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La amabilidad está ganando protagonismo. Foto: RDNE / Pexels

MENTE

La amabilidad es el nuevo «cool»

Un 'gracias', una sonrisa y un 'por favor': la fórmula sencilla que está conquistando conversaciones y ganando puntos sociales.

Por Eva Carnero

31 DE JULIO DE 2025 / 14:00

Dar las gracias, añadir un ‘por favor’ a tus peticiones, o esbozar una sonrisa en cualquier conversación, está ganando terreno en las relaciones personales. No podemos decir que sea la norma, pero, sin duda, la amabilidad es una tendencia generalizada que se está abriendo paso. Esa actitud positiva, agradable y cálida es propia de las personas amables, o al menos, de un comportamiento amable. Ya que una cosa es que tu ADN contenga ese trato suave, agradecido y dulzón, y otra que lo adoptes en momentos puntuales.

En cualquier caso, lo cierto es que la amabilidad «está ganando protagonismo, probablemente debido a la necesidad de compensar todo lo negativo que vivimos diariamente a nuestro alrededor: malas formas, falta de responsabilidad afectiva, conflictos…», sostiene María Cartagena, psicóloga de Serendipia Psicología.

A veces, ser amable es la mejor revolución silenciosa que podemos hacer 

«Creo que esta tendencia tiene que ver un poco con la concienciación de la deshumanización a la que estamos llegando. Antes había un desequilibrio positivo entre la amabilidad y la grosería, en favor de la primera, pero hemos llegado a un punto que se ha descompensado la balanza hacia el segundo en algunos contextos», argumenta la experta, quien considera que «ante la necesidad de más amabilidad, muchos han decidido cambiar las tornas y hacer sobresalir esa parte más cálida nuestra y, de esta forma, fortalecer la convivencia en sociedad».

Amable, sí; blando, no 

A priori, es fácil reconocer la amabilidad a nuestro alrededor. Sin embargo, hay quienes la identifican con sumisión, algo que rechaza profundamente Cartagena: «La persona amable trata con respeto y decoro al otro, pero eso no significa que deba ceder cuando no quiere hacerlo. Se puede declinar hacer algo desde la amabilidad, por ejemplo». Y no, no hace falta ser un santo ni comerse un sapo.

Es importante recordar que, aunque a veces confundimos la amabilidad con la abnegación, en realidad son cosas muy diferentes. «Se puede ser amable y ser consciente de que no se puede contentar a todo el mundo, y que, además, no hacerlo es lo más natural y lógico del mundo, y que no nos debemos sentir mal por ello», apunta la psicóloga.

De hecho, uno puede ser amable y firme a la vez, poniendo límites. Es lo que la psicóloga califica como ser asertivo: «Una persona asertiva conoce sus derechos y sabe que puede hacerlos valer, además de poder dar su opinión sin menospreciar a los demás. Sabe que merece lo mismo que el resto, por lo que no hará nada que vulnere los derechos de los demás, pero hará valer los suyos propios». Un pequeño gesto que, como descubrirás, puede cambiarte el día (y el de los demás).

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La ciencia detrás de una sonrisa (y por qué funciona mejor que el café)

Recibir un trato amable ya es algo positivo en sí mismo, te alegra el resto del día (que no es poco). Sin embargo, quizá no seamos conscientes de otro punto que la amabilidad tiene a su favor, y es que es tremendamente contagiosa. La ciencia detrás de una sonrisa (y por qué funciona mejor que el café).

«Nos conecta con los otros, nos hace ser parte de la comunidad. Si nos ponemos a pensar, es una especie de trampa de la biología para lograr ser parte del grupo y, por ende, garantizarnos la supervivencia», arguye la experta. Y añade: «Ser amables con otros invita a que los demás también lo sean, lo que acaba creando una gran cadena de favores, como la película».

Los pequeños favores que hacen grandes cambios.

Esta propagación de la amabilidad se encuentra con ciertos escollos importantes, como las redes sociales. El uso de las nuevas tecnologías ha creado un mundo altamente deshumanizado. Tanto es así, que, según la psicóloga, «las pantallas nos están volviendo piedras. Nos vuelven frívolos premiando la superficialidad, lo material, la imagen… Solo hay que ver, por ejemplo, las aplicaciones para ligar: somos capaces de dejar de hablar con alguien, ‘dejarle en visto’ (o ghostear) sin que nos tiemble la mano. ¿Por qué? Porque no vemos lo que ocasionamos al otro tras la pantalla».

«Resulta más fácil hablar con alguien de un tema serio o importante desde tus dispositivos que cara a cara. El no tener al otro delante nos da una sensación de falsa valentía», asevera la experta. Las pantallas, el peor enemigo de la cortesía 2.0.

OTROS TEMAS WELIFE

En este contexto, muchas veces no resulta fácil separar el grano de la paja, o, dicho de otro modo, distinguir la verdadera amabilidad de la hipocresía y de las falsas intenciones. Sin embargo, María Cartagena lo tiene claro. «La persona que es amable genuinamente lo será la mayor parte del tiempo. Es posible que haya días que no esté tan receptiva a serlo obviamente, pero en su carácter predominará ese rasgo».

Por el contrario, «la persona que solamente es amable por conveniencia llegará un momento en que se destapará, pues es muy agotador ser alguien que realmente no eres. Es más, ser amable como fachada conlleva un gasto de energía tremendo, requiere poner mucho de nuestra parte, por lo que no es algo sostenible en el tiempo», asegura la experta.

Cómo reconocer la diferencia

Es más, tal y como afirma Cartagena, «el que es amable auténtico ve en sus actos algo que le reconforta, que le llena y le fortalece. En cambio, para el que no es amable de forma auténtica, es todo lo contrario: algo que le vacía, que le desagrada».

Por otro lado, hay personas a las que les cuesta un mundo mostrarse amables, incluso esforzándose en hacerlo. En esos casos, no se puede señalar una única causa que explique esa dificultad, ya que lo normal es que se deba a la confluencia de varios factores.

«Puede que hayan vivido malas experiencias siendo amables con otros, o que hayan experimentado resultados negativos en otros al serlo, por lo que no se fían de los demás. O tal vez, no se les haya enseñado habilidades sociales ni civismo en su entorno, por lo que desconocen cómo serlo», sugiere Cartagena.

Si te encuentras en ese grupo de personas con dificultades para ser amable con los demás, los consejos de la psicóloga María Cartagena te serán de gran ayuda para atravesar esa barrera:

Empieza por lo básico: saluda cuando llegues a un lugar, da las gracias, pide por favor o discúlpate si es necesario. Parece algo simple, pero ¿cuántas veces te has cruzado con personas que no lo hacen contigo? Piénsalo. Prueba durante un día, observa cómo se comportan las personas con las que interactúas. Ni es magia ni es cursilería, es sentido común aplicado.

Si este paso ya lo tenemos dominado, el siguiente sería tratar con respeto y calidez a esa gente con la que interactuamos. ¡No sabes lo que cambia decir algo con una sonrisa! Un acto sencillo que, sorpresa, funciona mejor que cualquier excusa.