
En un mundo de sobreestimulación y rutinas de diez pasos, hay algo liberador en tener un solo producto —español— que sirve para labios, cejas, manos, nariz y pies. Y que se paga con monedas. Foto: Koolshooters / Pexels
BELLEZA
La crema eficaz por tres euros existe. Y probablemente ya la tenía tu abuela…
Guía de usos cosméticamente válidos y científicamente comprobados de un clásico multitarea.
Por Equipo Welife
5 DE AGOSTO DE 2025 / 14:02
Había uno en el cajón de la cómoda, junto a las tiritas, el Vicks VapoRub y el frasquito de agua de colonia. No era necesariamente bonito. No lo había diseñado un estudio de arquitectura ni se escribía con tipografía escandinava. Pero ese pequeño bálsamo labial —a veces con olor a menta y naranja— era lo primero que tu abuela sacaba cuando aparecía un padrastro, una rozadura o una grieta en los labios.
Décadas después, ese mismo producto —o una fórmula prácticamente idéntica— ha acabado en neceseres de veinteañeras, mochilas de viajeros, escritorios de oficina y maletas de maternidad. No por nostalgia (que también), sino porque funciona.
Los bálsamos multiusos —porque lo de «labial» se les queda corto— han resurgido como una alternativa sensata en un mundo saturado de cosméticos específicos para cada microzona del cuerpo. Lo que antes era un remedio casero sin glamur hoy se redescubre como un producto eficaz, económico, sensorial y sorprendentemente moderno.
Del cajón de tu abuela al timeline de Instagram
Según los expertos de Dermo-Suavina, el secreto está en su fórmula. La mayoría de estos bálsamos se basan en una combinación simple pero poderosa de ingredientes que han resistido el paso del tiempo porque tienen una función real. Algunos ejemplos: el petrolatum o la lanolina, agentes oclusivos que reducen la pérdida de agua de la piel (TEWL) y favorecen su reparación; la cera de abejas, que aporta textura, protege y permite la fijación en piel y vello; los aceites esenciales, con propiedades antimicrobianas y antioxidantes; o el mentol natural, que refresca, descongestiona y calma.
Lo que sabían las abuelas (y confirma los farmacéuticos)
En la farmacia los despachan con alegría para labios cortados: su acción oclusiva evita que la piel pierda agua, y los aceites esenciales favorecen la cicatrización leve. No es raro que abuelas y madres embadurnen la nariz de los más pequeños en época de catarros: el mentol calma y descongestiona, mientras los ingredientes grasos reparan la barrera lipídica y protegen las mucosas. También eran (y son) útiles para los pies: aplicados antes de dormir, con calcetines, suavizan durezas, arreglan padrastros y alivian rozaduras hasta que puedas ir a hacerte la pedicura. Hoy, los modernos los usan incluso para fijar cejas rebeldes, sin apelmazar. Todo esto, con una sola aplicación de algo que cuesta menos de lo que vale un café.
Vivimos un regreso a lo esencial y las nuevas generaciones —entre serum y serum— buscan también productos que no dependan de algoritmos de marketing ni de campañas de influencers. Y todos queremos cosas que huelan bien, nos recuerden a casa, y que —cuando se acaben— nos hagan pensar: «Esto sí». Pero, sobre todo, porque en un mundo de sobreestimulación y rutinas de diez pasos, hay algo liberador en tener un solo producto que sirve para labios, cejas, manos, nariz y pies. Y que se paga con calderilla.
Bálsamos que resisten sin cambiar
No todo lo eficaz tiene que ser caro. No todo lo clásico tiene que ser aburrido. Y no todo lo que usaban nuestras abuelas es un remedio sin fundamento. A veces, lo mejor que puedes llevar en el bolso no es lo último que ha salido al mercado, sino lo que lleva cien años funcionando.
Algunos, como Dermo-Suavina, se fabrican desde 1880 en una farmacia de Villarreal. Su fórmula —a base de petrolatum, cera de abejas, mentol y aceites esenciales mediterráneos— ha conquistado ya a cinco generaciones. No ha necesitado rediseñarse. Ha bastado con que sus fans contaran lo bien que funciona. Y no está sola. Hay otros bálsamos con ingredientes clásicos y básicos como cera de abeja, caléndula, lavanda o centella asiática, con potencial para calmar, proteger e hidratar sin etiquetas innecesarias. La farmacia, está llena.
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