede de Pakistán, concretamente de la mina de sal de Khewra. Su atípico color se debe a la concentración de oligoelementos como el hierro, aunque nunca cuenta con la misma tonalidad y podemos encontrarla más intensa o más clara.

En el mundo gastronómico, la Sal del Himalaya llama la atención por su color principalmente. Su sabor es más sutil, aunque apenas diferenciable. Podemos encontrarla en diferentes grosores, utilizándose la más fina como sal de mesa convencional, y la más gruesa como decoración.

6. Sal Maldon

Es un tipo de sal en escamas que se produce de manera artesanal ateniendo a unas condiciones específicas que permiten obtener una fina capa de cristales de sal.

Sal Maldon
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7. Flor de sal

Esta es una de las más populares dentro de la alta cocina, ya que también es una de las más caras. Se consigue gracias a unas condiciones climatológicas excepcionales, cuando el frío del atardecer propicia la cristalización de estos diminutos cristales de sal marina sin refinar.

8. Sal kosher

Esta sal marina es muy popular en Estados Unidos gracias a su textura de grano grueso, mayor que la de mesa aunque sin ser excesivamente voluminosa. Sus granos se adhieren mejor a los alimentos y se funde mejor con el calor.

Su textura es similar a la de diminutos copos de nieve, aunque si se quiere sustituir por la convencional tendremos que reducir su cantidad hasta la mitad.

9. Sal negra de Hawái

La sal negra hawaiana se recoge en la isla de Molokai, mezclándose con carbón vegetal activo y depurándose, lo que hace que tenga este color llamativo y brillante con una textura gruesa y crujiente. Es más intensa que la sal gruesa común, y su uso es principalmente decorativo.

10. Sal Kala Namak

Se conoce también como sal negra del Himalaya, aunque su color se diferencia de la de Hawái en que es más grisáceo o violáceo. Es una sal minera de la India a la que se somete a un proceso de cocinado por el cual se transforman sus cualidades, aflorando los compuestos de azufre.

Se dice que tiene la capacidad de recrear el sabor del huevo, por lo que combina a la perfección con platos especiados, picantes y salsas de yogur.

11. Sal ahumada

Esta sal es idónea para curar o marinar carnes y pescados, aunque también se utiliza para dar un aroma de “barbacoa” a frutas y verduras.

12. Sal líquida

Dentro de esta existen dos variantes:

  • Sal diluida en agua, presentada comúnmente en spray.
  • Agua marina, obtenida directamente del agua de mar para imitar la antigua costumbre de los pescadores a la hora de cocinar. Esta cuenta con menos cloruro de sodio.

13. Sales aromatizadas

Existen combinaciones de lo más genéricas para la cocina como la sal de ajo, de pimentón, de cebolla, de romero o de apio. También las hay un tanto más exclusivas y gourmet, como las de azafrán o trufa, que aportan un aroma mucho más intenso.

Los alimentos que más sal tienen y que deberías moderar o evitar:

  • Frutas y frutos secos:
    Aceitunas, frutos secos salados. Las aceitunas tienen muchos beneficios, pero hay que ingerirlas con moderación, ya que suelen llevar un alto contenido en sal que procede de la salmuera empleada para su conservación. Se les puede rebajar esa sal poniéndolas en agua. También podemos optar por las variantes de supermercado bajas en sal. Los frutos secos, cuanto menos tratados, mejor. Ni fritos, ni rebozados, ni salados. El fruto seco al natural es perfecto para una buena alimentación cardiosaludable.
  • Lácteos:
    Si no tienes problemas con la lactosa, los quesos curados, los yogures y la leche son una buena opción para incluir en tu dieta. Sin embargo, existen muchos derivados de los lácteos a los que añaden sal para que sepan y se conserven mejor. Échale un ojo a los envases, muchas veces sorprende la cantidad de sal que puede llevar, por ejemplo, un queso fresco.
  • Carnes:
    Hay que tener cuidado con las carnes ahumadas o curadas como jamón serrano, el jamón york, el lacón y todo tipo de fiambres. Contienen mucha sal y, casi siempre, azúcares lo que les hace ser una bomba. No es que te las tengas que quitar, pero sí que se trata de carnes para tomar de vez en cuando, nunca sin limitación como nos proponían algunas dietas para adelgazar de antaño tipo Dukan.
  • Pescados:
    El pescado ahumado, pescado en salazón o pescado en conserva lleva mucha sal.
  • Cereales:
    Existen panes bajos en sal y panes elaborados con harinas complejas, que son mucho mejores que los de harina refinada.
  • Verduras y hortalizas envasadas:
    Aunque pueda parecer que las verduras siempre son sanas, si hablamos de su uso en elaboraciones como zumos, caldos, etc. veremos que siempre se añade sal.
  • Aceites y grasas:
    Cuidado con la manteca o la mantequilla con sal.
  • Bebidas:
    Algunas bebidas, sobre todo las que nos venden para la recuperación después del ejercicio, tienen mucha sal. Y algunas aguas minerales también. Lo mejor es que tomes agua del grifo, que además es mucho más sostenible. O hacerte tú mismo tu propia bebida para recuperar las sales minerales de tu cuerpo.
  • Procesados:
    Platos preparados, como sopas de sobre, pasta, carnes, cualquier tipo de comida rápida… llevan mucha sal.
  • Condimentos:
    Los cubitos de caldo, la mayoría de las salsas, como mostazas y mayonesas comerciales (incluida las light) llevan mucha sal.
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