Cómo reconocer a un depredador emocional: psicópatas, narcisistas y peligrosos

Todos recordamos las historias de vampiros, esos seres fantásticos que seducen a sus víctimas para, luego, chuparles la sangre hasta, en la mayoría de las ocasiones, acabar con ellas. Este sería el ejemplo perfecto de los depredadores emocionales, ya sean psicópatas o narcisistas, que, en la vida real, lo que hacen es encantar con su personalidad brillante para, poco a poco, manipularte, confundirte y herirte.

Cuando avanza el proceso, pueden llegar a conseguir que te sientas otra persona, que has dejado de ser tú. En el libro Tú no eres el problema, la psicóloga Elizabeth Clapé da las claves para descubrirlos. Repasamos algunas de ellas con la experta.

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Qué es un depredador emocional

Un depredador emocional es una persona que prioriza sus deseos a los de cualquier otra persona y que es capaz de cualquier cosa con tal de hacerlos realidad. Se trata de excelentes manipuladores sin escrúpulos. Para conseguir sus objetivos, pueden traspasar fronteras morales sin despeinarse. Pero además, en muchos casos logran hacer que su víctima, de la que tratan de sacar todo lo posible, establezca una fuerte relación de dependencia de ellos.

“El desgaste llega a ser tan grande que pa­rece que, si le pones fin, estarás tirando tu enorme lucha a la basu­ra”, apunta Elizabeth Clapés de las relaciones con los depredadores emocionales. Por eso, acabar la relación –ya sea personal, amorosa o incluso profesional– puede ser una tarea ardua. Además, con la profunda manipulación que establecen, la víctima puede llegar a dudar, incluso, de sí misma.

Cómo reconocer a un depredador emocional

Para detectar las señales más claras de que una persona es un depredador emocional, ya sea un piscópata o un narcisista, Clapés destaca la importancia de “ver cómo hace sentir a las personas de su entorno”. Aparte de eso, la experta también recomienda fijarse en en cuáles son las intenciones reales detrás de sus actuaciones y conductas.

Pese a tener un aspecto y conductas encantadoras, todos los depredadores emocionales comparten algo, que buscan aprovecharse de diversas formas de la persona a la que victimizan. “Estas personas buscan reconocimiento, beneficios, poder, control y dominancia. Si detrás de su forma de actuar siempre hay una intención oculta, aunque parezca buena persona, es una gran señal de que estamos ante un depredador emocional”, advierte.

La Ley del hielo

Entre las técnicas que usa el depredador emocional destaca la Ley del hielo. O sea, ignorar a su víctima, sus deseos e incluso su persona, como si no existiera. Eso destroza su autoestima y es una cruel forma de maltrato psicológico. Por otro lado, suelen utilizar las relaciones sexuales para dar placer a sus víctimas y castigarlas sin él, para manipularlas.

Otras de las técnicas que utilizan es el el gaslighting o luz de gas. O sea, ponen en duda o que dice o hace la víctima de tal forma de hacerle que duda de sí misma. Esto también acaba de destruir su confianza en uno mismo. Y hay que tener en cuenta que los depredadores emocionales suelen buscar cómplices, sin que estos se percaten de serlo, ni de estar ayudando a que se sostenga el abuso. Por eso, Clapés apela a la observación.

Cómo protegerse de un depredador emocional

Los depredadores emocionales son complejos de detectar y cuando inician una relación con su víctima, más aún. Entre otras cosas porque tienden a aislarla para que sienta que solo le importa a él, y generar así una la dependencia emocional. Ojo, porque incluso se les puede llegar a ver como los salvadores o héroes. Nada  más alejado de la realidad. Para tener claro que estás ante un depredador emocional, Clapés sugiere “escuchar al propio cuerpo, cómo reaccionamos cuando estamos con ellos. Con qué sensaciones nos vamos a casa, con qué sensación corporal nos dejan”.

Pero además, la experta subraya que “lo más útil para estos procesos suele ser contarlo al entorno, buscar que haya otras personas que nos apoyen. Sentir que no estamos solos e informarnos sobre la situación que estamos viviendo para validarla”. Por lo tanto, lo primero sería ponerle nombre y comprender qué esta pasando. Algo que, destaca, “va a facilitar mucho que nos identifiquemos como víctimas de una situación de la que tenemos que salir”. Por eso también recuerda la importancia del entorno, ya que “muchas veces necesitamos que alguien venga de fuera y nos diga, oye, tú NO eres el problema”.