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OPINIÓN / CARTAS DESDE ALEGRANZA

El sabio que no tenía prisa

22 DE NOVIEMBRE DE 2024 / 16:42

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No tenemos tiempo para nada ni para nadie. Pero siempre hay excepciones. Esta es la narración de un encuentro con Miguel Delibes, científico e hijo del célebre escritor.

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MARÍA FERNÁNDEZ-MIRANDA
DIRECTORA DE WELIFE

FOTO: Pexel

Como periodista estoy acostumbrada a tratar con agentes, editores, representantes; con todas esas figuras, en fin, que hacen de filtro hasta llegar al personaje al que quiero entrevistar. Pero hoy, cuando entro en la sede madrileña de la Real Academia de Ciencias Exactas, Físicas y Naturales, no hay intermediario a la vista: un hombre solo me espera en el hall y enseguida se acerca a mí para tenderme la mano.

Es Miguel Delibes, hijo del escritor del mismo nombre, toda una eminencia en su campo (ostenta el título de profesor ad honorem del Consejo Superior de Investigaciones Científicas y fue director de la Estación Biológica de Doñana, entre otras ocupaciones). Como ocurre con casi todos los sabios, en este no se percibe un ápice de soberbia; al contrario, se ofrece a enseñarme las salas más regias de la Real Academia y me agradece efusivamente mi interés en su nuevo libro, "Gracias a la vida".

La entrevista se centra en el contenido de esa obra, pero una vez que se apaga la grabadora no me resisto a comentarle a mi interlocutor que su padre es uno de mis escritores preferidos. Sonríe y asiente con la cabeza como si no se lo hubieran dicho nunca (cuántos millones de veces habrá escuchado lo mismo a lo largo de sus más de setenta años de vida).

Como le veo de tan buen talante, le hago otra pregunta de escasa originalidad. "De todos los libros que escribió su padre, ¿cuál es su preferido?" Nuevamente se muestra cordial y me responde que no podría elegir uno solo. Me habla de Las ratas, su favorito cuando era joven; de El hereje, que leyó por primera vez antes de que se publicase; de Diario de un cazador...

Y me habla, sobre todo, de Señora de rojo sobre fondo gris, esa historia de amor tan conmovedora, pues Delibes la escribió a modo de homenaje hacia su mujer, Ángeles de Castro, cuya muerte temprana le dejó desolado. "A todos los hijos nos alegró mucho que mi padre echara fuera de sí ese dolor con un libro", me desvela este otro Delibes, el científico, que tengo ante mí.

Antes de despedirnos me presenta a algunos de los académicos que nos vamos encontrando, me cuenta a qué especialidad se dedica cada uno de ellos, me da detalles sobre la institución... Y yo me pregunto por qué toda la gente con la que me cruzo a diario parece no tener tiempo para nadie, mientras que este hombre, con una historia personal y profesional tan apasionantes, tiene todo el tiempo del mundo para dedicárselo a una periodista desconocida.

Decía otra escritora, Maya Angelou: "La gente olvidará lo que dijiste, olvidará lo que hiciste, pero nunca olvidará cómo la hiciste sentir“. Yo olvidaré el contenido de esta entrevista, como de tantas otras, pero nunca olvidaré lo bien que me he sentido al salir de la Real Academia de Ciencias.

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