Los avances en fármacos permiten reducir los síntomas.. El debate está en si deben establecerse límites antes de medicalizar la menopausia. FOTO: Darina-Belonogova/Pexels.
Entre el alivio y el negocio…
Nuevos fármacos contra los sofocos, suplementos para todo… ¿se está medicalizando la menopausia?
La FDA ha vuelto a poner la menopausia en el centro del debate: más tratamientos, menos tabúes… y una pregunta incómoda, ¿la estamos sobremedicalizando?
25 DE NOVIEMBRE DE 2025 / 07:30
La FDA lleva unas semanas animando la conversación sobre menopausia. Por un lado, esta agencia gubernamental de Estados Unidos, encargada de regular, entre otras cosas, los medicamentos, acaba de retirar, tras 23 años manteniéndolas, las advertencias de riesgo para la salud de las terapias hormonales. Por otro, unos días antes, este mismo organismo aprobó un nuevo fármaco no hormonal para tratar los sofocos. La comunidad médica ha coincidido en considerar ambos hechos como una buena noticia. Sin embargo, otras voces insinúan que estas noticias -unidas a la creciente burbuja de los suplementos- pueden caer en la trampa de medicalizar la menopausia.
No es la primera vez que se plantea este debate. Sin embargo ahora tiene más sentido plantearlo, ya que es también el momento en el que existen más tratamientos para controlar la sintomatología relacionada con la perimenopausia y la menopausia. El término medio y la medicina personalizada tienen la respuesta para evitar el riesgo de caer en la excesiva medicalización. «Que existan más tratamientos es una buena noticia. Lo que no podemos permitir es que eso se convierta en un mensaje de que todas las mujeres deben medicarse solo por estar en menopausia. La menopausia no es una enfermedad, es una etapa fisiológica. Ahora bien, puede cursar con síntomas que merecen atención médica y soluciones efectivas», sostiene la doctora Carolina Vega, ginecóloga del equipo médico de BoBa Club.
El recién llegado: contra los sofocos y el insomnio
El responsable de que se levante la liebre sobre si estamos empezando a medicalizar la menopausia tiene nombre propio: elinzanetant. Se trata de un tratamiento médico no hormonal destinado a tratar los sofocos y, como se está viendo también, a combatir los problemas de sueño. Como explica la doctora Marta Sánchez-Dehesa, «durante décadas, los sofocos de la menopausia se han tratado principalmente con terapias hormonales o sustancias naturales como por ejemplo fitoestrógenos. Pero hoy contamos con alternativas no hormonales que actúan directamente donde se origina el problema: en el centro de control de la temperatura del cerebro».
Aquí es donde se enmarca este nuevo fármaco, así como su predecesor —el famoso fezolinetant—, que llegó a España en mayo de 2024. «Ambos bloquean los receptores de neuroquinina, es decir, los implicados en el desajuste térmico que se produce en el cerebro cuando disminuyen los estrógenos», detalla la ginecóloga. El recién llegado tiene acción sobre dos receptores de modo que no solo ha mostrado eficacia para reducir los sofocos, sino también para mejorar la calidad del descanso y del sueño.
Una nueva vía para quienes no quieren hormonarse
El mayor valor de este tipo de alternativas es que amplían el arsenal terapéutico para mujeres que no pueden —por haber pasado algún tipo de cáncer hormonal, presentar antecedentes trombóticos o porque el balance riesgo-beneficio no es favorable— o que, simplemente, no quieren usar terapia hormonal. Así lo sostiene la doctora Silvia P. González, directora Médica de Menoclínica by Palacios y actual presidenta electa de la Asociación Española para el Estudio de la Menopausia (AEEM). «Representa un cambio de paradigma importante. Estamos hablando de fármacos con evidencia sólida y perfiles de seguridad adecuados. Esto supone dignificar el abordaje de síntomas que, aunque no sean enfermedades, impactan marcadamente la calidad de vida de muchas mujeres».
Porque no olvidemos que los sofocos son uno de los síntomas más prevalentes y molestos de esta etapa. «Cuando esa sintomatología vasomotora es moderada a intensa —hablamos de más de siete u ocho sofocos diarios— e interfiere significativamente con el sueño, trabajo o relaciones, necesitamos intervenciones con evidencia robusta». En ocasiones, se recomienda la terapia hormonal y, en otras ocasiones, estos fármacos alternativos. Lo importante es tener opciones para no resignarse a sufrirlos.
Y si no tengo sofocos, ¿qué puedo hacer?
Un aspecto que es importante aclarar es que estos nuevos fármacos no sustituyen a los antiguamente llamados tratamientos sustitutivos. «De hecho, actúan de forma completamente diferente y no ofrecen los beneficios metabólicos, óseos o cardiovasculares de la terapia hormonal», aclara la doctora Silvia P. González. Tampoco abordan otros síntomas frecuentes como la sequedad vaginal, la niebla mental, cambios en la microbiota, el cansancio…
Por ahora, para estas problemáticas no hay más respuesta que las que ya conocemos: hormonas, suplementación y cambios en el estilo de vida. Los sofocos se llevan toda la atención por su prevalencia y, porque como explican las tres ginecólogas, son objetivables. Es decir, permiten diseñar ensayos clínicos con resultados medibles. Algo fundamental para que la FDA —o cualquier otra agencia regulatoria— apruebe su salida al mercado.
Alejarse de la idea de medicalizar la menopausia, pero sin ‘inframedicalizarla’
Pese a que, en términos generales, la comunidad médica ve con buenos ojos que crezca el abanico de soluciones médicas para el abordaje de la sintomatología, no es raro pensar que existe un riesgo: medicalizar la menopausia. En otras palabras, convertir esta etapa en una enfermedad. «Está claro que no es así, y que tenemos que verlo como un proceso fisiológico más. Pero para muchas mujeres los síntomas pueden ser muy intensos y afectar claramente a su calidad de vida. En estos casos, la medicina no busca que la menopausia sea una patología, sino ofrecer todas las herramientas que permitan vivirla de forma cómoda y saludable», afirma la doctora Sánchez-Dehesa.
Por su parte, Silvia P.González advierte del riesgo opuesto. «La inframedicalización por estigma. Durante décadas se ha minimizado el impacto de los síntomas climatéricos, dejando a mujeres sin opciones cuando las necesitaban. El equilibrio está en la medicina personalizada: ofrecer información basada en evidencia sobre todas las opciones (desde no farmacológicas hasta terapia hormonal o estos nuevos fármacos), y que cada mujer, adecuadamente informada, tome decisiones sobre su propio cuerpo». Y, por supuesto, no olvidar lo que defiende la doctora Vega: «El foco no debe estar en la pastilla, sino sino en devolver a cada mujer su energía, su bienestar y su poder para decidir cómo quiere vivir esta etapa». Por eso, cuantas más opciones eficaces y seguras, mejor.