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“Con la irrupción de la IA, es más importante que nunca entender el lenguaje de las máquinas”, Eugenia Silva, coimpulsora del programa Ellas hablan código. FOTO: Andrea Piacquadio, Pexels.

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Aprender código informático antes que a sumar: la revolución que las niñas sí quieren

En el cole siguen con las fracciones, pero fuera, la informática ya compite con los deberes. Eugenia Silva lanza una cruzada por el código con una idea clara: el futuro se programa desde los ocho años.

Por Equipo Welife

22 DE JULIO DE 2025 / 14:02

Por mucho que suene a distopía (o a anuncio de gafas futuristas), hay niñas de ocho años que están aprendiendo programación antes que a dividir por dos cifras. O al menos, esa es la idea detrás de Ellas hablan código, la iniciativa que han lanzado Eugenia Silva y Generación Code con un objetivo tan ambicioso como necesario: enseñar a las niñas (y a los niños, pero sobre todo a las niñas) a hablar el idioma del futuro. Ese que no se vocaliza, pero se teclea.

La propuesta suena moderna, pero parte de un problema bastante antiguo: que cuando pensamos en un «loco de la informática», seguimos visualizando a un chico, probablemente con sudadera. No es casual. Según un estudio reciente impulsado por Deloitte y Code.org, el 46% de la población cree que la informática «es más de chicos que de chicas». Lo curioso es que esa idea no aparece en la infancia. Es durante la Primaria cuando algo se rompe: la curiosidad sigue ahí, pero desaparece la confianza.

Lo importante no es que las niñas sepan programación. Es que crean que pueden.

Porque lo grave no es que una niña no quiera programar. Lo preocupante es que piense que no puede. Y eso es justo lo que Ellas hablan código quiere evitar. ¿Cómo? A golpe de referentes, becas y campañas que normalicen lo que no debería sonar raro: que a una niña le gusten los videojuegos, la lógica, la inteligencia artificial… o todas a la vez.

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«Con la irrupción de la IA, es más importante que nunca entender el lenguaje de las máquinas», señala Eugenia Silva. Lo dice quien ha pasado de posar en pasarelas a dirigir una productora creativa, fundar agencias de representación y coliderar un movimiento educativo. Porque si algo está claro es que el estilo no está reñido con la transformación social.

De niñas que juegan a científicas a adultas que cobran un 10% menos

Las cifras no engañan (aunque entristecen): las universitarias STEM ganan un 10% menos que sus compañeros hombres. ¿Será porque estudian peor? No. ¿Porque tienen menos vocación? Tampoco. Simplemente, entran menos, y cuando entran, lo hacen tarde y con menos respaldo.

La solución no pasa sólo por llenar las aulas de programación. Pasa por actuar antes. Por eso este programa arranca con más de 100 becas para niñas y niños de entre 8 y 15 años. Porque si vas a cambiar el sistema, mejor empieza desde la base.

Y a veces, el cambio se nota desde el primer día. «Le encantó el ambiente, los profesores y sobre todo lo intuitivo que le resultó el curso. La motivó muchísimo a seguir», cuenta Olvido Olea, madre de una niña participante en los bootcamps. «Desde el primer día vino fascinada por la programación. El segundo, lo primero que dijo al levantarse fue: ‘Corre, mamá, que no quiero llegar tarde y perderme algo”. Tiene 13 años, aún no sabe qué quiere ser de mayor, pero no descarta que su futuro esté en la tecnología. Y eso, para Olvido, ya es un cambio.

El código como nuevo idioma global… y ellas sin diccionario

Ya no hace falta querer ser programadora para que te convenga entender código. Vivimos rodeados de él: en el móvil, en el coche, en el reloj, en el microondas que detecta el plato y no lo calienta. Saber cómo funciona no es una rareza, es alfabetización básica.

Pero mientras los algoritmos deciden qué canción escuchamos o qué noticia vemos, la mitad de la población sigue sin entender cómo se escriben. No porque no pueda, sino porque no le enseñaron a hacerlo. O peor: porque nunca se sintió invitada a intentarlo.

«Si no enseñamos pensamiento computacional a los 8 años, llegamos tarde. No es por tecnofilia: es por justicia educativa», subraya Fran García del Pozo, director regional de Code.org y coimpulsor del programa. Y lo cierto es que cuando se dice así, deja poco margen de duda.

Eugenia Silva: de la moda al manifiesto tech

¿Y qué pinta Eugenia Silva en todo esto? Pues bastante. Su historial es conocido (modelo, empresaria, embajadora de marcas), pero en los últimos años ha sumado un nuevo rol: el de activista del conocimiento. No con pancartas, sino con proyectos.

Su productora, The Crew, lleva tiempo apostando por contenidos con propósito. Y ahora, con este programa, la apuesta se hace política (en el mejor sentido): dar a las niñas herramientas para decidir su futuro. Aunque ese futuro incluya programar robots o crear videojuegos. O precisamente por eso.

Lo que se rompe en Primaria no se repara en la universidad

Es fácil pensar que todo se arregla al llegar a la universidad. Que basta con animar a las adolescentes a elegir carreras tecnológicas y listo. Pero no. La brecha empieza mucho antes. A los 8 o 9 años, cuando una niña se convence de que lo suyo son las letras. O de que la tecnología es difícil. O de que no le va a gustar.

Por eso este tipo de iniciativas no solo enseñan código. Enseñan posibilidades. Y eso, en tiempos de algoritmos opacos y noticias generadas por IA, es más revolucionario que aprender a programar en sí.

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