
¿No eres capaz de resistirte? FOTO: Freepik.
ALIMENTACIÓN
La enzima que te salva cuando quieres comer postre y eres intolerante a la lactosa
¿Te cuesta decir que no a un flan o a una tarta, aunque sepas que luego te vas a arrepentir? Tranquila, existe una pequeña ayuda que te permite no resistirte a la tentación: la lactasa.
Por María Corisco
15 DE MAYO DE 2025 / 08:00
Durante generaciones, el vaso de leche fue símbolo de salud, crecimiento y buena nutrición. Sin embargo, cada vez más personas en España afirman sentirse mal tras consumir lácteos. Dolor abdominal, tripa hinchada, gases o diarrea son síntomas comunes que apuntan a un posible culpable: la intolerancia a la lactosa.
Si es tu caso, es probable que hayas cambiado tu desayuno y ahora tomes leche sin lactosa sin mayor problema. Pero, cuando llega el momento del postre, la historia cambia. Renunciar a las natillas, al flan o a esa tarta de queso cremosa puede parecer una penitencia excesiva. No tienes por qué decirles adiós: existe una enzima, la lactasa, que puede ayudarte a disfrutar esos pequeños caprichos sin que tu digestión se resienta.
El día que la leche dejó de sentarte bien…
Es todo una cuestión digestiva: la lactosa es el principal azúcar presente en la leche. Para digerirla, necesita de lactasa, una enzima que se produce en el intestino delgado y que, en condiciones normales, descompone la lactosa en glucosa y galactosa, lo que facilita su absorción.
Cuando esta enzima escasea o está ausente, la lactosa no se descompone bien y pasa intacta al colon. Allí, las bacterias intestinales la fermentan, generando gases y provocando esos síntomas digestivos tan molestos. Es decir, no se trata de una alergia (como ocurre con la proteína de la leche), sino de una mala digestión de este azúcar debido a un déficit de lactasa.
No hay más intolerantes a la lactosa que antes sino que son más quienes se diagnostican
Si hace apenas dos décadas esta intolerancia era una rareza—en España hay países donde la mayoría de la población tiene este problema—, según el Estudio sobre percepción y hábitos de personas con intolerancia a la lactosa, impulsado por laboratorios Salvat en colaboración con la Asociación de intolerantes a la lactosa España (ADILAC), en los últimos años el número de personas que refieren que les sientan mal los lácteos es cada vez mayor. No hay evidencia contundente de que haya más casos reales de intolerancia, pero sí más conciencia, mejores pruebas diagnósticas y más acceso a información. También ha influido en su visibilidad el auge de las dietas sin lácteos, la moda del realfooding y una mayor presencia de productos sin lactosa en los supermercados.
Esto ha llevado a que muchas personas identifiquen síntomas que antes normalizaban o atribuían a otros problemas, acudan al especialista en digestivo y reciban un diagnóstico. «El aumento en el diagnóstico de la intolerancia a la lactosa refleja una mayor conciencia sobre la salud digestiva y un mejor acceso a pruebas, lo que nos permite adaptar mejor la dieta a las necesidades de cada persona, mejorar su calidad de vida y evitar molestias innecesarias», afirma Gabriela Pocoví, doctora en Medicina y Salud pública y dietista-nutricionista, quien ha participado en la ponencia ‘Nutira: vivir sin limitaciones la intolerancia a la lactosa’, en el marco de INFARMA, el encuentro europeo de farmacia.
Cuando el postre se convierte en un problema social
Según el citado estudio, «más del 80% de la población con intolerancia a la lactosa ve afectada su calidad de vida por esta condición». En este sentido, el 90% ha dejado de pedir postre en restaurantes como consecuencia de su condición, el 68% no toma café con leche por la mañana, el 70% se lo piensa dos veces antes de pedir comida a domicilio y el 60% ha visto reducidas sus salidas a comer o cenar fuera.
Según la doctora Pocoví, «la intolerancia a la lactosa no sólo impacta en la salud digestiva, sino que también limita las actividades cotidianas. Esto afecta directamente la calidad de vida. Sin embargo, es posible disfrutar de las comidas y mantener una vida social activa sin renunciar al bienestar. Con dieta saludable y trabajando en pro de recuperar la salud intestinal del paciente. Y buscando soluciones adecuadas, como productos fermentados, lácteos de oveja y cabra o el apoyo de la enzima lactasa”.
Una pastilla antes de un festín a lactosa
En el día a día, es fácil apañarse con las muchas alternativas sin lactosa que ya encuentras en cualquier supermercado: leche, yogures, quesos o incluso batidos. Pero hay ocasiones en las que te apetece disfrutar de un postre tradicional, no quieres renunciar al menú completo en un restaurante o simplemente estás fuera de casa y no tienes el control sobre los ingredientes. Para esos momentos, tener a mano un suplemento de lactasa puede marcar la diferencia.
La estrategia es sencilla: ya que el problema es un déficit de esta enzima, se trata de proporcionarle a tu organismo una dosis extra. Estos suplementos contienen lactasa, y por ello ayudan a digerir mejor los lácteos. Pueden presentarse en forma de comprimidos, cápsulas, gotas o masticables, y se toman antes de consumir alimentos con lactosa. Son productos seguros para el uso ocasional y, aunque se venden sin receta, siempre conviene consultar con un profesional.
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