
El patrón nasal no solo regula el aire, también responde a tu postura, el clima y hasta tu alimentación. Foto: Mikhail Nilov / Pexels
CUERPO
Tu nariz no respira igual por los dos lados y eso afecta a tu energía, tu calma y tu mente
Detrás de ese gesto automático hay un ritmo oculto que influye en tu sistema nervioso, tus emociones e incluso en cómo piensas. Sí, respirar también es neurociencia.
Por María Corisco
14 DE AGOSTO DE 2025 / 14:00
Respirar parece algo simple, automático, sin misterio. Pero tu nariz tiene su propio ritmo oculto: cada cierto tiempo, una fosa se abre más y la otra se cierra un poco, en un patrón de alternancia que se conoce como ciclos nasales. Y lo interesante es que no es lo mismo respirar más por la derecha que por la izquierda: este cambio está conectado con tu sistema nervioso y, también, con tu actividad cerebral.
Se trata de un fenómeno fisiológico completamente normal que probablemente no has notado, pero que tiene una función. El primero en describir científicamente este fenómeno fue el médico alemán Richard Kayser, quien en 1895 observó que la congestión y descongestión parcial de cada fosa nasal no era por enfermedad, sino un proceso natural y periódico del cuerpo. Este investigador descubrió que las fosas nasales se alternan:


- Cuando una fosa nasal está más abierta (más flujo de aire), la otra está más cerrada (ligeramente congestionada).
- Al cabo de un rato (normalmente entre 90 minutos y 2 horas), el patrón se invierte.
- Este ciclo se repite durante todo el día y la noche, aunque no siempre lo notamos.
«Mientras una fosa funciona en un porcentaje mayor, la otra se congestiona parcialmente mientras descansa, se humedece, se limpia y espera su turno», explica Sol de la Torre, experta en respiración funcional y autora de Respira y sana (Ed. La Esfera de los Libros).
«No es posible concretar con un porcentaje preciso el trabajo de cada fosa porque varía de una persona a otra: cualquier experiencia física o emocional que te ocurra impactará en tu respiración y, por tanto, afectará asimismo al ciclo nasal».
Además, los ciclos nasales dependen de distintos factores, como la contaminación del aire, el grado de humedad, la temperatura ambiental e incluso tu postura, la ingesta de alcohol o medicamentos y la alimentación. «No obstante, en condiciones normales, se estima que una fosa nasal predomina el 50-60 por ciento del tiempo y la otra, el 50-40 por ciento. Esta maravilla de los ciclos nasales tarda en completarse entre una y cuatro horas».
¿Y por qué pasa esto?
Que las fosas nasales se alternen de forma natural a lo largo del día no es un error del cuerpo ni una simple curiosidad sin importancia. Como en tantos otros procesos fisiológicos, este patrón tiene una función: al permitir que una fosa trabaje con más intensidad mientras la otra descansa parcialmente, el organismo protege los tejidos nasales, mantiene una hidratación adecuada del aire inhalado y favorece un equilibrio respiratorio más eficiente. Este mecanismo refleja, una vez más, cómo el cuerpo humano optimiza sus funciones incluso en los detalles más sutiles.
Pero, además, explica Sol de la Torre, «los ciclos nasales sirven para darnos equilibrio. El problema es que, debido al estrés crónico y mantenido, no les dejamos hacer su trabajo». Esto está íntimamente relacionado con el hecho de que estos ciclos están controlados por el sistema nervioso autónomo (SNA), que es el encargado de regular funciones automáticas del cuerpo, como la respiración, la digestión o los latidos del corazón. Este sistema tiene dos ramas principales: la simpática y la parasimpática, y ambas influyen de forma alternante en nuestras fosas nasales:
- La rama simpática es la que se activa cuando estamos en estado de alerta o estrés. Cuando predomina, descongestiona una fosa nasal para que entre más aire rápidamente, preparando al cuerpo para reaccionar.
- En cambio, la rama parasimpática es la que domina cuando estamos tranquilos o en reposo; en este caso, favorece la congestión suave de una fosa, lo que ayuda a reducir el ritmo respiratorio y conservar energía.
De la energía a la calma
Pero, además, está también en íntima conexión con los hemisferios cerebrales. Y aquí hay que tener en cuenta que, como indica Sol de la Torre, «nuestro cerebro está configurado al revés: el hemisferio cerebral izquierdo controla la parte derecha del cuerpo, y a la inversa». Es decir, cada hemisferio coordina los movimientos y las sensaciones del lado contrario, lo que afecta también a las fosas nasales:
- La fosa nasal izquierda está conectada al hemisferio cerebral derecho, y este, a su vez, está relacionado con la rama parasimpática del SNA. Recuerda que esta rama se encarga de los procesos de digestión, recuperación muscular, tranquilidad, calma.
- La fosa nasal derecha se asocia al hemisferio cerebral izquierdo, y este, por su parte, se relaciona con la rama simpática del SNA, la que se encarga de darnos energía y activarnos.
Así, los estudios sugieren que, cuando se respira más por la fosa derecha (controlada por el lado simpático), podría activarse más el hemisferio izquierdo (más analítico); y cuando se respira más por la izquierda (con predominio parasimpático), se estimularía más el hemisferio derecho (más creativo y emocional). Es un ejemplo de cómo el cuerpo busca un equilibrio constante, tanto en la respiración como en la mente.
Y la buena noticia es que tú también puedes aprender a motivar más un hemisferio u otro (es decir, conseguir más energía o bien tener más calma) mediante la respiración. Estos son los consejos que da Sol de la Torre:
- Para tener más calma: bloquea con tus dedos la fosa nasal derecha para respirar por la izquierda. Respira LLSD (lento, largo, silencioso y diafragmático). Inhala en 3 segundos y exhala en 5 segundos. Esto es solo un ejemplo; puedes usar la frecuencia respiratoria que más se adapte a ti. Podrás sentir cómo te vas calmando mientras transcurren los minutos.
- Para tener más energía: Tapa con el dedo índice la fosa izquierda y haz inspiraciones rápidas e intensas por la contraria. Cuando sientas que tu energía aumenta, ya puedes parar. «Prueba al principio con una docena de respiraciones. Paras y te observas. Si necesitas un poco más, haces otra docena. Ve en progresión y usa la sensatez. Ya sabes que somos muy hábiles para venirnos arriba, pero no tanto para reducir».
- TEMAS
- VIDA SALUDABLE
WeLife hoy
Cómo generar nuevas neuronasDormir con el pelo mojado es una mala ideaSinefrina: ¿La última molécula quemagrasas?Siguenos :)