Identificar el perfil DISC de los que te rodean mejora desde las conversaciones hasta la convivencia. Foto: Tima Miroshnicher / Pexels
Cómo conectar sin líos
Según el método DISC, hay cuatro tipos de personas y cuatro maneras de tratarlas
Dominantes, Influyentes, Estables o Cumplidores. Identificarlos te ayudará a saber si quieren datos, abrazos o que vayas al grano...
Por Paka Díaz
8 DE AGOSTO DE 2025 / 07:30
Haz con los demás lo que te gustaría que hicieran contigo es una frase que aparece en la Biblia. Antes, judíos y griegos ya la mencionaban en sus escritos, aunque en negativo: No hagas a los demás lo que no quieras que te hagan. Y así intentamos comportarnos, porque tiene sentido. Sin embargo, a veces, pese a toda la buena intención, decimos palabras que hieren, confunden o bloquean. «Ocurre porque lo que lo que tú necesitas, o te viene bien, no es siempre lo mismo que necesita otra persona», puntualiza la psicóloga y coach Marta Freire. Como ocurre con el genograma, que ayuda a comprender patrones de comportamiento. La metodología DISC clasifica el comportamiento de las personas en cuatro tipos. Te explicamos cómo funciona.
Saber las tendencias naturales de comportamiento se utiliza para entender cómo las personas interactúan y responden a diferentes situaciones. Especialmente en el ámbito profesional, pero también amoroso o laboral. «Saber tu perfil principal y el de las personas con las que te relacionas, puede ayudarte a tener relaciones más fructíferas y saludables. Nos ayuda a entender qué necesitamos para comunicarnos, qué nos motiva y qué nos bloquea. Y eso, al final, mejora cualquier tipo de relación que tengamos», comenta Freire.
Qué es la metodología DISC
La metodología DISC fue desarrollada por William Moulton Marston en la década de 1920. Más adelante, en los 70, el psicólogo John G. Geier la desarrolló en un test de personalidad que se basa en cuatro tendencias conductuales predominantes: Dominancia, Influencia, Estabilidad y Cumplimiento.
Freire explica que para hacerlo más fácil, a cada una se le asignó un color. El rojo para los dominantes, el amarillo para los influyentes, el verde para los estables y el azul para los cumplidores. «Todos tenemos un poco de los cuatro, pero en distinto orden e intensidad. Lo importante es saber cuál predomina en nosotros y en las personas con las que nos relacionamos», precisa la experta.
Marta Freire, autora del libro Ponte en Modo DISC (Ed. Samarcanda), lo tiene claro: para conectar mejor con los demás, primero tienes que conocerte a ti mismo. Una de las herramientas más efectivas para lograrlo es la metodología DISC «es una herramienta de autoconocimiento muy potente».
Aunque muchas personas la conocen por su aplicación en el ámbito profesional, Freire explica en que este modelo de análisis de comportamiento tiene un impacto profundo también en nuestras relaciones amorosas, familiares y de amistad.
Cómo influye la personalidad en nuestras relaciones
La metodología DISC nos responde a tres preguntas fundamentales: ¿Qué necesito cuando me comunico?, ¿qué me motiva? y ¿qué me bloquea?. Estas tres claves permiten entender cómo reaccionamos ante diferentes personas y situaciones, y por qué a veces chocamos con ciertos perfiles.
Uno de los primeros factores que el DISC analiza es la velocidad de procesamiento. «Hay personas que piensan primero y luego actúan –los verdes y azules, velocidad lenta–, y otras que hacen primero y luego piensan –los rojos y amarillos, velocidad rápida–. Ese desfase suele ser el primer motivo de conflicto», señala la psicóloga
El segundo eje es la orientación. Es decir, si nos enfocamos más en las tareas o en las personas. «Los rojos y azules priorizan el resultado, mientras que los verdes y amarillos se fijan más en el bienestar de los demás. Un simple ejemplo: organizar un viaje. Uno se fija en que todo esté listo y el coche arrancado. El otro en si el bocadillo es de pavo, porque a fulanito le gusta más», comenta la coach. Eso puede traer complicaciones y falta de entendimiento. Pero según recalca Freire, «nada que no se puede solucionar, si sabes cómo».
Cómo cambiar según el perfil del otro
Lo primero que deja claro Freire es que no hay perfiles, o personalidades, mejores ni peores. «Todos están bien. Lo importante es conocerlos y saber cómo se combinan», subraya. De hecho, una misma persona puede tener diferentes perfiles en contextos distintos.
Por ejemplo, uno en el trabajo y otro en casa. Y, además, este puede cambiar con el tiempo. «El método DISC no habla de personas, sino de perfiles. Y ellos se basan en necesidades, motivaciones y bloqueos, pueden cambiar con las experiencias o el entorno. No es lo mismo tu yo en estrés, que tu yo natural o el yo que has adaptado al contexto», comenta la psicóloga.
Según explica, hay que pensar en cambiar el foco de cómo comprender a los demás. «Imagina que tienes un foco que siempre apunta hacia ti. El DISC te invita a girarlo y ponerlo en el otro», explica Freire. O sea, «si ves que alguien necesita que vayas directo al grano, hazlo, aunque tú prefieras rodeos. Eso no significa dejar de ser tú. Significa ser emocionalmente inteligente y saber adaptarte para conectar». Porque, insiste, «no se trata de manipular, ni de cambiar al otro. Es de cambiar el comportamiento».
Cómo aplicarlo en la vida diaria
El método DISC se puede aplicar con tu pareja. Aprender cómo procesa la información, si necesita más tiempo para decidir, o prefiere que vayas al grano. Así se evitan discusiones innecesarias. También con tus hijos o padres. «Observa si reaccionan más por emoción o por lógica, si necesitan estructura o libertad. Y adapta tu lenguaje, según ello», propone Freire.
También con los amigos, viene genial ser consciente, por ejemplo de sus miedos. «Hay quien teme el conflicto y se calla. Otros lo expresan de forma frontal. Si lo sabes, evitarás malentendidos», comenta la psicóloga.
Por último recalca que en ambientes laborales mejor no des por hecho que todos piensan como tú. «La frase ‘trata a los demás como te gustaría que te trataran’ no funciona. Mejor trátales como necesitan ser tratados», propone Freire. Y si dudas sobre qué perfil tiene la otra persona, la experta da la clave: «Pregunta. Preguntar no resta poder. Lo aumenta. Pregunta sin timidez cómo prefiere que le lo digas las cosas, qué le molesta cuando hablamos. Así centras la conversación en el comportamiento y no en la personalidad, que es mucho más difícil de cambiar».
Qué personalidad predomina en ti
Una de las recomendaciones prácticas que Marta Freire da para saber qué perfil DISC predomina en ti, o en la persona con la que te relacionas, es hacerse dos preguntas clave. La primera sería si piensas antes de actuar o actúas antes de pensar. Esto indica tu velocidad. La otra pregunta es si te centras más en la tarea a hacer o en las personas y sus necesidades. Esto revela tu orientación.
«A partir de ahí, ya puedes empezar a intuir qué colores predominan en ti», comenta la psicóloga y recuerda que «al comunicarte con los demás, en lugar de pensar cómo te gustaría que te dijeran las cosas, piensa en cómo crees que esa persona necesitaría que se la dijeran. Esa es la clave para evitar muchas discusiones que no necesitáis», concluye.
- Dominancia (rojo): Personas orientadas a la tarea, con rapidez para actuar, directas, resolutivas, con capacidad para mandar y organizar.
- Influencia (amarillo): Extrovertidos, creativos, entusiastas. Se mueven por la emoción y por las necesidades de las personas.
- Estabilidad (verde): Calmados, previsibles, reflexivos. Valoran la armonía y las relaciones personales duraderas.
- Cumplimiento (azul): Perfeccionistas, analíticos, meticulosos. Necesitan estructura, normas claras y certezas.
El resumen de la metodología DISC: trátales como necesitan ser tratados, no como te gustaría a ti.
Lo que a ti te calma, quizá a otro le incomoda. Lo que tú ves como empatía, para alguien más puede ser exceso. A veces, la buena intención no basta. Porque entendernos mejor no pasa por encajar al otro en nuestro molde, sino por abrirnos a su manera de estar, sentir y comunicar.
El método DISC no es una fórmula mágica, pero sí una brújula que apunta hacia relaciones más conscientes y menos reactivas. No se trata de ser distintos, sino de aprender a convivir con nuestras diferencias. Porque conocer al otro empieza por dejar de dar por hecho que es igual que tú. Y eso, aunque parezca pequeño, cambia muchas cosas.