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Te damos las claves fáciles para compostar en casa./ Unsplash.

Sostenibilidad

Compostar: cómo convertir tus desperdicios en alimento para la tierra sin salir de casa

Cada año 1.300 millones de toneladas de alimentos van a la basura. Si estás harto y quieres contribuir a cuidar del planeta, tres expertas nos enseñan a hacer compost en casa.

Por Paka Díaz

17 de febrero de 2023 / 07:00

El desperdicio de alimentos se ha convertido en una preocupación creciente en la última década. Según el Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA), cada año, un tercio de todos los alimentos producidos para el consumo humano en el mundo, se desperdicia. Alrededor de 1.300 millones de toneladas que van directamente al vertedero. Por eso, evitar el desperdicio de comida es fundamental.

“Y se produce un 60% más de lo que se necesita”, apuntan María Durán y Marian Lorenzo, del área de recursos naturales y residuos de Amigos de la Tierra. Además indican que “el desperdicio alimentario es responsable de entre el 8% y el 10% de las emisiones de gases de efecto invernadero (GEI). Si fuese un país, ocuparía el tercer puesto como generador de emisiones”.

Según datos del Ministerio de Consumo, las tasas más altas de desperdicio son un 45% para tubérculos, frutas y hortalizas, un 35% para pescado, un 30% para cereales y un 20% para semillas oleaginosas, carne y productos lácteos. Y ojo, todos contribuimos: el 70 % del desperdicio de alimentos procede del consumo doméstico, de servicios de restauración y minoristas, mientras que los sectores de producción y procesamiento de alimentos contribuyen con el 30 % restante.

El impacto de esa cantidad de desechos tiene varias efectos, desde sobre la calidad del suelo y el agua, hasta la producción de olores peligrosos y vertidos químicos tóxicos, sin mencionar que esta incide en el cambio climático y aumenta la necesidad de más vertederos. Por eso, los expertos de la industria consideran que la reducción del desperdicio de alimentos debería de ser una prioridad en la agenda de sostenibilidad de todos los países.

Entre las soluciones que se aportan para luchar contra este desperdicio continuo de alimentos –en un planeta donde 828 millones de personas padecen hambre– hay una que, además de las empresas, también pueden realizar los consumidores: el compostaje. Hay incluso kits sencillos para hacerlo en tu casa. Eso sí, mejor adquirirlos solo cuando se tenga claro que no van a acabar como trastos.

Por qué compostar

Solo con leer a Sara Espinosa, ya dan ganas de ponerse a compostar. Cofundadora de Ecovidasolar, una web que lleva 10 años ayudando a personas lograr una vida más sana y sostenible. Además, es una gran divulgadora que consigue que todo parezca –y sea– fácil. “Creo firmemente que en cada uno de nosotros está el poder real de cambio o de mejora, con pequeños pasos que lo hagan posible. Debemos fijarnos en lo que sí está de nuestra mano, lo que podemos cambiar desde nuestro hogar”, afirma.

Espinosa explica que “compostar en casa no es sólo una manera de reducir el desperdicio de alimentos, además evita un impacto medioambiental significativo”. Se trata, dice, de un tema de “educar en valores” y destaca que “una buena gestión de compostaje urbano reduciría además el uso de pesticidas y fertilizantes químicos, lo que ayuda a proteger la salud humana y el medio ambiente”. Lo que en marketing se conoce por un «win, win», o sea, todos ganamos.

Ella entiende bien la resistencia al cambio, pero anima a hacerlo porque es más fácil de lo que parece y se puede compostar de todo: “prácticamente toda la basura orgánica es compostable, lo que supone casi el 60% de nuestra basura. Incluye frutas, verduras, cáscaras de huevo, cáscaras de frutas, hierbas, hojas y mucho más”.

El método Bokashi: cómo compostar de forma exprés

En su web, Ecovidasolar, Sara Espinosa explica el método japonés Bokashi de compostar. “En 14 días puedes crear un fermento acelerado, y con dos semanas más estaría listo. Un mes en total para poder usar el abono. Este es el método que más me gusta”, cuenta.

Para hacerlo en un piso o en una casa, “hace falta un recipiente fermentador especial, que separa el líquido de lo sólido”, cuenta y reconoce que “el líquido lixiviado resultante sirve como desatascador natural de tuberías, fue un descubrimiento para mí”. Después de esperar 14 días, “es necesario que la misma cantidad de fermento se mezcle con la misma cantidad de sustrato vegetal. Lo podemos hacer en un cubo con tapa, por ejemplo, y no produce olores más allá de lo que huele un fermento como la kombucha o el chucrut. Mezclado bien, en un mes tenemos abono muy rico en nutrientes listo para usar en la tierra directamente o para llevar al punto de compostaje de nuestra ciudad”, resume.

Por su propia experiencia, Espinosa señala: “lo hago dentro de casa y no necesita apenas espacio. La fermentadora tiene un tamaño parecido a un cubo de basura tradicional, aunque por dentro es diferente. Es un método fácil, no  lleva mucho tiempo, no genera olores porque se forma sin oxígeno y es perfecto para hogares con poco espacio”. Y nos da un truco: «Si cortas trocitos pequeños, conseguirás que tu compostera trabaje mejor».

Además, destaca que “también es una forma segura de deshacerse de los residuos orgánicos, ya que reduce los riesgos de contaminación y enfermedades. Este método es mucho más seguro que otros, ya que no hay riesgo de desarrollar bacterias nocivas durante el proceso”.

Y subraya: “nos convierte en un agente activo para el cambio en nuestra ciudad. Nos hacemos cargo de nuestra propia basura orgánica y construimos un entorno más sostenible y entornos saludable para generaciones futuras”.

El vermicompostaje: qué es y cómo hacerlo

Para quienes apenas tengan una terraza o pequeño balcón, María Durán y Marian Lorenzo, de Amigos de la Tierra, sugieren el vermicompostaje, o compostaje con lombrices. “Es un proceso aerobio, que necesita oxígeno, y libre de malos olores. Transforma la materia orgánica con la acción descomponedora de las lombrices, a través de su tubo digestivo y con los microorganismos. Sólo hay que tener la precaución de no dejarlo al sol directo, ni expuesto a temperaturas extremas”, explican.

Los pasos a seguir serían: Montar el vermicompostador. Mezclar restos de cocina troceados con la población de lombrices. Introducir restos orgánicos según se van generando. Controlar su cantidad y proporción manteniendo el vermicompostador con un porcentaje de humedad adecuado. De vez en cuando, extraer el lixiviado (líquido) producido, que es un fertilizante estupendo para las plantas.

Mitos sobre compostar

Pedimos a Sara Espinosa que nos explique los mitos más comunes y las realidades que se esconden tras ellos, en cuanto al arte del compostaje.

Compostar es difícil: “De hecho, es un proceso más sencillo de lo que parece y que lo pueden hacer personas de prácticamente todas las edades ya que no necesita de ninguna habilidad especial”, explica.

Compostar produce malos olores: “Si se hace correctamente, el compost no genera olores desagradables. El olor viene de la putrefacción, nunca del compostaje. Se evita respetando la proporción de 50%  materia seca y 50% de la orgánica, así como asegurarse de que el compost no se seque por completo o que esté demasiado mojado”, cuenta.

Me quita tiempo: “Es más rápido que cuando se mete en bolsas de basura cerradas y no genera esa cantidad de emisiones”, advierte. Sí, se refiere a esos olores oscuros y como tóxicos de tu bolsa de basura. Por lo general, señala, el proceso tarda entre uno y tres meses.

No tengo sitio: “El compostaje puede realizarse en el jardín al exterior, terraza, patio o en un contenedor o cubo. Hay diferentes maneras de compostar, incluso en un piso dentro de casa”.

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