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NO TE PIERDAS Por qué odiamos tanto los lunes

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“por qué odio los lunes”: mujer recostada sobre archivadores en la oficina, expresión de agotamiento

Ni el café ni el optimismo: el cuerpo detecta el lunes antes que tú. Foto: Cottonbro / Pexels

Crónica de un bajón anunciado

Cortisol, infartos y ansiedad: por qué odiar los lunes es solo la excusa

Los lunes son el villano favorito, pero la ciencia lo desmiente: el cuerpo reacciona a cualquier arranque laboral, con más cortisol y, sí, más infartos

Por Marcos López

28 DE SEPTIEMBRE DE 2025 / 08:00

Los lunes no gustan. Así, como norma general y para todo el calendario. No importa cuál sea tu trabajo, tu situación familiar o la vida en general. Los lunes tienen el dudoso honor de ser el día más odiado de la semana. Y si te preguntas por qué odio los lunes, la ciencia tiene una respuesta: hay una explicación psicológica y hasta hormonal para ese rechazo.

El domingo, ese ‘spoiler’ de la semana

En realidad, este odio universal a los lunes tiene un preámbulo: el denominado síndrome del domingo. Ana Guerrero Braña, psicóloga clínica del centro ViBood Psicología, lo describe así: «Se refiere a la anticipación mental de las responsabilidades que implica el regresar al trabajo. O lo que es lo mismo, la vuelta a la rutina. El fin de semana es un tiempo de desconexión y libertad, pero cuando llega el domingo el tiempo libre va llegando a su fin. Esta situación puede generar nerviosismo, pesimismo, inestabilidad emocional y preocupación, así como sensación de vacío o tristeza».

Luego cada persona es un mundo. Y mientras habrá quien comience la semana henchido de alegría, también habrá a quien le suponga una tortura (aún más) difícil de soportar. Es lo que sucede con con «aquellas personas que no se sientan satisfechas con el trabajo que realizan, en las que estas emociones se sentirán con mayor intensidad».

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Pero, ya sea el final del domingo o el propio lunes, ¿a qué obedece este bajón, o más bien derrumbe, anímico? Pues hay varios detonantes que lo explican. Empezando, como refiere Ana Guerrero, «por la rumiación excesiva de pensamientos negativos asociados con las obligaciones, las interacciones laborales, la ausencia de libertad, etc.,  También nos afecta el aumento de la ansiedad anticipatoria que se genera al imaginar escenarios catastróficos de posibles situaciones que no han ocurrido, ni tienen por qué ocurrir, pero que se sienten como reales».

En la misma línea, continúa la experta, «los pensamientos y la ansiedad aumentan el domingo porque se dispone de más tiempo libre, a diferencia del resto del fin de semana, que habitualmente suele dedicarse a hacer planes. Además, durante el fin de semana existe mayor flexibilidad horaria que finaliza el lunes con la vuelta a la rutina, y puede ser tomado como una imposición».

Cuando el cortisol marca la agenda

Sin embargo, no se trata únicamente de un una cuestión meramente emocional. También hay cambios fisiológicos. La Universidad de Hong Kong acaba de publicar un estudio en el que, como destaca Ana Guerrero, «se ha demostrado un aumento del 23% de los niveles de la hormona del estrés (cortisol), lo que establece una asociación entre presentar ansiedad los lunes y una desregulación del eje hipotálamo-hipofisario-adrenal, encargado de regular la respuesta al estrés del organismo y la producción de cortisol».

Dicho estudio también muestra que este incremento del cortisol se produce no sólo en los trabajadores en activo, sino también en la población jubilada. Y lo que es más preocupante aún, que los lunes también se asocian con un aumento, en este caso de un 19%, de los infartos de miocardio.

No es el lunes: es la semana laboral

Muy importante: en realidad no odias sólo los lunes, sino toda la semana laboral. De hecho, la Universidad Stony Brook, tras analizar los cambios producidos en el estado de ánimo de 340.000 participantes en función del día de la semana, observó que este estado anímico siempre mejoraba considerablemente los vienes y los fines de semana.

En otras palabras: no es tanto por qué odiamos los lunes, como que odiamos el día que sea que nos toca empezar a trabajar. «La sensación de odiar los lunes parece no encontrar justificación emocional sustancial. En este estudio no se halló evidencia que apoye el odio a los lunes. Es decir, la gente no odia los lunes, sino todos los días laborables menos el viernes».

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En realidad, da igual que se trate del lunes o de otro día en el que toque trabajar. Lo importante es tomar medidas para evitar que el ánimo caiga por los suelos. Y para atenuar este cambio emocional y el exceso de activación, «es importante adoptar hábitos saludables: hacer ejercicio, dormir suficientes horas y llevar una dieta equilibrada. Asimismo, la terapia psicológica puede ser de gran ayuda para entender el funcionamiento del estrés, mientras que aprender a relajarse o buscar actividades agradables pueden ayudar a reducir sus connotaciones negativas».

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