Por qué es tan importante trabajar la autoestima y la confianza en la menopausia

Dejar de reconocerse en el espejo. Sentir que se acaba una etapa. Cansarse o coger unos kilos de más sin saber por qué. Notar que la libido brilla por su ausencia… Los cambios hormonales que afrontan las mujeres van más allá de lo meramente físico. No en vano, una de cada cinco confiesa que sufre pérdida de autoestima y confianza en la menopausia, sobre todo entre los 45 y 50 años. Y  un 40% de ellas reconoce que vive situaciones de rechazo e incomprensión, según la Fundación Española para el Estudio de la Menopausia.

Otro estudio reciente, publicado en la Journal of Affective Dissorders, subraya que la prevalencia de la depresión en mujeres menopáusicas alcanza el 36%. Sin embargo, resulta curioso que, como afirma la doctora Sara Mayero, responsable de Psiquiatría en HLA Universitario Moncloa (Madrid), del grupo ASISA, «no existe una relación directa como tal entre la menopausia y los trastornos del estado de ánimo». ¿Qué sucede entonces? ¿Por qué es tan frecuente hablar durante el climaterio de cambios de humor, irritabilidad e, incluso, episodios de ansiedad o depresión? «Lo que sí se ha demostrado es que muchas mujeres presentan mayor predisposición a padecerlos en esta etapa», aclara la doctora.

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Más vulnerables

Por una vez las hormonas no parecen ser las responsables directas de este signo tan frecuente. Pero sí son, en cierto modo, culpables. Los cambios físicos que pueden provocar llegan a influir en el estado de ánimo de la mujer. A veces es algo concreto: la piel más seca; la tripa hinchada; el pelo más fino; sequedad vaginal; dificultades para concentrarse… Otras es más bien una sensación. En cualquier caso, es bastante frecuente que el concepto sobre una misma se vea afectado negativamente. «Entonces, aparecen pensamientos pesimistas que pueden llevar a sentimientos de culpa, inutilidad, falta de aceptación…», explica la experta de ASISA.

En esta predisposición a verse y sentirse peor durante la menopausia también influyen de forma significativa, tal y como asegura la doctora Mayero, «los antecedentes personales de depresión, los antecedentes familiares y el propio contexto social de la mujer en dicho momento». Un cóctel que terminar por alterar la autoestima e intensificar la pérdida de confianza, una de las bases más reconocidas de los trastornos depresivos.

Cómo conseguir más autoestima y confianza en la menopausia

La psiquiatra tiene que claro que el primer paso para recuperar la seguridad es un trabajo de índole personal. «La base para una buena autoestima, dada mi experiencia, es realizar una buena inversión en una misma», asegura. «Es decir, un estilo de vida saludable –tanto físico como mental– repercutirá en el autoconcepto que tenemos y nos reforzará», añade. La experta sostiene que sentirse bien por dentro favorece el sentirse bien por fuera y, por tanto, «mejora la relación con uno mismo y con los que nos rodean; así como nos predispone a cuidarnos y querernos más«.

La nutrición, la higiene del sueño o el ejercicio físico regular han demostrado sobradamente que repercuten de forma positiva en el estado de ánimo, especialmente durante momentos de vulnerabilidad como puede ser la menopausia. «Además, la meditación o practicar otras actividades que facilitan la introspección y el autoconocimiento (como el yoga) también pueden ayudarnos», añade la especialista.

Apostar por una buena red de apoyo

Además, la doctora Mayero, se refiere a la importancia de las relaciones interpersonales. «Es tremendamente positivo mantener una buena red de apoyo, o crearla (nunca es tarde)«, anima la experta. Que insiste en la importancia de «buscar relaciones enriquecedoras y que aporten, intentando evitar las consideradas como patológicas». Rodearse de buenos amigos, conocer gente nueva que practica un mismo hobby –yoga, hacer senderismo, bailar…– y compartir con ellos todo tipo de sensaciones actúa casi como una terapia profesional.

«En cualquier caso, se debe pedir ayuda profesional cuando los síntomas de tristeza o ansiedad afectan a nuestro funcionamiento, a nuestro día a día. Por ejemplo cuando nuestro sueño o apetito se alteran de forma llamativa, repercutiendo en la actividad diaria, o cuando la tristeza nos impide desempeñar nuestras tareas habituales», advierte la experta.