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Fijarse metas para el nuevo año no es malo, pero sí si no somos pacientes o queremos abarcar demasiado. Los expertos nos enseñan a gestionar nuestros propósitos para un 2023 lleno de éxitos.
12 de enero de 2023 / 16:01
«Año nuevo, vida nueva», dicen. Esa frase significa muchas cosas en nuestro imaginario pero la primera de ellas es la lista de buenos propósitos de año nuevo que días antes de las campanadas hemos confeccionado como si tuviéramos todo el tiempo del mundo o como si este año los imposibles dejasen de serlo. Y así luego pasa, que nos desmotivamos, nos rendimos y, por último, frustramos.
Seguro que estás pensando que esto se termina dejándote de poner propósitos, pero nada más lejos de la realidad. Nos hace falta hacerlo: «Las personas necesitamos los objetivos para motivarnos e impulsar nuestra conducta. Gracias a ellos, cumplimos nuestra necesidad de perfeccionamiento, ya que el ser humano tiende a una mejora continua en la satisfacción de sus necesidades de autorrealización«, señala Isabel Aranda, psicóloga sanitaria y Chief Officer de TherapyChat, herramienta líder de psicología online en España.
Y es que, como ella misma cuenta, «la motivación externa dirigida a conseguir el objetivo es altamente motivadora, pero también lo es la automotivación que nos mueve al perfeccionamiento continuo, a superarnos y a conseguir logros por el mero hecho de alcanzarlos.»
«Ponernos metas u objetivos es una forma de proyectarnos a futuro, que nos puede ayudar a planificar y motivarnos», añade a su vez Laura Palomares, psicóloga de Avance Psicólogos Madrid. El problema viene más adelante, es decir, a la hora de arrancar: «El ponernos objetivos en sí mismo no es frustrante, lo frustrante es no hacer nada para conseguirlos», puntualiza Aranda.
A lo que dice la psicóloga de TherapyChat, Palomares añade: «La dificultad estriba cuando esos objetivos son muchos o demasiado exigentes, ya que pueden bloquearnos. Un exceso de autoexigencia o perfeccionismo puede generar la suficiente presión como para que objetivos en principio constructivos, se conviertan en motivo de ansiedad y estrés.» Por eso, como apunta también la experta, «los propósitos hay que fijarlos de forma constructiva, valorando los beneficios y reajustando las metas si lo necesitamos».
Es decir, debemos ser flexibles y, por supuesto, comprometernos con lo que podemos hacer, no con lo que querríamos lograr de forma aspiracional: «El problema surge cuando confundimos deseos con objetivos. Los deseos indican las ganas de tener algo, pero no implican una definición operativa que permita alcanzarlos, es decir, que hagamos algo para conseguirlos», explica Isabel Aranda. «Si los objetivos son muy exigentes nos va a resultar muy complicado convertirlos en hábitos. Estos tienen que ser alcanzables y realistas para que podamos mantenerlos en el tiempo», aclara Palomares.
En este sentido, lo único que tenemos que tener en cuenta a la hora de elegir nuestras metas para el nuevo año es hacerlo con cabeza y tener en cuenta nuestras limitaciones: «Optaremos por esos objetivos que sean beneficiosos para nosotros y que no sean excesivamente exigentes. Tan importante es elegir los objetivos que nos puedan venir bien, como plantearlos de una manera realista, que en vez de presión o bloqueo, nos genere la suficiente satisfacción con un esfuerzo ajustado, como para mantenerlos», indica la psicóloga Laura Palomares.
Y con ella coincide Isabel Aranda: «Aquellos que nos motiven y estemos dispuestos a conseguir, que estén realmente basados en nuestras necesidades y deseos propios y no en los ajenos. Eso sí, es necesario definirlos previamente de la forma adecuada.»
«No hay buenos o malos propósitos, sino objetivos que estemos dispuestos a conseguir. El inicio de año es un momento excelente porque lo vivimos como un momento de inicio, de ruptura con el pasado y orientación a futuro (las colecciones de libros, artículos y cursos se inician en septiembre y enero)», señala Aranda, pero a la hora de fijarlos la psicólogas recomienda:
Su colega de profesión, por su parte, nos da un paso a paso para poder cumplir con cada uno de los propósitos que nos fijemos:
En conclusión, nos encontramos mal al no conseguir los propósitos de Año Nuevo que nos fijamos por una mala gestión de la frustración. «Aprendemos a frustrarnos y a demorar el premio. Diferentes estudios han mostrado cómo desde niños aprendemos a actuar y esperar la recompensa aplazada o, por el contrario, exigirla de forma inmediata aunque no hayamos hecho lo suficiente para ello. Algunos nos frustramos al no conseguir los objetivos, pero esto en sí mismo no es negativo, es sólo la consecuencia de no obtener la recompensa inmediata», explica Isabel Aranda.
«En vez de eso, conviene buscar estrategias de afrontamiento diferentes como revisar la definición de los objetivos, revisar lo que hemos hecho para conseguirlos, analizar las circunstancias o redefinir la meta», sentencia la psicóloga.
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