
Las residencias de estudiantes se han convertido en algo más que un techo. FOTO: Freepik.
MENTE
Antes las residencias de estudiantes ofrecían camas. Ahora también cuidan de tu salud mental
La salud mental ya no es un extra en la vida universitaria. Las nuevas residencias lo saben y empiezan a ofrecer algo más que alojamiento: contención emocional, espacios de cuidado y comunidad real.
Por Equipo Welife
13 DE JUNIO DE 2025 / 11:00
María acaba de empezar primero de carrera. Le fascinan las lecturas, pero también nota la presión: trabajos, exámenes, vida lejos de casa. En los pasillos de su facultad, observa compañeros que parecen todo menos eso: sonrientes, dormidos, agotados. Y no es un caso aislado. Con este panorama, cada vez cobra más sentido que las residencias de estudiantes integren la salud mental en su modelo de convivencia.
De hecho, un estudio coordinado por el Ministerio de Universidades, Sanidad y CIBERSAM revela que más del 50 % de los universitarios ha sentido recientemente la necesidad de buscar apoyo psicológico; ansiedad moderada o grave afecta a uno de cada dos estudiantes, y el insomnio aparece en uno de cada cinco. A nivel nacional, la Universidad Complutense de Madrid detectó cifras alarmantes: el 27 % de su alumnado declaró haber sufrido ansiedad grave, más del 50 % estrés y el 31 % depresión. Está claro: la universidad no es solo académica, sino emocional.


Espacios que sostienen
Las residencias de estudiantes se han convertido en algo más que un techo: hoy son ‘support hubs’ donde se busca tejer comunidad, ofrecer contención y generar vida. En toda Europa, el ‘Student Living Monitor 2024′ detectó que los estudiantes en España, gracias a alojamientos con zonas comunes, apoyo psicológico y servicios compartidos, presentan una salud mental por encima de la media europea: España logró una puntuación MHI‑5 de 61 frente al 57,8 europeo.
Grandes operadores privados lo han entendido y se esfuerzan por crear comunidades vivas: eventos, gimnasios, cafés y terapeutas en plantilla. La reciente Ley Orgánica del Sistema Universitario (LOSU) también exige a las universidades contar con servicios de prevención y orientación, reconociendo que vivir fuera de casa no puede ser navegar sin red emocional.
Tú, yo y la salud emocional: lo que piden los estudiantes
Los estudiantes no piden lujos, piden conexión y sentir. Romper el aislamiento y saber que no se está solo es fundamental. Consideran que las residencias actuales deben incentivar el trabajo grupal, las actividades recreativas y las redes sociales. En definitiva, apuntalar la estructura emocional que les sostiene.
En este contexto florece una iniciativa llamada StepHouse. No es la primera, ni la única. Pero sí sorprende por su apuesta clara: no solo dan camas y clases de yoga, sino que estructuran su filosofía en torno al bienestar emocional como epicentro de la estancia. StepHouse pone en marcha talleres con psicólogos mensuales, clases virtuales de mindfulness, nutricionistas, yoga y espacios chill donde un coach emocional ronda por los pasillos. Un enfoque transversal lo impregna: todo el equipo está formado para detectar y acompañar, haciendo del cuidado emocional una práctica diaria, no algo ocasional.
¿Por qué importa?
Porque este movimiento refleja una realidad: la vida universitaria ya no se limita a los libros. Son años que condicionan cómo habitarás tu vida adulta. Y, como se está viendo en universidades, rezan los informes al unísono, y validan estudiantes como María, se ha vuelto esencial construir estructuras emocionales sólidas junto a las académicas.
María ya lo sabe: no quiere que el desencuentro emocional eclipse su crecimiento. Por eso valora más residencias que sean espacios humanos, no cajones con literas. Alguna que cuente con espacios para la intimidad, el apoyo, la exploración y la escucha.
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