
Una siesta corta favorece la concentración y reduce el cansancio. FOTO: Freepik.
CUERPO
Esta es la siesta ideal que deberías hacer cada día para potenciar tu longevidad
Hay quien espera las vacaciones de verano pensando en las siestas que se va a echar después de las comidas. Un placer reservado para estos días que se ha revelado como una fuente de salud y longevidad.
Por Eva Carnero
13 DE JULIO DE 2025 / 08:00
Por fin escuchamos una recomendación de salud que podemos incluir en nuestra agenda diaria de mil amores. Y es que, seamos sinceros, salir a correr 20 minutos dos o tres veces por semana, sobre todo ahora con la llegada del calor, nos da un poco de pereza. Este y otros muchos consejos que difunden las autoridades sanitarias tienen indudables efectos positivos en la salud, sin embargo, no son siempre son tan bien recibidos como el que nos ocupa: la costumbre de dar una cabezadita después de comer quee, hasta ahora, era simplemente un placer sencillo del que podían disfrutar algunos afortunados. Hoy, la ciencia asegura que podría ser mucho más que eso: la siesta podría potenciar tu longevidad.
Un placer recomendado por la ciencia
La siesta, según diversos estudios, se revela como parte de una eficaz estrategia para mejorar no solo nuestro día a día, sino también para prolongar nuestra vida unos años más. Una de esas investigaciones fue impulsada por la profesora de la Facultad de Psicología de la Universidad de la República (Uruguay) y licenciada en Psicología y Doctora en Neurociencias, Valentina Paz.
La autora concluyó que «dormir la siesta frecuentemente está asociado con un mayor volumen cerebral total». En concreto, se demostró que aquellas personas que duermen siesta tenían un cerebro 15 centímetros cúbicos más grande, lo que equivale a retrasar su envejecimiento entre tres y seis años.


Eso sí, no sirve cualquier tipo de siesta. La profesora recomienda «que sean cortas, de entre 5 y 15 minutos, ya que si son más largas generan inercia de sueño (desorientación y confusión al levantarse)». Además, «debería hacerse después de la hora del almuerzo y alejada del sueño nocturno, y evitar hacerla después de una comida copiosa», advierte la neurocientífica.
Perfecta para cargar las pilas
El descanso diurno puede tener efectos inmediatos tan positivos como los que describe la doctora Laura Lillo, codirectora de la Unidad del Medicina del Sueño del Hospital Ruber Internacional: «A nivel cognitivo, la siesta puede ayudar a recuperar la capacidad de atención, lo que redunda en mayor eficiencia en nuestras tareas. Puede mejorar también el estado de ánimo, reduciendo la impulsividad, al encontrarnos más descansados controlamos mejor nuestros impulsos. Todo ello redunda en un mejor afrontamiento del estrés».
En definitiva, «la siesta es una buena manera de combatir la somnolencia y el cansancio que aparece en el periodo postpandrial (después de comer) y sirve para recuperar la energía física y mejorar el nivel de atención que fisiológicamente se reducen tras comer», sintetiza la doctora.
La siesta solo potencia la longevidad si se hace de esta manera
Coincidiendo con la autora del estudio mencionado, la doctora Lillo, asegura que «lo ideal es que la siesta no se prolongue más de 30 minutos». Y es que, en el caso de que durmiéramos más de 45 minutos, sus efectos no serían tan positivos. De hecho, serían negativos: «Las siestas largas pueden redundar en una dificultad para conciliar el sueño durante la noche, contribuyendo a la aparición de insomnio».
También podrían «ralentizar las respuestas cognitivas y motoras, lo que puede empeorar nuestra capacidad de trabajo y resolución de problemas», alerta la experta. Y añade: «Incluso puede empeorar el ánimo, porque la dificultad para despertarse puede acompañarse de irritabilidad». Por tanto, conviene ponerse el despertador también para la siesta, ya que un sueño largo y profundo, lejos de ser saludable, parece estar asociado a efectos negativos en el bienestar inmediato.
La regularidad tiene premio
Lo más interesante de la asociación entre la siesta y la salud la encontramos en el largo plazo. En este sentido, según la doctora Laura Lillo, «las siestas cortas, dentro de una higiene del sueño adecuada, pueden ayudar a reducir el riesgo cardiovascular, probablemente porque ayuda a reducir el cortisol y, secundariamente, a controlar la tensión arterial».
De hecho, estudios como el llevado a cabo por investigadores de la Universidad de Lausana así lo avalan. Sus autores encontraron que dormir la siesta 1 o 2 días a la semana reducía a la mitad el riesgo de fallo cardíaco, o, dicho de otro modo, dormir siesta con regularidad podría ayudar a prevenir enfermedades cardiovasculares, lo cual contribuiría a aumentar la cantidad y la calidad de los años de vida.
Las excepciones
La mayoría de las personas tendrían en la siesta una herramienta más para disfrutar de una vida mejor y más larga, y muy especialmente, los niños y ancianos. «Cualquier persona que sienta una reducción de su atención y energía tras comer puede beneficiarse de realizarla», apunta la doctora.
Ahora bien, también en este asunto hay excepciones, es decir, casos en los que no se aconseja la siesta. Así, «a las personas que sufren insomnio no les conviene, ya que podría interferir en el sueño nocturno, aunque en algunos casos se puede permitir una siesta corta», señala Lillo. «En pacientes con hipersomnias primarias como narcolepsia o hipersomnia idiopática, las siestas programadas a lo largo del día son la primera medida de tratamiento», añade.
Power naps y productividad
Los efectos de echarse una siestecita después de comer no se limitan al bienestar inmediato y al aumento de la longevidad, también desde el punto de vista empresarial, la siesta podría ser una herramienta más para aumentar el rendimiento de los trabajadores, y en última instancia, de la productividad de la empresa. En este sentido, «debemos dejar de considerar dormir como una pérdida de tiempo o un acto de pereza. Las empresas deberían disponer de salas con un ambiente silencioso donde los empleados puedan retirarse a realizar una siesta corta», asevera la experta.
«A nivel cognitivo y mental una siesta es más recuperadora que un café tras comer, las empresas y sociedades deben promover la cultura de la siesta para todos aquellos que deseen realizarla», añade. De hecho, «en Estados Unidos se están promoviendo las power naps, siestas cortas que ayudan a aumentar la atención», apostilla.
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