A partir de los 50, dormir bien puede convertirse en un desafío. El sueño se vuelve más ligero, más corto y menos reparador. Pero no todo está perdido.
4 de julio de 2025 / 08:28
Dormir bien es una de las claves más simples —y a menudo subestimadas— para una vida larga y saludable. Sin embargo, con el paso de los años, el descanso tiende a volverse menos reparador. A medida que envejecemos, es común despertarse varias veces durante la noche o tener dificultades para conciliar el sueño, incluso cuando estamos agotados.
El insomnio afecta a entre el 30 y el 50% de los adultos, siendo más frecuente en mujeres, en personas que viven en instituciones como residencias de mayores o centros de salud mental, y en quienes padecen enfermedades crónicas.
La buena noticia es que dormir mal no es un destino inevitable. Existen formas efectivas y naturales de mejorar la calidad del sueño, y lo mejor de todo: están al alcance de cualquiera.
¿Por qué cambia el sueño con la edad?
A partir de los 50 años, el sueño se vuelve más ligero, menos profundo y mucho más fragmentado. El cuerpo produce menos melatonina por la noche —la hormona que regula el ritmo sueño-vigilia— y el reloj interno se adelanta: sentimos sueño antes y nos despertamos también más temprano. Este proceso forma parte del envejecimiento natural, pero no significa que no se pueda mejorar.
Además, hay múltiples factores que pueden alterar aún más el descanso. Enfermedades como el dolor crónico, la insuficiencia cardíaca, los trastornos respiratorios o neurológicos; estados emocionales como la ansiedad, la depresión o el duelo; e incluso muchos fármacos habituales, como betabloqueantes, corticoides o antidepresivos, pueden estar interfiriendo silenciosamente con el sueño.
A todo esto, se suman elementos de nuestro estilo de vida que, sin darnos cuenta, empeoran la situación: siestas demasiado largas, sedentarismo, aislamiento social, hospitalizaciones o pasar mucho tiempo en la cama sin dormir. Y no podemos olvidar los trastornos del sueño más frecuentes en esta etapa, como las apenas o el síndrome de piernas inquietas.
¿Cómo saber si tienes insomnio?
El insomnio no se trata solo de «dormir poco». Se diagnostica cuando hay dificultades para iniciar o mantener el sueño, o cuando uno se despierta demasiado temprano y no puede volver a dormir. Y, sobre todo, cuando estos síntomas se traducen en un malestar evidente durante el día: cansancio, irritabilidad, somnolencia, problemas de concentración o memoria, y una caída en el rendimiento funcional.
Si es tu caso, es fundamental consultar con un profesional para evaluar las causas, revisar la medicación que se está tomando y, si es necesario, realizar pruebas como la polisomnografía; especialmente si se sospechan trastornos respiratorios durante el sueño.
El mejor tratamiento empieza sin pastillas
Aunque lo primero que muchos piensan es en tomar algo para dormir, los expertos coinciden: el tratamiento más eficaz a partir de cierta edad no está en una pastilla, sino en cambiar hábitos y patrones mentales. La Terapia Cognitivo-Conductual para el Insomnio (TCC-I) es el abordaje de primera elección, y ha demostrado ser más efectiva que los fármacos a largo plazo.
Estas son algunas recomendaciones que puedes empezar hoy mismo:
- Mantén un horario de sueño regular, incluso los fines de semana.
- Exponte a la luz natural por la mañana, aunque solo sean 10 minutos.
- Evita cafeína, alcohol, pantallas y cenas copiosas al menos dos horas antes de acostarte.
- Haz ejercicio moderado a diario, pero no justo antes de dormir.
- Usa la cama solo para dormir, no para ver la tele o usar el móvil.
- Si no puedes dormir, levántate y realiza una actividad tranquila hasta que vuelva el sueño.
Cuando estas medidas no son suficientes, puede valorarse el uso de melatonina de liberación prolongada, siempre bajo supervisión médica. En algunos casos concretos, los médicos pueden considerar hipnóticos no benzodiacepínicos (como las «z-drugs»), aunque su uso debe ser puntual y controlado. Las benzodiacepinas y los fármacos con efectos anticolinérgicos se desaconsejan en personas mayores por su impacto en el equilibrio, la memoria y la salud mental.
Dormir bien para vivir mejor
El insomnio no es un simple fastidio: cuando se cronifica, puede aumentar el riesgo de caídas, deterioro cognitivo, depresión e incluso acelerar la pérdida de autonomía. Por eso, detectarlo a tiempo y abordarlo de forma integral, sin caer en la dependencia de fármacos, es clave para vivir mejor.
Dormir bien no es un privilegio reservado para unos pocos. Con las herramientas adecuadas y un enfoque consciente, recuperar un sueño profundo y reparador es posible a cualquier edad. Porque sí, descansar bien también es una forma de cuidarte.
Eduardo Solís Psicóloga y, desde hace más de 20 años, especializada en la psicoterapia humanista. Belén Colomina es cofundadora de Humans psicología, un centro especializado en terapia, formación y retiros de bienestar y desarrollo personal donde acompaña a las personas en su proceso de salud y transformación.
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