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¿Cómo controlarte cuando estás deseando explotar? FOTO: Freepik.

MENTE

Cuatro formas de calmarte en público sin que nadie note que te has alterado

¿Sientes que estás a punto de explotar pero necesitas mantener la calma? Apunta estas técnicas sencillas de autorregulación para momentos incómodos o abrumadores.

Por María Corisco

03 DE JULIO DE 2025 / 07:30

Seguro que te ha pasado más de una vez: una reunión de trabajo que se eterniza y nadie tiene en cuenta que te tienes que ir, una comida familiar en la que te sientes aludida por comentarios envenenados o incluso algo tan simple como una mala atención o un ninguneo mientras estás en una tienda. Te ves ahí y por dentro sientes que algo se enciende, que la rabia o la frustración te suben como una ola y que estás a punto de estallar. No puedes dar un portazo, ni desahogarte a gritos o desaparecer, pero sí puedes hacer algo para calmarte sin que nadie lo note. Porque hay pequeños gestos, casi invisibles, que pueden ayudarte a recuperar la calma en medio del caos, y mantener la cabeza fría cuando más lo necesitas.

«En muchas situaciones no es tanto el hecho en sí lo que nos abruma, sino todo lo que nos decimos sobre lo que está ocurriendo», explica Sonia Díaz Rois, mentora y coach, experta en gestión de la ira y autora de Y si me enfado, ¿qué? (Ed. VR Europa). «El diálogo interno se acelera, piensas que no deberías sentirte así, que van a pensar que estás exagerando o que ya estás igual que otras veces. Y, sin darte cuenta, estás con la cabeza en el pasado, el cuerpo en modo alerta y el corazón queriendo salir por la boca».

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Ese machaque interior no significa que lo que te está ocurriendo no sea real, «pero no siempre es proporcional a lo que está pasando fuera. El enfado, el miedo o la incomodidad son reales, sí. Pero muchas veces tienen más que ver con lo que llevas acumulado que con la situación en sí o con una historia que te estás contando y que suena de fondo sin darte cuenta».

En esos momentos, estar rodeado de gente acrecienta el malestar y surge el temor a sacar los pies del tiesto, a una espantada de la que luego te vas a arrepentir. Pero, aunque en ese instante sientas que eres el centro del universo y que todo el mundo está pendiente de tu reacción, «lo cierto es que la mayoría de las veces cada persona está a lo suyo. Tu mal rato suele pasar desapercibido. Eso no lo elimina, pero sí te permite hacer algo: acompañarte sin juicio, en lugar de exigirte que no se note».

Cuatro cosas que sí puedes hacer para calmarte sin que nadie lo note

La próxima vez que sientas que la tensión te desborda por dentro pero no puedes mostrarlo por fuera, puedes tener a mano algunas estrategias útiles para calmarte sin que nadie lo note. Díaz Rois ofrece estos consejos que ayudan a sobrellevar mejor la situación, relajarte sin llamar la atención y recuperar el equilibrio en pleno torbellino emocional:

  • Regula desde el pensamiento. Repetirte en silencio una frase que te devuelva al presente puede ayudarte a volver al centro: «Esto no es una amenaza. Solo es incómodo», «No tengo que controlarlo todo. Solo estar aquí», «Esto pasará, como también pasó la última vez».
  • Respira sin que se note. Una respiración suave, profunda y consciente puede ayudarte a frenar la reacción automática. No hace falta usar grandes técnicas: Inhala por la nariz contando 4… Exhala lentamente contando 6. Repite dos o tres veces. Nadie lo notará, pero tu sistema nervioso sí.
  • Suelta el cuerpo (aunque estés de pie o sentada). Afloja la mandíbula, suelta los hombros, cambia la posición de los brazos si están cruzados. Evita una mirada desafiante si estás enfadada, o una excesivamente baja si sientes miedo. La postura también comunica seguridad interna, y puede ayudarte a enviarle un mensaje de calma a tu cuerpo. Con todo esto le estás dando un mensaje claro a tu cuerpo: «No se trata de un peligro inminente, no hay urgencia. Puedo estar aquí».
  • Mírate desde fuera (con compasión). Una técnica muy útil es tomar distancia interna: observarte como si fueras una tercera persona, como una especie de mosca en la pared. Esto no es desconectarse, es salir del ojo del huracán emocional para ganar perspectiva. Observarte desde fuera puede ayudarte a ver la escena completa, no solo tu reacción. Y eso ya es un paso enorme.
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Tal vez no sea un problema, solo una emoción intensa

Pero, además, también es importante saber distinguir entre un problema real y una sobrecarga emocional, continúa la experta: «Ponerle nombre a lo que sientes, reconocerlo y validarlo, sin juzgarlo ni disfrazarlo de otra cosa, es una forma de regularte desde dentro. Y si esa emoción ya la has sentido antes y la has superado… recuérdatelo». Activa tu memoria emocional: «Ya he estado aquí. Y salí. No necesito hacerlo perfecto».

Y, finalmente, recuerda que aprender a regularnos en público no es fingir que todo está bien: «Es sostenernos de otra forma. Una más amable, más consciente y menos automática. No se trata de no sentir. Se trata de saber qué hacer con lo que sentimos».

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