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la violencia obstétrica es un tipo de violencia llevada a cabo por profesionales de la salud a las mujeres

Este tipo de violencia puede expresarse mediante lenguaje o actos./ Unsplash.

SALUD FEMENINA

Violencia obstétrica: ¿por qué se ha silenciado tanto este polémico maltrato?

Son cada vez más las mujeres, profesionales y organizaciones, que alzan la voz para denunciar el trato que reciben en los paritorios y en las consultas ginecológicas. ¿Has sufrido esta forma de violencia?

Por Mónica Heras

13 de julio de 2022 / 10:00

¿Has escuchado hablar de la violencia obstétrica? Es una más de las agresiones que sufrimos las mujeres y, aunque existe mucha polémica en torno a ella, está tipificada por la OMS y considerada delito en algunos países.

Como podemos leer en la página de la Universitat Jaume I de Valencia, “se ejerce en el contexto sanitario y afecta a los cuerpos y los procesos sexuales y reproductivos (especialmente, el embarazo, parto, posparto y lactancia) de las usuarias del sistema de salud y de sus hijos e hijas. La violencia obstétrica se produce cuando se suman violencia de género y mala praxis médica”.

Esta institución cuenta con un área específica que estudia el tema de la violencia obstétrica, e imparte congresos y seminarios al respecto, el último de ellos a cargo de Desirée Mena Tudela, profesora del Grado en Enfermería de la UJI, en colaboración con la asociación El Parto es Nuestro, el Observatorio de Violencia Obstétrica, el Instituto Universitario de Estudios de Género, la Unidad de Igualdad y la Fundación Isonomía. Y es precisamente a ella a quien hemos recurrido para profundizar en la importancia de este tipo de violencia.

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¿Qué es la violencia obstétrica?

Desirée nos explica que la violencia obstétrica es un tipo de violencia llevada a cabo por profesionales de la salud a las mujeres, durante su vida sexual y reproductiva. Hay que tener en cuenta que este tipo de violencia puede expresarse mediante lenguaje o actos y que puede presentarse en cualquier etapa reproductiva: embarazo, parto, puerperio, lactancia.

Además, nos recuerda que el eje fundamental de este tipo de violencia se centra en el hecho de desproveer a la mujer de capacidad de autonomía, de la capacidad de decidir sobre su cuerpo y sus procesos y, por supuesto, sobre los de su criatura.

En estos momentos, la legislación española la define como: “…consiste en impedir o dificultar el acceso a una información veraz, necesaria para la toma de decisiones autónomas e informadas. Puede afectar a los diferentes ámbitos de la salud física y mental, incluyendo la salud sexual y reproductiva, y puede impedir o dificultar a las mujeres tomar decisiones sobre sus prácticas y preferencias sexuales, y sobre su reproducción y las condiciones en que se lleva a cabo, de acuerdo con los supuestos incluidos en la legislación sectorial aplicable

¿Qué prácticas se contemplan dentro de este tipo de violencia?

Desirée Mena Tudela comparte que existen diversas revisiones publicadas entre la literatura científica que hablan claramente de qué prácticas podemos enmarcar dentro de la violencia obstétrica. Así, podemos señalar el abuso físico, verbal, el estigma y la discriminación, la mala comunicación y el abuso de procedimientos y tecnologías (intervencionismo y medicalización).

A pesar de ello, también es necesario destacar dos ejes. En algunas ocasiones las intervenciones son muy necesarias y salvan vidas, por supuesto. Pero aún en esas situaciones, la mujer tiene que ser informada y se tiene que sentir parte del proceso. 

La Organización Mundial de la Salud contempla en su definición de ‘Experiencia de parto positiva’, lo siguiente:

Las mujeres desean una experiencia de parto positiva que satisfaga o supere sus expectativas o creencias personales y socioculturales previas. Esto incluye dar a luz a un bebé sano en un entorno sin riesgos clínicos ni psicológicos, y en continuidad con un apoyo práctico y emocional por parte del acompañante o acompañantes durante el parto, así como un personal clínico amable y técnicamente competente. La mayoría de las mujeres desean un trabajo de parto y parto fisiológicos, y tener una sensación de control y logro personal mediante la participación en la toma de decisiones, aun cuando sean necesarias o deseables intervenciones médicas.”

¿Qué podemos hacer frente a la violencia obstétrica?

Desirée Mena hace hincapié en que esto dependerá del enfoque.

Como mujer/víctima

Yo, como mujer y víctima, no soy responsable de este tipo de violencia. No soy culpable ni responsable de absolutamente nada (ni siquiera de no haberme informado). A la mujer, no se le puede, además, pedir que sea proactiva frente a ella.

«Ahora bien, si una mujer se siente con fuerzas, empoderada y con ganas de actuar, lo primero que le recomendaría hacer es establecer un diálogo directo con el centro y/o con el profesional sanitario correspondiente a través de hojas de reclamaciones. De cierta manera, si no se conoce qué está pasando en el centro, será muy difícil que se pongan soluciones.»

Como profesional sanitario

Aquí es más simple, nos dice Desirée. Todo empieza por respetar a las mujeres, a sus decisiones, informarlas adecuadamente y respetarlas. No practicar la violencia obstétrica.

El sistema

Tenemos mucho que decirle al sistema, apunta Mena Tudela. Se necesitan mejores áreas de atención obstétrica, motivación al personal sanitario, aumento del número de personal sanitario contratado en condiciones dignas, intención del uso de la evidencia científica, protección a través del ámbito legislativo, educación con perspectiva de género a las profesiones sanitarias y también a la población. Recursos para que los propios profesionales sepan detectar la violencia obstétrica (en sus prácticas o en prácticas de sus compañeros) y puedan denunciarlas, establecer mecanismos efectivos de defensa para las mujeres, etc.

Consecuencias físicas y psicológicas

«Las consecuencias son muy importantes, y la violencia obstétrica tiene repercusiones sobre las mujeres y sus criaturas, por ser víctimas directas, pero también tiene consecuencias sobre el personal sanitario que la ejerce o que trabaja en un ambiente violento.», nos explica Desirée.

Por ejemplo, sobre las mujeres y sus criaturas, podemos hablar de consecuencias como bloqueo o la dificultad para retomar las relaciones sexuales o la penetración, rabia y desconfianza en la relación con los profesionales sanitarios, Infertilidad secundaria por miedo a volver a sufrir violencia, mala adaptación al rol maternal o problemas con la lactancia. Pero también de consecuencias como trastorno de estrés postraumático perinatal o secuelas físicas como el dolor permanente en el coito, pérdida del útero, la incontinencia urinaria y/o fecal.

La experta nos recuerda que algunos profesionales sanitarios también desarrollan fatiga compasiva o estrés traumático secundario, como respuesta a estar experimentando los traumas vividos en primer grado por la mujer. Algunos incluso abandonan el ejercicio de su profesión con dos vertientes que podemos destacar:

  1. abandono total de la profesión 
  2. ejercicio de la profesión de manera independiente o fuera del sistema establecido en España. 

Violencia obstétrica en España

Las cifras estremecedoras. Según este estudio, este otro y este, para Desirée, estas son las cifras más señaladas:

  • 67.9% de las mujeres piensan que las instituciones sanitarias no apoyan sus derechos. 
  • 34.5% fueron criticadas por su comportamiento con comentarios irónicos o descalificadores.
  • 31.4% fueron tratadas con sobrenombres o diminutivos infantilizadores.
  • 48% les fue imposible aclarar dudas, expresar miedos o inquietudes.
  • A un 83.4% no se les pidió el consentimiento informado.
  • Un 44.4% percibió que se le estaban aplicando procedimientos innecesarios y/o dañinos para ella o su criatura.
  • un 54.5% se sintió insegura, vulnerable, incapaz o indiferente en el trato recibido.
  • Un 38.3% afirmaron haber vivido violencia obstétrica. 
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