La productividad empieza por el autocuidado. FOTO: Freepik.
CUERPO
Productividad cíclica: cuando el autocuidado se convierte en tu mejor estrategia profesional
¿Y si la clave para ser más productiva no fuera hacer más, sino escucharte mejor? La propuesta es adaptar el trabajo a tus ritmos hormonales para alcanzar tus objetivos sin dejarte a ti misma para el final
Por María Corisco
16 DE JUNIO DE 2025 / 14:00
Durante décadas, la productividad se ha medido con un patrón lineal, constante, inmutable. Se premia la regularidad, la disponibilidad permanente, el esfuerzo sostenido sin pausa. Pero ese modelo, diseñado en gran parte por y para hombres, no encaja con la fisiología femenina y no tiene en cuenta cómo las fluctuaciones hormonales del ciclo menstrual influyen en tu energía, concentración, estado de ánimo, capacidad de comunicación e incluso en la toma de decisiones.
Desde esta perspectiva, Lola Montes, una emprendedora referente en salud femenina, nutrición, ciclo menstrual y directora del podcast Radiance, expone su propuesta de la productividad cíclica, que no es hacer menos, sino hacerlo diferente, y reconocer las fluctuaciones hormonales como una ventaja estratégica, y no como un obstáculo. Entender en qué fase del ciclo te encuentras puede ayudarte a organizar tareas, reservar espacios de descanso y potenciar tus habilidades naturales en cada momento. En definitiva: convertir el autocuidado en tu mayor aliado profesional.
«Nos hemos creído que ser eficientes o productivas significa hacer lo mismo cada día, estar siempre disponibles o produciendo, y nada más lejos de la realidad», explica. Eficiencia y productividad significa «ser capaz de crear lo que desees en este mundo mientras priorizas tu bienestar, respetas tus necesidades y entiendes que es posible emprender o trabajar desde este lugar y tener éxito mientras te sientes bien y en equilibrio«.
Pero queda camino por recorrer, explica: «En la sociedad actual, la forma en la que trabajamos, producimos y categorízanos eficiencia y productividad es lineal. Este sistema lineal está diseñado por y para hombres, un sistema que acompaña sus hormonas cada día (un ritmo circadiano diario de subidas y bajadas que se repite cada día). Sin embargo, las mujeres no somos hombres pequeños, y nuestro sistema, aparte de este ritmo circadiano, tiene uno mensual, donde las hormonas fluctúan a lo largo del mes en cada una de las fases del ciclo haciendo que desde las necesidades de nuestro cuerpo a como procesamos información cambien».
Una mirada a tu interior
El punto de partida es identificar la existencia de estos ciclos y fluctuaciones, y entender que afectan a multitud de aspectos de la vida, «desde cómo toleramos el acné a cómo procesamos la información, nuestra habilidad para comunicarnos o la necesidad de descanso. Nuestro ciclo menstrual afecta a todo lo que ocurre a nivel mental, emocional y físico, por lo que no tenerlo en cuenta es básicamente luchar a contracorriente de lo que quiere nuestro cuerpo cada día».
Y esto, que a menudo te fastidia, te deja tocada o te hace pequeñita es, desde la perspectiva de Lola Montes, «nuestro superpoder. Tiene sentido que, si en la fase preovulatoria o ovulatoria nos sentimos más extrovertidas, más magnéticas y con más facilidad de comunicarnos, aprovechemos para grabar videos, tener meetings importantes o hacer entrevistas. Sin embargo, en premenstrual estamos más introvertidas y analíticas, por lo que podemos aprovechar esta energía para pasar más tiempo a solas, hacer listas y ordenar».
Dime en qué fase estás y te diré cómo aprovecharla
En realidad, se trata de aprovechar las ventajas de esas subidas y bajadas hormonales, de tener en cuenta que las distintas fases del ciclo influyen en las decisiones que tomas, en tus citas, en tu forma de encarar los proyectos:
- Tras la menstruación, empieza la primavera (fase preovulatoria) y después el verano (la ovulación). «En estas dos fases, nos sentimos más atrevidas, más dispuestas a correr riesgos y a explorar nuevas oportunidades. Esto es increíble, pero tener en cuenta que es un momento en el que podemos saltarnos las ‘red flags’ o alertas sobre que algo no esté bien en esa decisión».
- Ahí entra la fase premenstrual (u otoño), «dónde este atrevimiento desaparece y estamos mucho más analíticas. Aquí es el momento de revisar esas decisiones con una perspectiva más lógica y evaluar si es lo más acertado para nosotras. Por supuesto, tener en cuenta que, en la fase premenstrual, puede que nuestra crítica interior suba el volumen y nos guía desde el miedo y no desde la verdad».
Pero no hay que olvidar que cada mujer es única, y también lo son sus ciclos y la forma de vivirlos y sentirlos. En este sentido, y para sacar el mayor partido de esa unicidad, «la clave está en registrar nuestro propio ciclo para entender nuestros patrones y saber qué necesita nuestro cuerpo cada día. De hecho, ni el ciclo tiene que durar 28 días ni todas ovulamos el día 14. Tener una orientación general de las fases del ciclo ya es un gran cambio, pero registrarlo y conectar contigo misma cada día es la verdadera revolución».
Es posible que te preguntes qué ocurre entonces en la menopausia, cuando ese vaivén hormonal de la edad fértil se atenúa. Esta etapa, en opinión de Lola Montes, «es otro tipo de sabiduría, una etapa de más madurez y estabilidad donde, una vez más, entender lo que está ocurriendo con nuestras hormonas es clave para cuidarnos y priorizarnos desde este lugar».