Después del sexo, también hay conversación. Y, a veces, sequedad, picor o ganas de volver a sentir como antes. FOTO: Netflix
TEMPORADA 2...
La otra menopausia: la que seca, irrita y casi nadie menciona
Afecta a una de cada dos mujeres, provoca sequedad, escozor o dolor, y sigue siendo un tabú. El síndrome genitourinario y su solución (más sexo) merece más conversación
8 DE OCTUBRE DE 2025 / 17:00
Entre los 40 y los 55 años la mujer sufre tal cantidad de cambios físicos, mentales, en su vida laboral, personal… que no es de extrañar que su vida sexual también se vea afectada. De hecho, a este tsunami de alteraciones, en ocasiones, se le suma otro factor: el conocido como síndrome genitourinario de la menopausia.
Bajo este nombre (que vino a sustituir al término atrofia vulvovaginal) se agrupan una serie de síntomas, provocados tanto por la disminución de estrógenos como por el paso del tiempo, que van desde la sequedad (81% de los casos) o las molestias en el coito hasta las pérdidas de orina y la recurrencia en infecciones como la cistitis.
El síndrome genitourinario de la menopausia afecta a una de cada dos mujeres
Una afección que, según el mayor estudio sobre el tema realizado hasta la fecha en nuestro país, se estima que sufrirá más de la mitad de las españolas en algún momento de su vida. Algo que, algunos expertos, dado el aumento constante de la esperanza de vida, han elevado hasta el 70%. ¿Las principales consecuencias? Según la misma encuesta, la satisfacción y la espontaneidad sexual son las áreas que más se ven afectadas.
Ante semejantes datos, prevenir o minimizar esta sintomatología resulta básico. Si bien, con los estrógenos no se puede hacer mucho, salvo que se prescriba la terapia hormonal sustitutiva, existen pequeños cambios que pueden relanzar la salud sexual. Entre ellos, alimentación, ejercicio, comunicación con la pareja y, como ha respaldado recientemente la ciencia, más sexo.
Más orgasmos, menos síndrome genitourinario
Sí. Por paradójico que parezca, un reciente estudio realizado en Japón y publicado por la sociedad estadounidense de menopausia concluye que mantener una vida sexual activa (considerado como relaciones en los últimos tres meses) puede limitar la aparición de dolor, sequedad vulvar e irritaciones típicos del síndrome genitourinario de la menopausia.
Los investigadores insisten en que queda mucho aún por identificar en este tipo de sintomatología, pero destacan que estas mujeres suelen cuidar más su salud vulvar. «Además, los efectos físicos, emocionales y mentales de la actividad sexual regular pueden influir positivamente en la prevención de los signos del síndrome genitourinario», añade el análisis. En otras palabras, aumentar el rimo de actividad en la alcoba además de ser una alegría para el cuerpo también mejora la salud genitourinaria de la mujer.
El éxtasis con muchos beneficios
El orgasmo, o una actividad sexual satisfactoria, tiene muchísimos beneficios. «Sobre todo para la buena salud del suelo pélvico, estrechamente relacionada con la aparición de esta afección», sostiene Lola Ibáñez, fisioterapeuta especializada en suelo pélvico y colaboradora de Intimina.
Las contracciones propias del orgasmo ayudan a que los músculos de la zona se mantengan en forma. Además, se activa la microcirculación, lo que hace que llegue más oxígeno y nutrientes al área genital. Por último, y por si fuera poco, diversos estudios científicos han confirmado que induce al sueño, mejora la salud cardiovascular y genera una descarga de hormonas del bienestar (dopamina, oxitocina y serotonina). Pocos momentos tan breves apotran tantos beneficios.
Alejarse del coitocentrismo
Resulta importante aclarar que con relaciones sexuales o vida sexual activa los expertos no se refieren, o al menos, no se limitan al coito. En su libro Sexopausia (ed. Vergara), la divulgadora y sexóloga Laura Cámara lo explica a la perfección. «Es un concepto muy variable y diverso. Incluye desde practicar con la mente hasta ese tan conmemorado coito vaginal, pasando por un sinfín de prácticas». En resumen, engloba todo aquello que nos conecta con la erótica.
La sexóloga clínica Alba Povedano, encargada de la tienda Amantis de Barcelona, coincide en alejarse del coitocentrismo reinante. «Los cambios que se viven en la madurez son una oportunidad para descubrir nuevas formas de intimidad o disfrutar de encuentros más conscientes. Así como de experimentar con recursos que favorezcan el bienestar erótico». Hablamos de masajes, fantasías, ver una película erótica, masturbación, juguetes… Y, sobre todo, coinciden todas las expertas: incluir el uso de hidratantes vaginales (de forma diaria) y lubricantes (al tener sexo) en el día a día.
Entender que la vida sexual evoluciona
A pesar de que llevar una vida sexual activa ayude a prevenir la aparición del síndrome genitourinario de la menopausia, no podemos obviar los datos. Esos que apuntaban a que, sí o sí, siete de cada 10 mujeres lo terminarán por experimentar. Teniendo en cuenta que las mujeres viviremos más de 30 años en postmenopausia, parece que el tiempo juega en nuestra contra en este sentido. Sin embargo, la enfermera y sexóloga Laura Cámara ofrece otra perspectiva. «Lo importante —dice— no es si tendremos o no ese síndrome, ya que lo más probable si vives lo suficiente es que así sea. La clave está en ver cuándo, con qué síntomas y, sobre todo, de qué manera afectará a la sexualidad y, por tanto, a la calidad de vida».
Aquí, una vez más, entra en juego la práctica. Cuanto más se conozca la mujer, cuanto más sepa de su placer y su deseo, mejor. Y esto pasa, como apunta la experta, por entender que «la llegada de la menopausia y su nuevo equilibrio hormonal hará que, tarde o temprano, el sexo tenga que modificar el enfoque porque las cosas ya no son como antes». Pero, como ella también sostiene, «cualquier tiempo pasado no tuvo por qué ser mejor: esta etapa puede suponer una oportunidad única para vivir el placer como nunca soñamos».