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La depresión no existe: consejos para no dañar a una persona con depresión

Editorial Vergara

Día Mundial de la Lucha Contra la Depresión

¿Qué decir y (sobre todo) qué no a una persona con depresión?

Intentar animar a una persona que padece depresión no es fácil. En ocasiones, sin querer, podemos hacer más mal que bien. Juan Carlos Rincón ha creado una completa y sencilla guía para evitarlo.

Por Miriam Aguilar

07 DE OCTUBRE DE 2021 / 20:35

Juan Carlos Rincón, abogado, periodista y escritor, lleva años entrando y saliendo de diversos estados de depresión. En su largo recorrido por este inefable viaje a través de lo más escondido de su mente se ha encontrado con todo tipo de reacciones, desde preocupación y solidaridad hasta extrañeza y rechazo. «Es muy difícil entender a una persona que tiene depresión, más cuando muchas veces ni ella misma sabe qué le pasa», explica el experto en un libro que es toda una revelación: «La depresión no existe. Guía para no causar daño cuando hables con una persona deprimida».

Cada 13 de enero se celebra el Día Mundial de la Lucha Contra la Depresión, un trastorno mental más frecuente de lo que imaginamos: se estima que afecta a más de 300 millones de personas en el mundo. Visibilizarlo es tarea de todos. Por eso, libros como los de Rincón, que hablan del tema sin tapujos, son tan necesarios.

Y es que tanto si hemos estado en un lado (persona con depresión) como en el otro (alguien cercano a ti la padece) hemos podido decir y escuchar frases que, a pesar de la intención de ayudar, han hecho mucho daño. Juan Carlos las resume con agudeza en cada uno de los episodios de su obra: van desde «No estés triste» a «Hay gente mucho peor de lo que tú estás», pasando por «Si se te ve tan bien» o «¡Piensa en positivo!»… Una serie de consejos que para la persona que sufre la depresión no es que suenen vacíos, es que además le molestan. No se trata de la depresión estacional que  llega con los días más cortos y el mal tiempo. Implica mucho, pero que mucho, más.

Acompañado por las ilustraciones de Cecilia Ramos (La Ché), el manual descubre de forma clara y sencilla lo que no hay que decir, y lo que sí. Justificado por estudios científicos y por la propia vivencia del autor con el que ya se han identificado miles de personas. En definitva, ambos demuestran que hay que dar mayor visibilidad a este problema que SÍ existe, y también tiene hasta su propio Día en la efemérides europea.

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La depresión no siempre viene dada por una causa concreta y un manual de instrucciones a seguir como puede ser el caso de un brazo roto. Tratar una depresión, una enfermedad completamente invisible, es de tal complejidad que incluso a muchos psiquiatras les cuesta abordarla de la forma correcta. Cuántos psiquiatras tuvo que ver Juan Carlos, hasta que dio con alguno que realmente supo empatizar y ponerse en tu piel. Desde esa escucha y esa comprensión se puede empezar a tratar la depresión. Pero nunca será un camino sencillo.

«Vivimos en un mundo que no sabe cómo lidiar con la tristeza propia y ajena»

La tristeza es un sentimiento que experimentan todas las mentes, pero la depresión conlleva una tristeza abrumadora, que te deja paralizado, sin entender lo que ocurre. Que te digan «No estés triste» no ayuda nada, no es que tú quieras estar así. Es que, simplemente, no sabes cómo salir de ello. A esa tristeza le acompañan sentimientos de ansiedad, confusión, debilidad… Mucho mejor decir: «lamento que estés así, ojalá pudiera hacer algo para que te sintieras mejor». Es decir, una escucha llena de empatía.

«Pero si se te ve tan bien…» Lo cierto es que es muy fácil aparentar que estás bien. Salir al mundo bien vestido y con una sonrisa, aunque tu mundo interior sea un auténtico caos. Ponernos una ‘máscara’ ayuda más que nada a disfrazarte y pasar desapercibido, porque te da vergüenza que la gente te vea mal, sobre todo cuando «lo tienes todo en la vida», otra de esas frases que peor sientan a una persona con depresión. Porque además de estar mal, parece que eres un desagradecido.

Pero la depresión no se elige, no es algo que nadie busque. Llega y tienes que apechugar con ella. Y seguir apechugando con los comentarios de los demás, que desde fuera no lo ven y desde dentro (si no han pasado por algo similar) son incapaces de entender. Lo peor de todo es que la persona deprimida acaba comprando ese discurso porque «sí, siempre se puede estar peor». Tu cerebro es consciente de que hay males por todo el mundo, pero lo cierto es que ese que te aqueja no tiene igual y consigue distanciarte de esa realidad del mundo que para ti existe de una forma muy difuminada.

La depresión en cifras

Un estudio de Kessler y colaboradores indicaba que «casi una de cada cinco personas va a experimentar un episodio depresivo severo en algún punto de su vida». En muchos casos, viene producido por un desequilibrio químico que no tiene un detonante claro. Interviene la estructura del cerebro, la predisposición genética y factores ambientales. Es decir, que le puede pasar a cualquiera y no se sabe muy bien por qué.

«Una persona se quita la vida cada 40 segundos».

Está claro que algo no estamos haciendo bien. Unas 800.000 personas se quitan la vida al año y se estima que ha habido unos 16.000.000 de intentos de suicidio. ¿De verdad que no podemos hacer nada más por la salud mental?

Una de cada seis personas en la Unión Europea sufre de problemas de salud mental, que incluyen «depresión, desórdenes de ansiedad y abusos de alcohol y sustancias» según datos de la Organización para la Cooperación y Desarrollo Económicos (OCDE). En España se calcula que el 6,7% de la población tiene ansiedad, la misma cifra que personas con depresión. Así lo expuso la Confederación de Salud Mental de España y la Fundéu BBVA en 2019, añadiendo que en ambos casos la prevalencia es más del doble en mujeres (9,2%) que en hombres (4%)

Es cierto que, según la ciencia, sonreír tiene efectos beneficiosos para el cerebro, pero en el caso de la depresión no ayuda: «me sentía aún más aislado porque las personas con las que interactué creyeron que estaba mejor, pero solo estaba escondiendo mi desazón tras una sonrisa. Mentí, mentí y mentí y terminé sintiéndome más solo» dice Rincón en el libro.

«Lo que te hace falta es salir, entretenerte». Como si eso lo arreglara todo. Lo primero, que a una persona con depresión lo que menos le apetece es salir y relacionarse porque se siente como un ‘alienígena’, intentando encajar entre los humanos. Esa soledad que busca la persona con un problema así no es voluntaria, es «una condena impuesta por el cuerpo y la mente, que están fallando».

Las pastillas, los ‘loqueros’… Otro peliagudo asunto a tratar. Aunque ha habido cierta apertura de mente en los últimos tiempos, aún sigue siendo un contenido tabú. No dices que estás tomando antidepresivos como dices que estás con pastillas para la migraña (cuando incluso a veces puede tratarse de medicamentos similares). Da vergüenza. También la da decir que vas al psiquiatra, porque desde siempre nos inculcaron que quien iba tenía que estar loco de atar (de ahí lo que loquero, claro). Pero no, la depresión no es locura, y la mejor forma de afrontarla es con ayuda profesional y tratamiento si es necesario. Que las pastillas te atonten, te engorden, te sienten mal… Son frases a coger con pinzas.

Es cierto que tienen que dar con la dosis efectiva para ti, para tu problema, pero una vez que se alcanza, las pastillas pueden facilitarle mucho la vida al que sufre. No son un milagro, por supuesto. Pero sí sirven como una muleta que te ayude a caminar mientras vas sanando, con tu esfuerzo, las heridas que te provocan ese estado.

«Ir a terapia es un acto de valentía más contundente que podemos tomar de cara a la depresión»

Y entonces… ¿Qué debería decirle a una persona con depresión?

Intenta decir frases que muestren tu empatía, que le digan a la persona que te importa y que puede contar contigo. Algunos ejemplos:

  • ¿Quieres contarme lo que sientes?
  • No puedo decirte que sé lo que sientes, pero veo tu sufrimiento y te acompaño
  • No pasa nada si no quieres hablar, podemos estar en silencio
  • Puedes sentirte así, no es culpa tuya
  • Eres una persona valiosa, aunque tu mente te diga lo contrario
  • NO ESTÁS SOLO.

La depresión existe y está en nuestro entorno

El autor termina sus páginas con una bonita petición: «que regales el libro. Que lo prestes. Que lo dejes en un lugar donde alguien lo pueda encontrar». Que llegue a cuantos necesiten una mirada honesta y llena de ternura al otro lado. Y que, no olvidemos, podría ser nuestro lado en cualquier momento.

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