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La contaminación de mares y océanos por los plásticos es una de las emergencias del siglo XXI./ Unsplash.
Medio ambiente
Cada minuto se vierten al océano el equivalente a dos camiones llenos de plástico. Estas son sus terribles consecuencias (y lo que puedes hacer tú para frenarlas).
26 de enero de 2023 / 18:01
Peces escondidos en neumáticos. Una centolla transportando fragmentos de bolsas de la compra. Envoltorios de chocolatinas y trozos de globos a más de mil metros de profundidad. Este peculiar, e incluso escalofriante, fondo marino no es producto de la imaginación de ningún escritor de ciencia ficción. Por desgracia se está convirtiendo en el paisaje habitual en las expediciones de Oceana, la mayor organización internacional dedicada exclusivamente a proteger los océanos del mundo.
Nos lo cuenta Natividad Sánchez, su directora de comunicación en Europa. “La basura llega a las profundidades marinas antes que los científicos. Prácticamente en todas las inmersiones que hemos hecho desde 2001 han aparecido residuos plásticos”, afirma.
Algo parecido relata Xavier Curto, responsable de incidencia política y relación con la empresa de Surfrider España. Esta ONG, creada en 1990, cuenta, entre otras acciones, con programas de concienciación a través de recogida de residuos en playas, lagos, ríos y fondos marinos. “No hay una playa en la que no encontrásemos residuos; siempre hay, por pequeños que sean. Desde antes de 2018, el más común son las colillas y restos de tabaco”, asegura Curto.
No es de extrañar cuando se calcula que cada minuto se vierte al mar el equivalente a dos camiones llenos de plástico. Que cada día se abandonan 30 millones de latas y botellas en nuestro país (la mayoría acaba en las aguas) o que se estima que en 2050 habrá en los océanos más plásticos que peces. Es frecuente que al oír estas cifras pensemos directamente en la gran mancha de plásticos del Pacífico. Pero esas sopas de residuos, que en un 80% proceden de tierra firme, según datos de Oceana, afectan a todos los rincones acuáticos del planeta. “En el Mediterráneo la situación es dramática”, asegura Sánchez.
Y es que, las consecuencias de esta tragedia marina son de tal magnitud que ponen los pelos de punta. Hasta el momento se ha documentado que más de 270 especies han sufrido al quedar enredadas entre plásticos, mientras que más de 240 especies lo han ingerido.
La fauna marina está cambiando sus hábitos. Pensemos, por citar algunos ejemplos, en esos cangrejos ermitaños que cambian las caracolas por tapones de botellas o en anchoas que comen plásticos porque piensan que son comida, ya que les huele a ello en cuanto se recubren de algas.
Recientemente, se está estudiando también los efectos negativos de este fenómeno sobre nuestra salud. Los microplásticos, prácticamente invisibles a nuestros ojos, son los responsables. Se trata de partículas de menos de 5 milímetros de tamaño procedentes de la fragmentación de los productos plásticos y de muchas otras actividades cotidianas. Los contienen algunos fertilizantes, pinturas, detergentes e, incluso, los tejidos de microfibra. De hecho, en cada lavadora que ponemos miles de estos cachitos se van por el desagüe hasta llegar al mar.
“En los últimos años, se ha encontrado presencia de microplásticos en la orina humana, en la sangre o en la leche materna. Nosotros también nos estamos contaminando por los plásticos y, aunque los impactos siguen siendo evaluados, se cree que pueden provocar problemas de salud”, advierte el portavoz de Surfrider. Si seguimos con los datos ilustrativos, WWF realizó un análisis que determinaba que en solo una semana nos comíamos el equivalente a una tarjeta de crédito.
Por mucho que las organizaciones y fundaciones como Oceana, Surfrider o Plastic Odyssey trabajen por proteger y recuperar los océanos, la dimensión del problema es tal que su solución se complica. De los 6.000 millones de toneladas de plástico fabricadas desde la invención de este material, 5.000 millones siguen presentes en nuestro planeta.
Especialmente, este material se encuentra en las aguas. “Hemos publicado un análisis sobre la viabilidad de sacar los restos de basuras marinas y las conclusiones son contundentes: en muchos casos, no se puede eliminar porque se daña a especies enredadas en ellos, o no existen tecnologías para retirarlos o el coste asciende a cientos o miles de euros diarios”, subraya Natividad Sánchez.
Por su parte, Xavier Curto insiste en que “aunque dejáramos de fabricar plástico vamos a tener durante cientos de años toda la basura que ya ha llegado al mar”.
Sin embargo, ambos coinciden en que sí existe solución para frenar la tragedia. Esta pasa por un importante cambio de hábitos sociales, como ya hacen muchas marcas oceanfriendly, así como la puesta en marcha de nuevas medidas gubernamentales. “Si retrocedemos un par de generaciones, este problema no existía. Por tanto, se puede revertir, y desde Oceana pedimos políticas valientes. La creación de un tratado mundial sobre los plásticos es una oportunidad para abordar esta crisis global y, en paralelo, los países deben ir restringiendo el uso de los plásticos innecesarios”, reclama Natividad.
En 2021 asistimos al fin de las bolsas de plástico gratuitas en el supermercado y la sustitución por las compostables. Y en 2024 todos los bricks y botellas deberán presentar el tapón adherido al envase. Pero está claro que hace falta más.
Como en cualquier otro problema medioambiental, todos nosotros podemos poner de nuestra parte para frenarlo. En el caso de las basuras marinas, nuestra aportación es realmente fundamental. Junto al reciclaje en los contenedores amarillos, existen muchas opciones para reducir nuestro consumo de plástico. Seguramente ya llevas tus propias bolsas a la compra, pero desde este mes, tal como recoge el Real Decreto de Envases y Residuos, también puedes ir con tu propio táper para la carne, el pescado o el queso.
“Podemos reutilizar muchos productos, evitar las compras compulsivas y, sobre todo, dejar de lado el ‘un solo uso”, propone Curto, que también nos anima a apoyar a asociaciones o entidades que ya trabajen en ello. Y no solo económicamente. “Participar en una recogida de Ocean Initatives, por ejemplo, ayuda a entender el alcance de la contaminación marina y buscar soluciones”, añade. Está claro que, ante esto, toca mojarse.
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