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Las protagonistas de Girls, un retrato de la amistad en la generación hipster. FOTO: Apatow Productions.
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Salir a bailar, al cine, a tomar una copa, a pasear o subir al monte. Tener alguien con quien charlar, ir de compras o jugar a las cartas. ¿Quieres hacer nuevos amigos? Descubre cómo.
Por María Corisco
9 de septiembre de 2024 / 08:15
Hay momentos en los que la vida te pone en bandeja la posibilidad de hacer nuevos amigos: el comienzo en la universidad, la llegada a un nuevo trabajo… También hay otros en los que conseguir crear un círculo de amistades se vuelve mucho más complicado: por unas razones u otras, desde una separación a un cambio de domicilio, tu red de apoyo se va debilitando. Tampoco ayuda la dificultad de conciliar tu vida doméstica con tu vida social. Y llega un momento en el que te sientes solo y no sabes por dónde empezar a relacionarte nuevamente.
Es algo que puede suceder a cualquier edad, señala la psicóloga Esther Cantos, “aunque hay etapas en las que se ve con mucha más frecuencia: puede ser tras un acontecimiento traumático, como un divorcio, pero también tras un periodo de cierto abandono de tus amistades. Has estado a tope con los hijos, o volcado en tu trabajo, y has descuidado los hilos que te unían a otras personas».
De pronto te das cuenta de que no encajas, te sientes fuera de lugar y querrías dejar los maratones de Netflix para recuperar la sensación de salir con amigos. ¿Cómo hacerlo?
La rutina del día a día deja escapar muchas posibilidades. Salir al mundo puede significar dejar la zona de confort, explica Esther Cantos: “A menudo tenemos pensamientos del tipo ‘Me gustaría…’, pero luego los dejamos ahí, no tenemos el impulso de materializarlos. Y permitirnos ir más allá y ver a dónde nos llevarían no sólo puede ser una forma de crecimiento, sino también una oportunidad para conocer a otras personas con intereses similares”.
Si quieres hacer nuevos amigos un buen punto de partida es empezar por acercarse a entornos que te resulten interesantes. “Siempre será más fácil congeniar con quienes tienen intereses similares a los tuyos, es un punto de unión”.
Ahí se abren un sinfín de opciones: clases, talleres, cursos: “Busca actividades sencillas que te permitan desarrollar un hobby o iniciarte en algo que te llame la atención”. En plataformas como Facebook hay numerosos grupos de barrio creados para unir a vecinos con inquietudes parecidas: lectura, escritura creativa, canto, pintura, fotografía, jardinería, costura…
Los conocidos pueden llegar a ser tan importantes como las amistades más profundas, y prestarles atención “puede ser una forma de congeniar más a fondo y ver qué tienes en común con ellos”. En este sentido, un paso puede ser enterarse de qué tipo de iniciativas tienen lugar en tu pueblo o tu barrio: “Hay lugares en los que se hacen periódicamente actividades. Por ejemplo, librerías que acercan a algún escritor para que haga una lectura de su obra; bares en los que se organizan campeonatos de dardos o de juegos de cartas; cooperativas que gestionan la compra de frutas y hortalizas de proveedores locales…”
A medida que te vayas dejando caer por ese tipo de lugares y tu rostro se vaya haciendo familiar, “más fácil será ir pasando del saludo de cortesía a entablar conversaciones con las que ir conociendo a otras personas sin presiones. Una buena idea es llegar temprano, ayudar con los preparativos, buscar pequeñas tareas que ir haciendo”.
Si llevas mucho tiempo solo, es fácil que la idea de socializar se te haga un poco cuesta arriba. “Puede ser como el ejercicio: sabes que es bueno para ti, pero requiere de un esfuerzo. Por eso es importante que aquello a lo que te apuntes o el lugar al que te acerques tenga interés para ti: se trata de que no te sientas fuera de lugar, con personas hablando de cosas que ni te importan y de las que no sabes nada”.
Un tipo de lugares en los que se suele recibir con los brazos abiertos a los recién llegados son las entidades sin ánimo de lucro, normalmente necesitadas de alguien que eche una mano. “Si tienes un fondo altruista y dispones de tiempo para los demás, plantéate ofrecer tu ayuda a aquellas cuya actividad encaje con tus inquietudes. Si te gustan los animales, tal vez te puedas acercar a centros de acogida y protección; si te preocupa la exclusión social, puedes ofrecer tu ayuda a grupos que trabajen con personas que estén atravesando dificultades”.
En este sentido, puedes plantearte qué se te da bien y brindar tu experiencia. “Tal vez ayudar a niños que necesitan refuerzo escolar, o hacer llamadas y gestiones para personas que tienen dificultades para hacer trámites con la administración, o acompañar a personas mayores a hacer sus recados o sus consultas médicas. No es sólo una forma de sentirte bien o de emplear tu tiempo; es también una manera de ampliar tu red social con el resto de los voluntarios”.
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