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Aprender a reconocer la saciedad es clave para mejorar la dieta. FOTO: Pexels/ ©Polina Tankilevitch.
Alimentación
Conectar con la sensación de hambre y saber reconocer la saciedad son clave para mejorar la dieta. Estas son las claves para conseguirlo.
Por Paka Díaz
29 de agosto de 2024 / 08:27
Todos hemos escuchado alguna vez que el cuerpo es sabio y que deberíamos de escucharlo. Pero, ¿qué ocurre si tu cuerpo te pide comerte una bandeja entera de pasteles? ¿Deberíamos de hacerle caso entonces? La respuesta sensata es que no, por supuesto. La realidad es que nuestro organismo, si lo entrenamos y sabemos escucharlo, sí puede revelarnos qué es lo mejor para nosotros. El problema es que se necesitan ciertos conocimientos previos.
En el caso de la alimentación intuitiva, la que nos dicta nuestro propio organismo, los resultados pueden ser muy buenos pero “siempre que te guíe un especialista”, puntualiza Carla Rossini, nutricionista de la red Vivofacil.com –plataforma especializada en programas de salud y nutrición–. La experta indica las claves para aprender a conectar con tu intuición respecto a la dieta.
El término alimentación intuitiva fue acuñado en 1995 por las dietistas Evelyn Tribole y Elyse Resch. Consiste en seguir tu intuición para alimentar a tu cuerpo. La clave es aprender a descifrar tus señales internas, en lugar de seguir las normas habituales. Así, la alimentación intuitiva enseña a detectar e interpretar la sensación de hambre, saciedad y satisfacción –o la ausencia de ellas– cuando nos enfrentamos a la comida.
Rossini considera que una de las herramientas que más puede ayudar a mejorar la dieta y la relación con la comida es la alimentación intuitiva. “Nos permite tener conocimiento de aquellos alimentos que nuestro cuerpo necesita para optimizar sus nutrientes y obtener así lo mejor para nuestro organismo, nuestra salud y nuestra energía”, explica Carla Rossini.
La alimentación consciente es, según la experta, el paso previo a la alimentación intuitiva. “Muchas personas no saben seguir el instinto sobre sus necesidades nutricionales, porque están desconectados”, dice. Si te ocurre esa desconexión no serás capaz de percibir aquello que tu cuerpo requiere, ni de distinguir entre el hambre real y el emocional.
Lo habitual, según explica Rossini, es que canalicemos el estrés a través de la comida, lo que provoca que el hambre emocional se dispare. “En algunos casos, simplemente no se ha recibido una educación nutricional desde la infancia, así que no se puede intuir qué necesitamos”, añade la dietista. Por eso, señala que “es importante trabajar la alimentación consciente con un profesional y de ahí dar paso a la alimentación intuitiva”.
Si seguimos una alimentación intuitiva podemos lograr numerosos beneficios, ya que promueve la atención plena y una mayor consciencia respeto a la comida, mientras que reduce los hábitos alimentarios impulsivos. También disminuye el estrés alimentario y la ansiedad, porque se aprende a comer con tranquilidad. “Logramos que la persona sea más flexible con su alimentación y sus objetivos. Permite que nos olvidemos del concepto de dieta y aprendamos a comer de todo, entendiendo que algunos alimentos se potencian más por sus beneficios y otros se limitan”, cuenta Rossini.
Además, la alimentación intuitiva conecta con las señales internas del cuerpo, como el hambre y la saciedad, algo esencial para mejorar nuestra salud nutritiva. “Al lograr estar conectados conseguimos que el cerebro demande alimentos mejores. Por ejemplo, si quiere dulce, entrenamos la intuición para que pida más fruta en lugar de galletas”, explica la dietista. Por último destaca que este tipo de alimentación promueve la diversidad dietética ya que “evita la exclusión de ciertos grupos de alimentos para conseguir un cuerpo determinado, y promueve la conexión cuerpo-mente”.
Entre las recomendaciones de Carla Rossini para poner en marcha la alimentación intuitiva de modo sencillo en nuestro día a día, la primera es “entrenar nuestra alimentación”. Para ello, la nutricionista señala que se requiere tiempo y conocimientos, por eso recomienda buscar ayuda profesional. Además, recalca, es fundamental “tener consciencia y ser riguroso con lo que necesitas”.
La nutricionista indica un truco práctico que consiste en “sustituir alimentos que no son saludables por otros mejores. Por ejemplo, en lugar de consumir un helado a diario, congela fruta y tritúrarla con yogur y crema de almendras”. E insiste en conectar con tu hambre verdadera. “Algo increíblemente valioso es percibir qué tipo de hambre sentimos”, subraya. Y recomienda que, si esta “es hambre emocional, centrarse en actividades que no sean la comida –como hacer deporte, meditar, coser, pintar, hacer sudokus, leer… –puede ayudar a canalizar esa emoción».
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