
No hay que tener miedo a abrir el melón de los deseos impostados. Hacerlo es la mejor forma de empezar a saber qué es lo que realmente quieres. Foto: Moose / Pexels / WeLife
MENTE
Decidir entre lo que quiero y lo que debería querer: un drama en varios capítulos
Entre la presión de las redes, el miedo a no encajar y el ruido interno, descubrir qué deseas de verdad puede ser el capítulo más difícil… pero también el más liberador.
Por Paka Díaz
24 DE JULIO DE 2025 / 14:00
Hay gente a la que no le cuesta nada decidir. Sin embargo, para otras personas decidir es un dolor. Lo cierto es que la mayoría de nosotros dudamos muchas veces porque no es tan sencillo determinar realmente cuáles son nuestros deseos. Tomar decisiones auténticas. Ocurre porque nuestras decisiones más importantes pueden estar condicionadas por las expectativas externas y no por un deseo real. Y esa falta de alineación se manifiesta con malestar, cansancio, ansiedad o simplemente con un runrún interno que no cesa.
Aunque hay herramientas para entrenar la intuición y tomar buenas decisiones, lo ideal es empezar por saber qué quieres. Para ello, la psicóloga y coach Marta Freire considera que lo más importante es realizar «un viaje de autoconocimiento. Así puedes recuperar el timón de la vida y aprender a distinguir entre tus deseos auténticos y los que vienen impuestos por el entorno, las redes sociales o el miedo a no encajar», cuenta.
No hay que tener miedo a abrir el melón de los deseos impostados. Hacerlo es la mejor forma de empezar a saber qué es lo que realmente quieres. Y, como la experta deja claro en su último libro, Ponte en acción, esa es precisamente la forma de tomar el control sobre tu vida y que está sea lo que de verdad quieres que sea.


Cómo saber si un deseo es tuyo
No siempre es fácil saber lo que se quiere de verdad. Las presiones sociales y el deseo de agradar pueden nublar nuestra mente. «Una señal clara de que algo no está alineado contigo es lo que sientes al meterte en la cama. El cuerpo te avisa. Si hay incoherencia entre lo que has hecho y lo que realmente querías hacer, lo vas a notar», señala Marta Freire.
Según Freire, una de las primeras herramientas para diferenciar deseos reales de los impostados es observar cuándo nos comportamos desde el miedo a no ser aceptados. O si optamos por el postureo…. «Si definimos postureo como la necesidad de sentirnos queridos, entonces claro que tiene que ver. Muchas veces decimos o hacemos cosas para encajar, no porque las sintamos», apunta la coach.
El papel de las redes como presión
En un contexto dominado por las redes sociales y la exposición constante, distinguir lo que queremos de lo que creemos que deberíamos querer es cada vez más difícil. A veces son inspiración, pero otras pueden resultar una presión. «Lo que vemos en las redes es solo un porcentaje muy pequeño de la realidad. Si no somos conscientes de eso, acabamos frustrados por no tener la vida que creemos que los demás tienen», advierte la psicóloga.
Esa sobreexposición a modelos de aparente éxito, puede derivar en un tipo de sufrimiento silencioso para la persona. «Una cosa es inspirarse. Otra muy distinta es asumir que lo que ves es el único camino válido. Porque si yo no veo el proceso, solo el resultado, me comparo desde un lugar de carencia», destaca Freire.
Riesgos de desconectar de tus deseos
Por eso, hay que tener cuidado con desconectarse de lo que realmente se quiere, en cualquier sentido. Freire advierte que esta desconexión puede mantenerse durante años, hasta que un día estalla. «Hay personas adultas que un día se despiertan y se dan cuenta de que han construido una vida basada en expectativas externas. Han seguido caminos automáticos sin pararse a preguntarse si eso era lo que realmente querían», comenta.
Este desfase entre lo que hacemos y lo que deseamos no solo nos aleja de nuestra autenticidad, sino que también nos agota emocionalmente. Cuando la expectativa está lejos de la realidad, y no eres consciente de que ese hueco es irrealizable, llega el estrés. «Es como correr una carrera hacia una meta que no existe», advierte la terapeuta.
Cómo saber lo que quieres
La respuesta para salir de este ciclo según indica Marta Freire, se trata de transitar el camino del autoconocimiento. Para ello, subraya que «todos los ejercicios que nos ayuden a conocernos son vitales para cualquier proceso de cambio. Eso significa invertir tiempo en saber cómo soy, qué siento, qué significan mis emociones, qué miedos tengo, qué anhelos, qué fortalezas. Conocer la cara A y la cara B». Una herramienta sencilla que recomienda es identificar variables internas que nos ayudan o nos dificultan avanzar. «Estamos obligados a ver lo bueno y también a mirar de frente lo que nos limita. Si no lo identifico, no lo puedo gestionar», apunta.
También insiste en «bajar el volumen de los pensamientos». Porque muchas veces las ideas que tenemos sobre nosotros mismos o nuestros objetivos están contaminadas por el ruido social: «Somos más que lo que pensamos. Y muchas veces pensamos en bucle desde una identidad que no hemos elegido del todo».
Cómo pasar de la reflexión al cambio
El verdadero cambio comienza cuando dejamos de reflexionar únicamente y pasamos a actuar. Y para eso, Freire es contundente: «Hace falta diseñar un plan, que mezcle consciencia, realismo e ilusión». Con un punto de partida claro –quién soy, dónde estoy– una visualización de hacia dónde te gustaría ir. Y luego trazar pasos alcanzables en función de tus recursos. Y dejar de rumiar el pensamiento, para escucharte a ti mismo.
El objetivo no es alcanzar una idea de éxito impuesta, sino una versión auténtica de nosotros mismos. Que respete lo que de verdad quieres. «Una persona puede estar en el punto de no querer seguir como está, pero no saber hacia dónde ir. Lo importante es reconocer eso. A partir de ahí, toca dedicar tiempo a escucharse, y preguntarse no solo qué esperas tú de la vida, sino qué espera la vida de ti», resume Freire.
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