
Ana María Lajusticia, la científica que lo apostó todo por la suplementación cuando ni se hablaba de wellness, con su nieta Lara. Foto: Ana María Lajusticia
CUERPO
De leyenda a youtuber: así se convirtió Ana María Lajusticia en fenómeno de los suplementos
Su nieta le montó un canal. Ella puso los suplementos. Así culmina el fenómeno Ana María Lajusticia, llenando las farmacias y Youtube.
Por Marta
24 DE JUNIO DE 2025 / 14:00
Durante décadas, Ana María Lajusticia fue sinónimo de colágeno con magnesio. De suplementos. Aparecía en los lineales de farmacia con la misma naturalidad que el ibuprofeno. Tenía algo de icono pop accidental: una señora rigurosa, seria, enfundada en su bata blanca, explicando a cámara que el hueso está vivo, que el cartílago se regenera, que el magnesio es milagroso, pero con base científica. Y lo decía sin adornos, sin storytelling, sin filtros de Instagram. Solo datos. Solo ciencia.


Una nieta, una cámara y el arranque de un fenómeno improbable
Lo que no sabíamos es que detrás del fenómeno digital de Ana María —la de verdad, la que existió, vivió cien años y trabajó hasta los 96— había una nieta, Lara, que un día decidió convertir a su abuela en youtuber. Así, sin más. «Le dije: abuela, esta semana hablamos de esto y de esto. Y me decía: pero si eso ya lo hemos contado. Bueno, lo enfocamos distinto», cuenta Lara. Montó un canal, grabó ella misma los vídeos, aprendió a editar en YouTube con tutoriales y convirtió las charlas de sobremesa en píldoras de sabiduría que hoy suman más de 700.000 suscriptores y 300 vídeos. «Estábamos solas, pero yo le decía: te está viendo mucha gente. Y ella: no, mujer, si estamos tú y yo».
De la química al magnesio (y de ahí al legado)
Lo que ocurrió después fue inesperado. Ana María Lajusticia, licenciada en Ciencias Químicas en la Barcelona de los años 40, se convirtió en referente multigeneracional. Una abuela que hablaba de articulaciones, sí, pero también de empoderamiento y coherencia. Una científica que lo apostó todo por la suplementación cuando ni se hablaba de wellness. Una pionera sin saberlo.
El día que dijo «ya lo he contado todo»
Cuando llegó el Covid, y también el deterioro físico, Ana María dejó de grabar. «Nos dijo: ya no tengo más que contar. Lo he contado todo». Y entonces, en medio de ese silencio, empezó otra fase: la del legado. Su nieta, ahora embajadora del negocio familiar, tuvo claro que la marca no podía convertirse en una más. «Si perdemos la voz de mi abuela, perdemos el alma de todo esto».
Una biblioteca de saber casero (y de consultas reales)
Pero la voz estaba grabada. En esos vídeos caseros que empezaron como una solución para no exponerla al cansancio y se convirtieron en una biblioteca del conocimiento. También estaba en los correos que llegaban a diario. En las cartas que aún guardan en una caja. En los testimonios de miles de personas que encontraron alivio —y compañía— en sus productos. “Cambiar vidas suena muy fuerte, pero cuando alguien te dice que le has ayudado a dormir o a volver a caminar… eso engancha”, confiesa Lara.
Donde no llega el magnesio, llega la escucha
Hoy, Ana María Lajusticia sigue viva. En sus etiquetas sin artificios, en los vídeos que su nieta grabó con una Canon, en cada consulta que responde el equipo de nutricionistas que ella misma formó. «Mi abuela nunca recomendó nada sin explicar por qué funcionaba. Porque no creía en milagros. Creía en el magnesio, en los huesos vivos, en la química».
Una historia que continúa (aunque la voz sea otra)
La nieta, por cierto, no se define como sucesora. «Yo no sustituyo a mi abuela. Es insustituible. Pero sí soy quien puede seguir contando su historia». Quizá, quién sabe, pronto, en Netflix.
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