
Tras unos años de tinieblas, Amaia Montero ha vuelto a ver la luz. FOTO: Instagram de Amaia Montero.
del éxito a la ansiedad
Amaia Montero: “En este país, engordar es lo peor que puedes hacer”
Amaia Montero cayó bajo el peso de la fama, la autoexigencia y la mirada ajena. Hoy, su regreso es también una lección sobre salud mental y segundas oportunidades
Por Kino Verdú
23 DE NOVIEMBRE DE 2025 / 08:00
Los titulares del último año sobre Amaia Montero han repetido la misma pauta. El retorno de Amaia Montero, la cantante. La polémica de Amaia Montero y La Oreja de Van Gogh. El drama de Amaia Montero y la salud mental. Historia reciente de nuestra música y aviso de que nadie está libre de flaquear.
¿Quieres cantar con nosotros?
Amaia nació en Irún en 1976. Transcurrían los días en la facultad del País Vasco. Pablo Benegas tocaba la guitarra y había montado un grupo junto a unos colegas. Se hacían llamar La Oreja de Van Gogh. Una fiesta. Amaia se canta Nothing Compares 2U. A Pablo le encandila. «Te pasas un día por la sala de ensayo», le planteó a Amaia. Corría el año 1996. El resto ya es historia.
Se une a ellos. La de Irún se convierte en la voz del grupo. La playa, Puedes contar conmigo o Rosas catapultan a la banda donostiarra al éxito brutal. Con álbumes como Dile al sol (1998) o El viaje de Copperpot (2000) vendieron millones de copias. En 2007 Amaia deja estupefacto al personal: anuncia su salida del grupo para iniciar una carrera en solitario. «Necesitaba tomar aire, reencontrarme conmigo misma», declaró entonces al Heraldo.
Un cóctel de éxito y mucha presión
Su debut en solitario en 2008 se narró en cifras abultadas: Amaia Montero (2008) y 2 (2011) convencieron. Sus fans vibraban con ella, sus letras, su voz… Bajo esa superficie de aplausos y focos, comenzó un desgaste silencioso. «Sentía que tenía que demostrar todo el tiempo que valía. Vivía en una exigencia constante, sin disfrutar nada», confesó en El Economista años después.
Llegan los episodios de ansiedad y depresión, acentuados por el atosigamiento mediático y los comentarios sobre su aspecto físico. «En este país, engordar es lo peor que puedes hacer. Me afectó más de lo que quería admitir. Estuve un tiempo apartada porque necesitaba sanar», aseguró. La autoexigencia, la fama y la soledad se mezclaron en un cóctel difícil de manejar.
Solo una palabra: destruida
En octubre de 2022, Amaia alarmó a sus seguidores publicando una fotografía en la que aparecía visiblemente deteriorada, junto a una frase inquietante: «Si la esperanza es lo último que muere y todavía no la he perdido, ¿de qué me sirve la vida?». Poco después, escribió una sola palabra: «Destruida» (Última Hora).
A raíz de esa publicación, su entorno confirmó que la cantante atravesaba una profunda crisis emocional. Según Milenio y El Confidencial, Amaia ingresó en una clínica de Navarra especializada en salud mental para recibir tratamiento. Allí permaneció varias semanas en un proceso de estabilización y terapia. «Decidí parar porque mi mente ya no podía más. Necesitaba descansar, sanar, y dejar de fingir que estaba bien”, confesó (Milenio.com). Salvando las distancias, una situación análoga a la de Antonio Orozco: colapso bajo la presión.
Una recuperación complicada
Tras su ingreso, Amaia se enfrentó también a problemas físicos. En 2023 fue intervenida quirúrgicamente de una mano, una operación que derivó en complicaciones y un nuevo ingreso hospitalario. Sus cercanos manifestaron que «sufrió un fuerte shock y su recuperación fue más lenta de lo esperado», reflejó en Vanitatis.
Ella misma desplegó su artillería interna: «Una simple operación acabó siendo una batalla. No solo por el dolor físico, sino por lo que removió dentro de mí. Cuando el cuerpo se rompe, te obliga a mirar lo que la mente lleva tiempo evitando» (Diario Libre).
Ese periodo fue «el más oscuro y, paradójicamente, el más revelador» de su vida. Aprendió a convivir con la lentitud, con la incertidumbre y con la idea de que la salud mental y la física son inseparables. «Me di cuenta de que no puedes curar un cuerpo sin cuidar la mente. Y viceversa», afirmó a Infobae.
Terapia, tiempo y silencio
Durante más de un año, la de Irún eligió el silencio y la intimidad como forma de reconstrucción. Evitó los medios, se mantuvo alejada de las redes sociales y se enfocó en la terapia y en su familia. «He aprendido que parar no es rendirse, es sobrevivir», soltó en una de sus escasas apariciones públicas.
En ese proceso, comenzó a componer de nuevo. «Volví a escribir sin expectativas, sin pensar en un disco. Solo para ponerle nombre al dolor. De repente, empezaron a salir canciones que hablaban de esperanza”, contó al Economista.
Sus allegados, recogía Vanitatis, afirmaron que fue en ese momento cuando «empezó a ver la luz, a sonreír de nuevo, a recuperar la seguridad que había perdido».
El regreso inesperado
El punto de inflexión titiló en 2024, cuando Karol G la invitó a cantar Rosas en su concierto del Santiago Bernabéu. Amaia reapareció ante 60.000 personas cantando uno de los temas más icónicos de su etapa con La Oreja de Van Gogh. «Aquel día sentí que algo dentro de mí volvía a encajar. No era solo una canción; era mi historia», relató.
Desde entonces, los rumores de su regreso con la banda fueron creciendo. Finalmente, el pasado mes de octubre, el telón subió, al fin. Amaia Montero volvía a La Oreja de Van Gogh. En un comunicado conjunto, el grupo escribió: «Tocar juntos otra vez… ¿de verdad está ocurriendo?». Y ella respondió en redes: «Dicen que las oportunidades solo pasan una vez, pero la vida me ha enseñado lo contrario: las oportunidades son tantas como las que tú te permitas» (Libertad Digital).
«He vuelto. Hemos vuelto»
El regreso no es solo musical. Reconoce que su reencuentro con la banda simboliza su propia recuperación. «Durante seis años pensé muchas veces que no podría más, que no lo conseguiría. Quizás porque en realidad ya no quería conseguir nada», confesó en Diario Libre. Ahora su percepción de la existencia se torna luminosa: «He vuelto. Hemos vuelto. Con mis compañeros, mis hermanos, mi familia».
La cantante no pretende «borrar lo malo», sino integrarlo. «Todo eso forma parte de mí. Mi enfermedad, mi operación, mis caídas. Sin ellas no sería la mujer que soy hoy» (Diaro Libre).
En uno de sus más recientes mensajes en Instagram Amaia Montero parece haber superado una etapa oscura de salud mental. Tanto que es como una gurú de la felicidad: «Empecé haciendo lo que S.F. de Asís decía que fue hacer lo necesario para hacer lo que era posible y terminar haciendo lo imposible. Hoy mi mensaje es de esperanza para todas aquellas personas que están pasando por un momento difícil, sea cual sea. Eso sí, hay una fórmula mágica que es el AMOR. He recibido muchísimo por vuestra parte y os lo quiero devolver desde el corazón. GRACIAS». Las mayúsculas son suyas.
Cantar también es terapia
Se han escrito ríos de tinta sobre la salud mental de Amaia Montero. Su depresión, sus problemas de ansiedad y su operación la llevaron a un límite, pero también a una intensa transformación personal.
En cada declaración desde que se ha reencontrado con sus colegas de La Oreja de Van Gogh deja entrever que el regreso no ha sido una estrategia, sino una reconciliación con su pasado y su propia voz. «Después de tanto silencio, quiero cantar otra vez. No porque esté curada del todo, sino porque ahora sé que cantar también cura».
WeLife hoy
Colesterol en menopausiaSexo a los 40Vera WangAceite de algasPostbióticosSiguenos :)