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Tu chat de amigas y el tardeo son medicina preventiva: el flourishing de Harvard que los españoles llevamos años haciendo
Nuestras abuelas ya hacía flourishing sin saberlo. Ellas se sacaban las sillas a la fresca y se ponían al corriente con las amigas mientras cosían. Era su seguro de salud mental.
Por Mamen Infante
10 DE DICIEMBRE DE 2025 / 07:30
La próxima vez que alguien te llame al salir del trabajo y le extrañe el ruido de bar de fondo, dilo bien alto: déjame, estoy floreciendo (flourishing, en inglés). Y que todos lo sepan: Quedar con los amigos y brindar porque sí es salud, física y mental. En psicología social se conoce como un buen nivel de flourishing y en España somos campeones en esto de quedar con amigos, familia o colegas del trabajo. Y sin apenas desearlo, ese gesto de quedar con amigos funciona como terapia antiestrés.
Es bueno para nosotros y lo avala el último Estudio sobre Flourishing de la Universidad de Harvard, que mide cada año este nivel de bienestar en los cinco continentes.
La felicidad se comparte con otros
En España tenemos mucho que decir sobre flourishing. Suena muy a taza de Mr. Wonderful pero, ojo, es un concepto de lo más científico. No es ser feliz a secas, sino serlo en compañía de otros. El flourishing habla de vivir una vida que funciona y se mide en seis dimensiones: felicidad, salud física y mental, sentido vital, carácter, relaciones y estabilidad material.
Saber si floreces o no es como pasar un test de bienestar que poco tiene que ver con cuántos pasos das ni, mucho menos, cuánto ganas o asciendes laboralmente. Y eso mide el Global Flourishing Study (GFS) cada año. Es una investigación gigantesca con más de 200.000 participantes en veinte países. El de este año confirma lo que muchos sospechábamos cuando decíamos eso de ‘Spain is different’: en España, la salud mental y física florece gracias a la energía vital que dan unas buenas relaciones sociales.
Tenemos que hablar de flourishing
Según el estudio, España queda en un punto medio de florecimiento a nivel global. Pero con una peculiaridad importantísima: aquí, lo que más pesa para sentirse bien no es la tranquilidad que da la cuenta del banco, sino tener buenos vínculos humanos. Es decir, no sentirte sola, sino apoyada por tu grupo de amigas, que con cincuenta años tu madre te pregunte si has merendado o quedar con amigos para entrenar. «Siempre es más divertido hacer deporte en compañía. Además, tener gente alrededor te ayuda a distraerte del esfuerzo que estás realizando, por lo que es más llevadero», explica Adrián Rodríguez, entrenador personal.
Quizá en Harvard no conozcan la diferencia entre ‘terraceo’, ‘tardeo‘ o ‘vermuteo’, pero aquí es una ciencia que dominamos. Eso que en España practicamos desde que nuestras abuelas sacaban las sillas a la fresca confirma que nuestra forma de vivir y relacionarnos es salud. Y que el bienestar del español medio no depende tanto del bolsillo como de la terraza, las risas compartidas, las sobremesas infinitas. Lo que creíamos costumbre es, en realidad, medicina preventiva que beneficia marcadores de salud concretos, a nivel físico y mental. Veamos cuáles.
Las quedadas de amigos como medicina
En su página web, la Harvard Medical School pone la base de esta teoría: «Las relaciones sociales no solo nos proporcionan placer, sino que influyen en nuestra salud a largo plazo de una forma tan importante como dormir lo suficiente, llevar una dieta adecuada y no fumar».Fomentar el contacto social es algo muy arraigado en nuestra cultura y ha funcionado siempre como prevención de dolencias emocionales y hasta físicas. «Los científicos están investigando cuáles son los factores biológicos y conductuales que explican los beneficios para la salud de relacionarse con otras personas. Por ejemplo, han descubierto que ayuda a aliviar los niveles nocivos de estrés que pueden afectar negativamente a las arterias coronarias, la función intestinal, la regulación de la insulina y el sistema inmunitario. Otra línea de investigación sugiere que los comportamientos afectuosos desencadenan la liberación de hormonas que reducen el estrés», señala el citado informe.
De lo contrario también hay datos. El último Informe sobre conexión social de la OMS (2025) alerta de que la soledad y el aislamiento social son un reto de salud pública a nivel mundial. «La falta de conexión social se asocia con un aumento del riesgo de muerte prematura, más enfermedades cardiovasculares, diabetes, deterioro cognitivo y problemas de salud mental», advierten desde ese organismo.
El colchón de la red social
Con amigos, la mente también florece. El GFS muestra que el bienestar emocional –esto no es exclusivo de los españoles, claro– está íntimamente ligado a tener un sentido de la vida y a la percepción que tenemos de sentirnos apoyados. «Cuando sentimos que formamos parte de algo y que podemos apoyarnos en los demás, nuestro nivel de activación baja. Se reduce la ansiedad, el riesgo de depresión y la respuesta de estrés se vuelve más manejable», explica Ana Galán, psicóloga experta en trauma.
Cuando la estabilidad financiera flaquea, nuestra red social actúa como amortiguador. «El apoyo social no elimina las dificultades económicas», argumenta Galán, «pero sí hace que el cerebro perciba menos amenaza. Sentir que no estás solo cambia por completo cómo se vive el estrés».
Al final, concluye la experta, el cerebro humano está diseñado para regularse en compañía. Cuando estamos con personas que nos importan, nuestro sistema nervioso se calma de forma automática. No es que te sientas mejor, es que estás mejor de verdad.
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