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El vegetarianismo ya es una tradición que viene de años atrás./ Foto: Pexels.

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Descubre la historia del primer restaurante totalmente vegano, creado por los monteveritanos hace más de un siglo

El libro "Las brujas de Monte Verità", de Paula Klein, nos acerca a la historia de los primeros hippies, pioneros en curas vegetarianas. Analizamos con su autora la filosofía de vida de esta comuna.

Por Sara Trueba

14 DE FEBRERO DE 2024 / 13:59

¿Sueñas con baños de sol? ¿Con vivir plenamente conectado a la naturaleza e impactar menos en ella? ¿Con crear un modelo de autogestión propio del movimiento neorrural? Aunque este es un sueño cada vez más repetido, no estamos ante una idea nueva. De hecho, a principios del siglo XX un grupo de intelectuales y pensadores europeos se propusieron crear una colonia partidaria del veganismo estricto y el amor libre.

De ahí surgieron las primeras curas vegetarianas y artistas de toda Europa (Isadora Duncan, Hermann Hesse, Reine Maria Rilke o Paul Klee, entre otros) acudieron a pasar temporadas, instalándose en las cabañas de Monte Verità, una colina de la Suiza italiana, participando de la vida sencilla en libertad y disfrutando de su restaurante totalmente vegano, sin duda, uno de los primeros del mundo.

¿Quiénes fueron los monteveritanos?

Mucho antes de que se hablara de los hippies de la Costa Oeste de Estados Unidos, los monteveritanos crearon su propia utopía, asentados en una colina de los Alpes suizos a la que llamaron Monte Verità. La autora Paula Klein nos acerca a ella a través de su novela «Las brujas de Monte Verità», la historia de sus fundadores y los preceptos que incluía su filosofía de vida, descubriendo en ellos el germen del movimiento hippie y del veganismo tal como lo conocemos hoy.

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«Escuché hablar de los monteveritanos hace al menos 15 años, pero durante la pandemia comencé una investigación profunda». Verónica, la protagonista del libro, es una mujer contemporánea que realiza un viaje a Ascona, el pueblo de pescadores en el que se fundó Monte Verità, para conocer más sobre esa comunidad. Su objetivo es obtener información para una novela, pero se convierte en un viaje transformador y, en cierto modo, Paula Klein es  Verónica. «Se habla de esa colina como un lugar con una energía femenina única y lo cierto es que es un lugar idílico y especial», nos cuenta la autora.

Los monteveritanos fueron unos adelantados a su tiempo y, aunque hoy existen comunidades que abogan por una vida sencilla en el campo, esta comuna fue de las primeras en incluir una serie de conceptos que tienen vigencia hoy. «La utopía neorrural existe hoy y quería conectarla con su origen», asegura la autora.

 

De la naturopatía al primer restaurante totalmente vegano

«Al inicio del siglo xx se inicia el movimiento de la naturopatía que los fundadores de esta comunidad de Monte Verità conocían y apoyaban. Estudiaron las teorías de gurús como Adolph Just y Louis Kuhne, considerado por muchos el fundador moderno de la naturopatía. Su libro New Science Healing, publicado en 1883 se ha traducido en más de 50 idiomas. Otro, Arnold Ehret, visitó a los monteveritanos y fue el impulsor del ayuno y la alimentación vegana», cuenta Paula.

Todos ellos fueron referencias a la hora de constituir las bases de la colonia. Tal como dice el libro, en sus comienzos, la comunidad adoptó el estatuto de un sanatorio en el que los pacientes podían realizar curas vegetarianas y dormir en cabañas de aire y luz (concepto creado por el antes mencionado Adolph Just).

Así, esta comuna tenía principios obligatorios como «comer vegano, practicar nudismo, el reparto de tareas y no consumir tabaco ni alcohol. Sin embargo, otros preceptos como la experimentación con las drogas o el amor libre no se imponían, aunque quien quería sí lo practicaba. Solo querían ser libres con unas pocas reglas. A partir de ahí, cada uno experimentaba como quería…», aclara.

Veganismo para la transformación interior

Ida Hofman y Henri Oedenkoven fundaron la colonia y practicaban una dieta basada en el veganismo estricto, pero no lo hacían pensando únicamente en los beneficios corporales o ambientales que esto traía consigo.

«Esta gente leía mucho y tenía una formación intelectual muy importante para la época. Creían que este tipo de alimentación prevenía enfermedades, pero también estaban convencidos de que si dejaban de comer carne y derivados animales, forzosamente su psique y tu personalidad cambiaba. Creían que aumentaría su empatía, bajando el nivel de agresividad hacia el otro y, como consecuencia, transformando su interior en algo mejor».

Poco se conoce sobre las recetas y su nivel de complejidad, pero sí se sabe que «comían muchos frutos secos, tratándolos para hacer harinas, por ejemplo, algo revolucionario para la época».

Así, el precepto de tratar a los animales como te gustaría que te tratasen a ti rigió la vida de esta comuna en la que todos eran iguales, por eso ni el hotel ni el restaurante tenían servicio de limpieza. «Cada uno lavaba sus platos en un esfuerzo colectivo». De este modo, el reparto de tareas se imponía como algo elemental en la colonia monteveritana.

Las monteveritanas fueron las primeras feministas

El papel de las fundadoras de esta comunidad fue esencial en lo que hoy conocemos como movimiento feminista. Era 1900 y ellas fueron pioneras en la lucha por la emancipación femenina, por el voto y por la liberación de símbolos como el corsé. «En Monte Verità vestían lo que ellos mismos cosían, eran prendas que liberaban el cuerpo, sueltas y cómodas, en una época en la que la mujer seguía atada a un corsé», cuenta.

Una de sus fundadoras, Ida Hofman, decidió no tener hijos y no casarse para no vivir sujeta a un varón, algo absolutamente inusual en esa época. Así, creían en un matriarcado primitivo, pero también ellas tuvieron que luchar dentro de su propia sociedad. «Los anarquistas era muy misóginos y estas mujeres fueron fuertes y tuvieron que luchar contra todos los que decían que un gobierno de mujeres sería una catástrofe», asegura Klein.

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Cuna de los hippies

Aunque el movimiento hippie se reconoce en la costa oeste americana a finales de los años sesenta, se sabe que de esa parte del Cantón suizo en la que se instauró Monte Verità salieron personas huyendo a Estados Unidos como consecuencia de la Primera y Segunda Guerra Mundial. «Algunos de los primeros hippies americanos estuvieron influenciados y formados por gente llegada de Ascona. Buscaban un clima similar, cercanía del mar y al instalarse allí comenzaron a influir con sus preceptos, de ahí que coincidieran con ideas como el matriarcado, el pacifismo y el antibelicismo», concluye.

Paula Klein, autora de Las brujas de Monte Verità (Ed. Lumen)

Vivir como ellos, ¿sigue siendo una utopía?

Con esta novela, Paula Klein busca también hablar de los preocupaciones de su generación. «La idea de dejar la ciudad e ir a vivir al campo está en la conversación actual. Todos nos preguntamos sobre una mejor crianza de los hijos, la idea de dejar de comer carne y vivir en comunión con la naturaleza…», comenta la autora.

Al mismo tiempo, y en contraposición a esto, aparece la racionalidad: «Los monteveritanos vivían adaptándose a las estaciones. Las cabañas no tenían luz, solo una chimenea así que su día se regía en función de la luz y el cultivo de la tierra. Todo tenía que ver con el trabajo manual. Esta vida, en invierno y con pocos medios, era realmente dura. Tuvieron problemas muy serios…» Si por aquel entonces, con el mundo menos industrializado y a años luz de la vida tecnológica actual, ya fue una utopía (la comunidad se disolvió en 1920), ¿podría hoy funcionar algo parecido?

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