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Las personas controladoras suelen adoptar una actitud paternalista, pero acaban por generar miedo en sus parejas. FOTO: Freepik.

MENTE

Cómo dejar de ser una persona controladora

Tendemos a querer controlar para sentirnos seguro. Descubre por qué conviene aprender a abrazar la incertidumbre para sentirte mejor.

Por Paka Díaz

14 DE JULIO DE 2025 / 14:00

Padres y madres utilizan aplicaciones que les permiten saber en cada momento dónde están sus hijos. Algunas personas llegan a obsesionarse con el móvil de sus parejas y sus interacciones en redes sociales. Otras tratan de organizar toda su vida, de forma que haya muy poco espacio para imprevistos. Todas estas conductas esconden un miedo común a la incertidumbre y la inseguridad. Para sentirnos seguros, tendemos a querer controlar. Y, sin embargo, no hay nada que pueda resultar más vulnerable que intentar controlarlo todo. Elizabeth Clapés, la popular terapeuta conocida en redes sociales como @esmipsicologa, nos explica por qué conviene aprender a abrazar la incertidumbre y cómo puede ayudarte a que te sientas mejor.

Cómo saber si eres una persona controladora

Las personas controladoras suelen compartir una serie de rasgos. Lo primero que hacen es justificarse en que conocen a la persona que controlan y que lo hacen para cuidarla. Además, utilizan el lenguaje para ocultar sus intereses profundos y suelen actuar con paternalismo, ya sea con sus propios hijos o con su pareja, como explica en su libro Tú no eres el problema (Ed. Montena).

Para saber si estás ejerciendo demasiado control en tus relaciones o en tu vida diaria, Elizabeth Clapés recomienda que «lo principal es fijarte en cómo haces sentir a los demás». Ese será el termómetro que te lo indique. «Una persona notará que está ejerciendo control sobre los demás en el momento en el que le tengan miedo, no se atrevan a decir según qué por si se enfada o por su reacción. Lo principal es cómo hace sentir a los demás», señala la terapeuta.

Narcisistas controladores

Entre las personas controladoras destacan los narcisistas, los depredadores emocionales y los psicópatas. Clapés destaca que «tanto los depredadores emocionales cómo los narcisistas tienden al deseo de poder y control sobre los demás. Se trata de una tendencia clara a dominar».

La psicóloga explica que «los narcisistas quieren sentir dominancia y poder porque disfrutan con la sensa­ción de control». Se trata, indica, de «su modus operandi de interactuar» y advierte que «cuentan con una gran capacidad para manipular y adaptarse al entorno para conseguir lo que quieren. Por esto, suelen ser per­sonas con un encanto superficial, seductoras e inteligentes, pero con una inteligencia que se manifiesta en forma de astucia y picar­día, más que en conocimiento».

Los riesgos de ser una persona controladora

Los principales problemas o consecuencias negativas de ser una persona controladora es que puede afectar a nuestras relaciones personales y profesionales. Pero no es lo mismo todo el tipo de control. El problema llega sobre todo, puntualiza Clapés, al ser «una persona controladora, entendiéndolo como alguien celoso o posesivo, al menos es como yo lo entiendo». En ese caso, explica la terapeuta, sería «aquella de la que las personas del entorno tienen miedo; miedo a hacer o decir algo delante de ella que le pueda molestar, a no cumplir con sus expectativas».

Esto ocurre porque, según señala, el control sobre las personas conduce a reprimirlas, hacerlas sentir inseguras y asustarlas. «Al controlar a la gente la dominas y no la dejas ser», recalca Clapés. Por eso, señala que, obviamente, «el principal beneficio de dejar ser a las personas sin ejercer control sobre ellas es que vas a tener relaciones más auténticas, naturales y significativas, habrá conexiones reales y no mediará el miedo».

Abrazar la incertidumbre

Si tiendes a ejercer control, sin llegar a ser una persona absolutamente controladora, es importante aprender a abrazar la incertidumbre. Eso puede contribuir a nuestro bienestar emocional y mental y, también, a entender los beneficios del cambio y aceptarlo como parte de la existencia.

«Abrazar la incertidumbre es una buena meta en la vida, ya que forma parte de nuestro día a día. No nos la podemos quitar y va estar presente en muchas situaciones. Es prácticamente imposible no tenerla nunca, por lo que es mejor hacer como dice el refrán, cuando no puedas luchar contra un enemigo, únete a él», comenta la psicóloga.

Para abrazar la incertidumbre, Clapés recomienda «darle la mano y permitirle transitar el malestar que nos genera”. La experta advierte es eso puede ser un proceso terapéutico, «tenemos que aprender a conectar con las situaciones desagradables. Y como digo con tantas otras emociones como la culpa, la pena, la responsabilidad, cuando llegan, lo que hay que hacer es cogerlas de la mano y permitir que te acompañen, hasta que se vayan solas». Eso sí, recuerda es el camino indicado, ya que «no podremos afrontar la incertidumbre si no hemos aprendido a sentirla y nos acostumbramos a vivir situaciones en las que la haya».

Dificultad para dejar de ser controlador

Cuando se le pide a Elizabeth Clapés algunas estrategias prácticas para dejar de ser una persona controladora, para ponerlas en marcha en tu vida, su respuesta es clara. «No hay trucos o estrategias prácticas ni tips para dejar de ser de una manera», aclara y explica que «nuestra forma de ser está arraigada a las situaciones que hemos vivido, cómo nos han criado y querido, y por eso es algo tan complejo que no se pueden dar consejos o estrategias prácticas tan sencillas». El proceso se puede realizar, no obstante, pero la experta subraya que «en muchas ocasiones, el cambio requiere un proceso terapéutico de años».

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