
MENTE
Tienes 25 años y aún no sabes quién eres (ni falta que hace): el cerebro sigue en obras hasta los 30, y eso es una oportunidad
Para muchos, ser joven es sinónimo de caos. Pero lo que realmente ocurre es que tu cerebro aún está en desarrollo. Aprovéchate de esta ventaja: es la excusa perfecta para seguir buscándote sin prisas.
Por Paka Díaz
5 DE AGOSTO DE 2025 / 07:30
Desde que un niño nace, ya se le empiezan a colgar etiquetas. Que si es esto, o lo otro. Algunas están genial, pero otras, como que los jóvenes son un caos, se convierten en lastres cuando, en realidad, el crío está en plena evolución. De hecho, los estudios muestran que el cerebro no termina de madurar hasta los primeros años de la edad adulta. O sea, entre los 25 y los 30 años. Y, como el cerebro es plástico, eso se puede aprovechar para moldear para potenciar los rasgos de la personalidad que le vienen mejor a la persona. Mientras que, por otra parte, se aprende a aceptar y gestionar lo que menos interese.
Pese a que se suele creer que la forma de ser de cada persona se genera en la infancia o juventud, lo cierto es que entonces el cerebro aún no ha madurado. La ventana de tiempo es mucho mayor y se trata de una oportunidad única para moldear hábitos. «La maduración física va por delante de la emocional, está relacionada con las hormonas asociadas al crecimiento y el desarrollo madurativo cerebral que se estima entre los 25 y 30 años», explica Pilar Conde, psicóloga y directora técnica de Clínicas Origen.


Cuerpo de adulto, cerebro en construcción: la paradoja de crecer sin estar del todo preparado
Como señala Conde, el desfase entre un físico de adulto y un cerebro aún inmaduro puede tener consecuencias. «Vivir situaciones o expectativas de adultos en cuerpos adultos, pero con cerebros no maduros, impacta en cómo se percibe uno a sí mismo», apunta. Es decir, si aún no se está emocionalmente preparado para afrontar ciertas decisiones o presiones sociales, esto puede crear conflictos internos, inseguridad o una imagen distorsionada de ti mismo.
Saber que el desarrollo cerebral prosigue hasta los 30 años cambia radicalmente la perspectiva sobre uno mismo y sobre los demás. «Nos ayuda a entendernos cuando somos más jóvenes. Y también a ser compasivos con nosotros mismos cuando nos juzgamos desde la edad adulta», analiza la psicóloga. Esta conciencia también nos hace más empáticos con los jóvenes, ya que «nos permite entender que hay cosas para las que todavía no están preparados».
Tu cerebro es moldeable: aprovecha esta fase para darle forma a lo que quieres ser
El proceso de maduración del cerebro supone una oportunidad ideal para educar hábitos y respuestas emocionales. Ocurre porque, lejos de ser un órgano fijo, el cerebro es plástico y cambia con la experiencia y el entrenamiento. «Forma parte de nuestra percepción, de nuestra experiencia emocional… por lo que sí tiene que ver en cómo nos percibamos y cómo desarrollemos nuestras capacidades», señala Conde.
En la práctica esto significa que se puede educar y moldear el cerebro. «Todas las personas podemos mejorar, si tenemos motivación hacia ello», afirma la experta. Y recuerda que «el trabajo que hagamos tiene un impacto en la educación cerebral».
Hábitos con truco para sacar lo mejor de ti y silenciar a quienes siguen hablando de jóvenes y caos
- Los rasgos de la personalidad se pueden fomentar con hábitos diarios, para ser más seguros, disciplinados, empáticos y resilientes. «Todo lo que está relacionado con el amor propio y la autoestima, con la disciplina hacia los objetivos, la empatía y las habilidades sociales, son rasgos que solemos querer potenciar», indica Conde. Para lograrlo, la psicóloga da una serie de recomendaciones.
- Practicar la autocompasión y la autoaceptación. «Muchas veces el propio rechazo es lo que deriva en que las personas tengan dificultad en gestionarlo», señala Conde.
- Dedicar tiempo a entender nuestras emociones. «La clave está en ser honestos con nuestra experiencia emocional, sin caer en la culpa o la exigencia excesiva», explica. Para lograrlo propone identificar las emociones que estás sintiendo y «entiende que todas son necesarias, tanto las de valencia positiva como negativa, no huyas de ellas. Intenta no reaccionar de manera impulsiva cuando sientas cierta emoción. Piensa que te estás diciendo a ti mismo para sentirte así, e intenta flexibilizar tu interpretación».
- Hablar con personas de confianza sobre lo que sentimos. La experta sugiere «hablar sobre emociones sin juzgar».
- Leer sobre personajes que nos inspiren, para aprender de sus decisiones y procesos. «Se trata de realizar una lectura reflexiva», recuerda.
- Realizar ejercicios de mindfulness o una meditación breve cada día. «Meditar entre 5 y 10 minutos diarios pueden marcar la diferencia», comenta Conde.
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