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Una cosa es ser mala persona y otra, tener cierto grado de egoísmo positivo que nos lleva a cuidar más de nosotros. FOTO: Polina Tankilevitch de Pexels.

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Por qué los psicólogos quieren que dejes de preocuparte tanto por los demás y seas más egoísta (spoiler: serás más feliz)

No se trata de volverse un villano de película. Pero un poco de egoísmo positivo te hará más feliz y, de paso, te quitarás de encima a muchas relaciones que solo buscan aprovecharse de ti

Por Marcos López

25 DE OCTUBRE DE 2025 / 08:00

Siempre estás totalmente disponible para ayudar a los demás. Para escuchar sus problemas y, si la ocasión lo requiere, acudir a su rescate. Lo que es muy de agradecer por todas las personas que te rodean. Aunque no tanto por la más importante de todas: tú. Que de tanto preocuparte del prójimo, estás descuidando tu propio bienestar. Así que ya basta de priorizar a los demás. ¿Quieres ser más feliz? Tan sólo tienes que ser un poquito más egoísta. Pero con egoísmo del bueno, o, como dicen los psicólogos, egoísmo positivo. 

Bernardette Silva Dalvit, psicóloga clínica del centro ViBood Psicología, explica que «en Psicología, cuando hablamos de ser más egoísta nos referimos a ejercer un autocuidado saludable. No se trata de dejar de pensar en los demás, sino de asumir la responsabilidad de nuestro propio bienestar. Un adulto emocionalmente maduro es aquel que ha aprendido a cuidarse a sí mismo, en lugar de depender o vivir en función de otros».

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Velar por los demás y estar siempre disponible a echar una mano es un valor encomiable. Incluso te ayuda a ser mucho más feliz, siempre que esquives a esas personas tóxicas que buscan aprovecharse de ti y no antepongas la dicha ajena a la propia. Y no: tampoco vale utilizar el altruismo para evadirte de tus problemas y no poner remedio a lo que no marcha bien en tu vida.

En palabras de la experta, «muchas veces, el exceso de altruismo puede ser una forma de evitación: estar siempre pendientes del otro a veces es una excusa para no mirar hacia adentro o posponer decisiones personales. Por eso, priorizarse no es un acto egoísta en el sentido negativo, sino una forma de construir una vida con sentido y vínculos más auténticos, basados en la elección y no en la necesidad».

Una cosa es ser buena persona y otras, pagar siempre los platos rotos ajenos. Esta fase de egoísmo positivo implica dejar de hacer cosas que, por mucho que beneficien a un allegado, acaban siempre perjudicándote. Incluso si solo  te roban tiempo que deberías invertir en ti. Además, y salvo en el caso de esas amistades tóxicas que ya estás tardando en mandar a paseo, preocuparte más por tu bienestar reforzará tus vínculos con tus amigos y familiares. También con tu pareja.

Como destaca Bernardette Silva, «el autocuidado mejora nuestras relaciones. Cuando una persona está bien consigo misma, puede estar mejor para los demás. No exige, no depende, y no busca que el otro le dé sentido a su vida. Desde ese lugar, los vínculos se vuelven más sanos, libres y equilibrados».

Pero aún hay más. El egoísmo positivo no sólo es beneficioso para quien lo practica. También lo es para las personas que lo rodean. No en vano, «cuando alguien se prioriza y se cuida, se convierte en un modelo para su entorno. En Psicología lo llamamos aprendizaje vicario: aprendemos mucho observando a los demás. Ver a alguien que pone límites sanos y se respeta a sí mismo inspira a otros a hacer lo mismo», apunta la psicóloga clínica.

En definitiva, continúa la experta, «cuando nos sentimos equilibrados, podemos estar presentes para los demás desde un lugar más genuino. No proyectamos frustraciones ni inseguridades, lo que ayuda a construir vínculos más sólidos y menos cargados emocionalmente. Practicar este tipo de autocuidado no nos vuelve menos empáticos o solidarios. Al contrario, nos permite contribuir a una sociedad más saludable».

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Antes de embarcarte en una nueva vida más egoísta, conviene dedicar unos instantes a la introspección. O como refiere Bernardette Silva, «preguntarnos quiénes somos, qué necesitamos y qué aspectos hemos estado descuidando. El autocuidado no es igual para todos, y es importante descubrir qué nos hace bien a nosotros en particular, más allá de los modelos sociales impuestos». El siguiente paso es «aprender a comunicarnos de forma honesta y asertiva. Poner límites, expresar nuestras necesidades sin culpa y reconocer nuestras emociones son pasos clave. Esto no implica dejar de pensar en el otro, sino poder vincularnos desde un lugar más auténtico».

Es natural tener miedo a que los demás se sientan (temporalmente) molestos por este cambio en tus prioridades. O que, tras tanto desvivirte por el bienestar ajeno, te cueste identificar qué es lo mejor para ti. «La terapia es un excelente espacio para trabajar todo esto. Nos brinda herramientas para conocernos, revisar nuestros vínculos, y empezar a construir una vida más coherente con quienes realmente somos», concluye la experta.