Un estudio asegura que la etapa universitaria es el origen de algunas enfermedades mentales

Uno de los temas que hasta hace poco no era materia de discusión o por lo menos no estaba tan en el foco como ahora es la salud mental en la etapa universitaria. Desde la pandemia del Covid-19 es mucha más la importancia que se le da a ciertos temas, y la salud mental junto con el bienestar emocional son dos que ahora, podemos situar en el epicentro.

El inicio a una institución de educación superior tiene lugar en una fase decisiva del ciclo vital de todo ser humano: el final de la adolescencia y el comienzo de la etapa adulta. No se trata simplemente de un cambio en la etapa estudiantil, ni si quiera se trata de los miedos propios (y normales) del momento tan decisivo que supone elegir una carrera universitaria, que sin duda, marcará un antes y un después a lo largo de nuestra vida. Este proceso tiene lugar en un momento en que el/la estudiante afronta también cambios psicofisiológicos marcados, afrontes socio-existenciales complejos y hasta impredecibles, un entorno a veces radicalmente diferente.

Según un artículo publicado en la Revista Médica Herediana, los primeros años de la vida universitaria son los años con mayor riesgo de parecer alguna enfermedad mental. Esto se debe a que existe un número de decisiones que hay que tomar y no siempre salen como nosotros esperamos. «La renovada complejidad del área de estudios escogida, el reto cuotidiano a la autenticidad y la solidez de la vocación que abrió la ruta del estudiante a sus nuevos retos, la calidad íntima de una adaptabilidad no expuesta a pruebas similares en el pasado, la competitividad con los nuevos amigos o adversarios, la diferente urdimbre de bullying, conflictos, romances o – tal vez peor aún – indiferencia de los flamantes condiscípulos», son algunos ejemplos.

Asimismo, el estudiante también utilizará los llamados «factores de protección»: «Una gama de recursos que cumplen roles de defensa, de afrontamiento, de manejo individual o colectivo de situaciones estresantes, de fomento y forja de fuentes de esperanza, tenacidad, empatía y coraje». Más allá de los componentes individuales, el estudiante también utilizará las satisfacciones iniciales de un conocimiento inédito, el apoyo profundo y leal de la familia más cercana, las nuevas amistades forjadas en el altar de intereses académicos comunes…

No obstante a veces todo esto no es suficiente. A veces un conjunto de factores pueden desencadenar en cuadros de depresión, ansiedad, abuso de sustancias, acentuación de rasgos de personalidad anormal y varios otros. Una desventaja que ocurre en torno a esta edad es que los síntomas tanto cognitivos como afectivos, son interiorizados y se presentan con una mayor intensidad en el estudiante.

Resulta urgente que que las instituciones académicas actúen en varios frentes a fin de controlar o aliviar esta situación que parece afectar a, por lo menos, una cuarta parte de su población estudiantil. En términos preventivos, se trata de brindar a todo nivel un ambiente acogedor, positivo, ameno, claramente orientado al bienestar anímico, espiritual e intelectual de los estudiantes. Sin embargo, esta tarea va más allá. La universidad debe forjar una cultura abierta y objetiva de mantenimiento de ese bienestar y de oportunidades de búsqueda de ayuda profesional especializada si el estudiante enfrenta momentos o experiencias difíciles.

Además de otros aspectos fundamentales tales como la existencia de centros de atención médica orientados al reguardo de la salud integral del alumnado o la disponibilidad de los docentes, como asesores o consejeros, puede contribuir a una detección temprana de alguno de estos problemas.

En definitiva, hoy en día es cierto que se presta mucha más atención a aspectos que abarcan la salud mental. Los estudiantes están mucho más informados y esto supone una garantía esencial de una trayectoria exitosa. La responsabilidad instituciones queda relegada y existente a tareas de prevención constante y apoyo, que sin duda es fundamental para el correcto desarrollo de la personalidad del estudiante.