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Fotograma de la pareja protagonista de Los años nuevos.

La brecha orgásmica se estrecha en las parejas estables y entre los menores de 30 años. Fotograma de Los años nuevos (Movistar +).

CUERPO

Brecha orgásmica, la desigualdad de género en el placer que se puede combatir

Los expertos aseguran que existe una disparidad entre la satisfacción sexual de hombres y de mujeres. Derribar tabúes, conocer el propio cuerpo y comunicarse con la pareja son clave.

Por Cristina Martín Frutos

20 DE DICIEMBRE DE 2024 / 13:50

Hay algo de novedoso en las escenas de sexo de Los años nuevos. Esta serie de Movistar+, firmada por Rodrigo Sorogoyen, muestra a su protagonista femenina alcanzando el orgasmo. Y también reclamando su derecho a hacerlo. Lo hace de forma sencilla, natural. Sin forzar encuentros impensables. Precisamente por eso, porque lo muestra sin recurrir a ideas rebuscadas, resulta innovador. Curiosamente, sin quererlo el director, estas secuencias son un alegato contra la brecha orgásmica.

Con este término se conoce al desajuste que hay en el placer en función del género. «Describe la diferencia en la frecuencia con la que las personas de diferentes géneros experimentan orgasmos durante la actividad sexual, particularmente en relaciones heterosexuales», define Patricia Illa, psicóloga y sexóloga de Platanomelón.

Laura Cámara, enfermera, matrona y sexóloga al frente de Ginesex, escoge una definición más ilustrativa. «Se refiere a que, si alguien tiene papeletas de quedarse sin llegar al orgasmo -especialmente en un encuentro casual o esporádico-, somos nosotras». Tras este concepto, que cobró especial importancia a partir de 2018, se esconden cifras poco placenteras. Precisamente uno de los estudios más importantes data de ese año. Realizado entre más de 50.000 personas, constata que el 95% de los hombres siempre tiene orgasmos en sus relaciones, frente al 65% de las mujeres. Aunque, como apunta Illa, son muchos los estudios especializados en sexualidad que, desde finales del siglo XX, respaldan este fenómeno que todavía sigue preocupando.

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El origen de la desigualdad sexual

A la hora de encontrar el origen de la brecha orgásmica, Cámara se refiere a los estereotipos que rodean la sexualidad. «En las relaciones se reproducen patrones y guiones que no benefician a la mujer a la hora de obtener placer», reflexiona. Entre ellos, el coitocentrismo y el falocentrismo. En su opinión, «se trata de una sexualidad muy construida para el hombre». De hecho, se habla de que sólo el 25% de las mujeres alcanza el orgasmo a través de la penetración. Sin embargo, la mayoría de encuentros en la cama acaban así. La experta de Platanomelón coincide en que nos encontramos en una cultura más centrada en el placer masculino que el femenino.

«A ello hay que sumarle que ellas han recibido una educación sexual más basada en el miedo (ETS, embarazos, agresión sexual…), los tabúes y la culpa», añade. También sigue habiendo mucha falta de conocimiento sobre el cuerpo femenino. «Es bastante frecuente que muchas personas desconozcan o subestimen la importancia del clítoris y de la anatomía femenina». Illa no pasa por alto la presión que sufren algunas mujeres por cumplir con ciertos cánones de belleza. Algo que las puede llevar a sentirse inseguras con su físico y afectar a su nivel de disfrute. Y, por último, la perpetuación de roles tradicionales en cine, literatura, televisión…

Fotograma de Pídeme lo que quieras, película que aborda el placer de hombres y mujeres
Fotograma de Pídeme lo que quieras, una de las películas eróticas del año. FOTO: Netflix.

El orgasmo: ¿una cuestión física o mental?

Ante esto cabe preguntarse si el orgasmo es más psicológico que fisiológico. Según Patricia Illa, combina ambos factores, que interactúan para crear esa sensación de placer. Es decir, el clímax implica una respuesta en el cuerpo resultante de una estimulación física. Pero, como explica la experta, «el cerebro juega un papel crucial. Ya que se liberan hormonas como la oxitocina y la dopamina, que contribuyen a la sensación de éxtasis y bienestar posterior».

Asimismo, la mente tiene un papel esencial para alcanzar el orgasmo. «Es decir, se da una interacción entre ambos planos; el cerebro no sólo dirige la respuesta, sino que también interpreta las señales placenteras del cuerpo. Si la mente está en calma, estas señales se amplifican», añade Illa. Esta conexión bidireccional hace que sea tan importante conocer el propio cuerpo como sentirse cómoda con el resto de factores.

Cómo luchar contra la brecha orgásmica

La buena noticia es que, por mucho que los estudios plasmen esta desigualdad, se puede luchar contra ella. «Lo primero es que la mujer sea consciente de que tiene una manera de funcionar y unos gustos propios y no se puede olvidar de ellos. Hay que dejar de vivir la sexualidad para darla y empezar a vivirla también en primera persona«, anima Cámara. Para llegar a ese punto antes es importante haber recibido una buena educación sexual y haber practicado el autoconocimiento, ya sea en forma de masturbación o de, simplemente, observarse sin complejos ni miedos en un espejo. «También es importante la diversidad en las prácticas, que ofrecen experiencias más ricas y conscientes», recomienda Illa. Y, por supuesto, mantener una comunicación abierta y sincera con la pareja.

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Las ventajas de las relaciones de larga duración

Precisamente esa confianza es el secreto de que la brecha orgásmica tienda a estrecharse en las parejas estables o en las parejas sexuales de larga duración. «Entre ellos hay más tiempo y un entorno de confianza más proclive para conocerse mejor, expresar lo que se quiere, hablar de deseo y placer….», explica Laura Cámara. Las generaciones más jóvenes también parecen estar reduciendo estas desigualdades.

Patricia Illa también incluye en este grupo a las parejas que incorporan juguetes sexuales, integran diferentes formas de estimulación, que practican mindfulsex o que se encuentran fuera de la heteronormatividad.»En definitiva -resume-, la brecha orgásmica se puede reducir significativamente cuando se priorizan la comunicación, la igualdad y la experimentación». Esa puede que sea precisamente la clave de la relación de Óscar y Ana, protagonistas de Los años nuevos. O al menos, de cómo se lo pasan (no es spoiler, ya que se ve en el primer capítulo) juntos en la cama.

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