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La clave para reducir la frecuencia e intensidad de las migrañas es seguir una dieta saludable. FOTO: Freepik.

Alimentación

Estos son los alimentos que tienes que evitar para no tener migrañas ni dolor de cabeza

Que una persona padezca o no migraña depende de sus genes, no de su dieta. Pero hay alimentos que pueden provocar que sean más frecuentes e intensas.

Por Marcos López

16 DE MAYO DE 2025 / 07:30

Las cefaleas, como reconoce la propia Organización Mundial de la Salud, son una de las patologías más discapacitantes que existen. Unos dolores de cabeza entre los que se cuentan la (odiosa) migraña, que ocupa un lugar especialmente incómodo: arrasa con tu día y puede durar horas… o incluso días. Aunque la genética juega un papel clave, lo que comemos también puede influir en su aparición e intensidad.

El doctor Jaime Rodríguez Vico, responsable de la Unidad de Cefaleas del Hospital Universitario Fundación Jiménez Díaz, lo deja claro: «La migraña es constitucional y genética. Nacemos con un paquete de genes que nos predispone, aunque su expresión depende de múltiples factores entre los que puede incluirse lo que comemos».

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Es decir, puedes tener los genes de la migraña, pero no necesariamente desarrollar la enfermedad… salvo que algo la dispare.

Entre los factores que pueden hacer saltar la chispa de la migraña están los aceites vegetales ricos en ácidos grasos omega-6, los ultraprocesados o los alimentos con alto índice glucémico y que producen picos de glucosa en sangre.

«Mi experiencia es que los desencadenantes alimentarios no son tan frecuentes, pero si se identifican, hay que retirarlos», explica el doctor. Entre los sospechosos habituales: el alcohol, el queso curado (por su contenido en tiramina), el tomate y los cítricos».

Más allá de los alimentos concretos, la alimentación puede influir en mecanismos relacionados con el dolor. «Afecta a neurotransmisores clave como la serotonina (triptófano), al sistema nervioso autónomo, al metabolismo del azúcar, a la producción de energía celular, al control del tono vascular (tiramina, histamina, nitratos) y, por supuesto, la microbiota, clave en el eje intestino-cerebro».

Pero que una persona vaya a padecer una migraña no depende del menú. Se trata, una vez más, de una cuestión meramente genética. De que al nacer cuente, o no, con un paquete de genes migrañosos. Aunque no debe descartarse, como alerta el experto, «que la epigenética heredable pueda romper esa norma en un futuro y trasmitamos a nuestros hijos nuestra mala salud por comer mal».

Igual que, por mucho que se empeñen las redes sociales, no existe un régimen milagroso para bajar de peso, tampoco hay una dieta universal para desterrar la migraña. La única fórmula válida, según el especialista, es seguir una dieta saludable, como la del plato de Harvard (HEP) o la DASH (la dieta contra la hipertensión). «En general, debemos comer más fruta y verdura, ingerir hidratos de carbono integrales, pocos lácteos y evitar los ultraprocesados y bebidas azucaradas con alto índice glucémico. Y limitar las grasas a menos del 20% de la dieta, así como priorizar los ácidos grasos omega-3 y evitar los omega-6».

Llegados a este punto, ¿es cierto que eliminar el gluten de la dieta es una medida eficaz para reducir la frecuencia e intensidad de las migrañas? El especialista en cefaleas es claro: «no hay evidencia de la utilidad de restringir el gluten si no se tiene enfermedad celiaca. Es más: puede ser hasta perjudicial».

Lo mismo sucede con el ayuno. Es un conocido desencadenante de crisis de dolor en la persona migrañosa, razón por la que «es poco, o nada, aconsejable». Así que no te saltes el desayuno. Ni ninguna otra comida.

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En resumen: una dieta saludable siempre es una buena idea, pero si tienes migrañas, todavía más. Eso sí, consulta siempre con un profesional. «La ciencia de la migraña es una ciencia de precisión», recuerda el doctor Rodríguez Vico. Cada persona es diferente y es obligado individualizar cada tratamiento para tener éxito».