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Alimentación
Los alimentos fermentados son clave para las buenas digestiones./ Imagen: Unsplash.
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Quizá solo conoces el proceso de fermentación de la masa madre, pero hay muchos alimentos de tu dieta diaria compuestos por alimentos fermentados. Descubre sus beneficios y dónde encontrarlos.
12 de abril de 2023 / 08:55
La fermentación es una técnica milenaria que tiene como objetivo que un alimento, tras un periodo de tiempo y unas condiciones concretas, produzca bacterias y hongos beneficiosos para, entre otras indicaciones, la digestión. Hay muchos alimentos fermentados que están incluidos en nuestra dieta. Es el caso del yogur, el kéfir o el miso. Antiguamente solía acompañar alimentos de difícil digestión. La carne, por ejemplo, suele servirse con chucrut (col fermentada) en algunos países europeos.
Pero no solamente juegan un papel importante en la digestión. Los alimentos fermentados tienen grandes beneficios, por lo que, si no lo has hecho todavía, es el momento perfecto para incluirlos en la dieta. Te contamos cómo.
No hace falta buscar un propósito digestivo para justificar su consumo, ya que tienen otras muchas propiedades interesantes para nuestro organismo. Según Vanessa Losada, naturópata y coach nutricional de Tacha Beauty, estos son algunos de ellos:
Según la naturópata, y hablando de cuestiones digestivas, los alimentos fermentados actúan en todo el sistema: «Aumentan la diversidad de nuestra microbiota intestinal contribuyendo a su equilibrio. Mejoran el proceso digestivo gracias a la estimulación de determinadas enzimas y favorecen la digestión impidiendo el crecimiento de microorganismos patógenos y sus toxinas».
Así, cuando consumimos alimentos fermentado estamos tomando microorganismos beneficiosos que contribuyen al buen funcionamiento digestivo y el mantenimiento de la salud intestinal. Por contrapartida, «la suplementación de probióticos permite ir más allá y restaurar una flora intestinal dañada, restableciendo la salud intestinal», concluye Losada.
Asumimos el término probiótico siempre como algo necesario para el bienestar de nuestra flora intestinal. Y en torno a los alimentos fermentados hay mucha gente que piensa que todos los alimentos fermentados son probióticos cuando la realidad es bien distinta.
Ni todos los fermentos alimenticios son probióticos ni todos los probióticos toman forma de alimentos fermentados. «Por lo general, un alimento fermentado no puede ser considerado probiótico. Para serlo tiene que contener cepas de bacterias cuya acción beneficiosa esté demostrada y además se encuentren en cantidades adecuadas. La realidad es que en un alimento fermentado, es difícil controlar que cepas de bacterias beneficiosas se desarrollan.
Hay muchas variables que hay que considerar y tener en cuenta a la hora de comprar alimentos fermentados u optar por realizar un proceso de fermentación casero.
«La diferencia principal está en que la mayoría de los alimentos fermentados que se compran han sido sometidos a un proceso de pasteurización. Al ser un proceso térmico, destruye los microorganismos beneficiosos de ese fermento y con ello se pierden los beneficios que tienen para la salud». Así, la naturópata anima a realizar estos procesos en casa: «Los fermentos preparados en casa no solo conservan sus propiedades, sino que además su textura y sabor es infinitamente más interesante».
Sin embargo, antes de lanzarse a la aventura de la fermentación, es importante tener claras algunas consideraciones. «Es importante conocer las diferentes técnicas de fermentación que existen, ya que cada una requiere de condiciones distintas y algunas precisan formación», recomienda la experta. Adquirir unos conocimientos mínimos para poder hacerlos bien, saber distinguir las fases de cada proceso y reconocer cuándo ha habido un error en su elaboración son requisitos que habría que conocer.
Además del yogur, a partir de los dos o tres años de edad también se puede incorporar kéfir o miso a la dieta, pero cuidado con el tiempo de fermentación: «es importante tener en consideración acortar los tiempos de fermentación de algunas preparaciones, como por ejemplo el kéfir, ya que las fermentaciones largas puede producir alcohol en pequeñas cantidades».
Queso, yogur, chucrut, encurtidos de verduras, miso o kombucha son alimentos ideales para el consumo diario, fáciles de encontrar en tiendas ecológicos y comercios convencionales. Como fermentos más exóticos y menos conocidos está el tempeh, fermento de la soja popular en la isla de Java, y el amasake, bebida popular japonesa a partir de procesos de fermentación del arroz.
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