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La venganza prolonga el sufrimiento, alimenta la rabia y refuerza la sensación de daño. FOTO: escena de Linterna verde.

Mente

Por qué el vengarte en lugar de perdonar te hace más infeliz

Maquinar tu venganza hará que rememores una y otra vez la afrenta sufrida y vivas en un estado permanente de ira. Y una vez consumida, hará que te sientas avergonzado, culpable y muy desdichado.

Por Marcos López

18 DE JUNIO DE 2025 / 13:32

Eres víctima de un agravio que, consideras, no puedes dejar pasar. Que exige que se haga justicia. O lo que es lo mismo, que su perpetrador sea castigado y reciba un daño similar, cuando no superior, al que te ha causado. Por lo que tu cerebro empieza a maquinar una justa venganza. Y poco importa que, por fin, culmines tu represalia: vengarte no va a hacer que te sientas mejor. Ni siquiera satisfecho. Al contrario, te va a hacer (mucho) más infeliz.

En realidad, da igual la magnitud de la ofensa recibida. La clave para recuperar la calma interior está en pasar página. Lo que no se consigue buscando revancha, sino practicando el perdón.

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Alexandra Navarrete, especialista en Psicología Clínica, explica que «vengarnos en lugar de perdonar nos hace más infelices porque nos mantiene anclados al dolor que queremos dejar atrás. Aunque la venganza puede parecer una forma de hacer justicia, en realidad prolonga el sufrimiento, alimenta la rabia y refuerza la sensación de daño».

Buscas hacer (mucho) daño

El objetivo de la venganza no es buscar una reparación que satisfaga a todas las partes implicadas. Por el contrario, su propósito es compensar el daño sufrido devolviéndoselo a la persona que lo causó. Y nada de ojo por ojo y diente por diente: si puede ser con creces, mejor. Todo ello para tratar de recuperar el equilibrio emocional y calmar la cólera y el rencor. Para desterrar la amargura y restablecer la perdida paz interior. Lo que raramente se consigue.

Sólo puedes pensar en vengarte

Tus ansias de venganza se han apoderado de tu cerebro y no te dejan pensar en nada más. Tu mente ha entrado en bucle. O, lo que es lo mismo, en un ciclo de rumiación que te llena de pensamientos negativos y no te deja buscar una solución pacífica y verdaderamente satisfactoria. Haciendo que tu ira no deje de crecer y, más importante aún, que revivas continuamente el agravio sufrido. Impidiendo que pases página y dejes atrás el dolor.

Como apunta Alexandra Navarrete, «desde la Psicología sabemos que al centrarnos en hacer pagar al otro seguimos conectados emocionalmente con la herida y con quien nos dañó, impidiendo que cicatrice».

Te sientes (muy) desdichado

Tantas emociones negativas, tanto resentimiento acumulado, van a acabar consumiéndote. A nivel tanto físico como, sobre todo, mental. Así que cegado por la ira, decides seguir adelante y consumes tu venganza. Lo que te procura un gran alivio. Pero sólo, como advierte la experta, de forma temporal. De hecho, la satisfacción que sientes por haberte desquitado, por haber impartido tu justicia, se esfuma rápidamente. Siendo reemplazada por un sentimiento de vergüenza por haberte dejado llevar por el rencor y cometido un acto absolutamente reprochable.

No te sientes mejor. Te sientes culpable por tus pensamientos que no podías controlar y, sobre todo, por tu conducta. Haciéndote sentir muy desdichado. Incluso tienes miedo de que la persona que te agravió, ahora objeto de tu represalia, busque su propia revancha. Abriendo la puerta a una espiral de venganza que podría no tener fin.

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Practica la empatía y el perdón

En definitiva, no tienes que vengarte, sino pasar página. Perdonar el agravio. Teniendo siempre en cuenta, como concluye la psicóloga clínica, que «perdonar no significa olvidar ni justificar, sino soltar esa carga emocional para poder recuperar el bienestar y seguir adelante con nuestras vidas».

Sin embargo, perdonar no siempre resulta fácil. Y para hacerlo más sencillo, nada mejor que practicar la empatía. Adoptar el punto de vista de la persona que perpetró el agravio para tratar de comprender sus motivos. Una apertura de miras que si bien difícilmente justificará su acción, te ayudará a calmar tu ira y tu rencor.

Recuerda: la frase tan manida que dicta que el mejor perdón es la venganza no tiene nada de verdad. Al contrario: la mejor venganza es el perdón.

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