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La doctora Marimer Pérez reconoce que la terapia hormonal sigue rodeada de mitos. Foto: D.R.
SALUD HORMONAL
La doctora Marimer Pérez, una de las ginecólogas más seguidas en redes, aborda todas las aristas de este tratamiento que, por desconfianza o desconocimiento, sólo recibe un 2,5% de las españolas.
6 de mayo de 2024 / 17:00
Algunos datos históricos resultan tan llamativos como esclarecedores al hablar de menopausia. Pensemos, por ejemplo, que la terapia hormonal se conoce desde los años 40 del siglo pasado. El doctor Robert Greenblatt, que también desarrolló la píldora anticonceptiva, empezó a estudiar en 1939 la acción de los estrógenos no solo en la esfera ginecológica sino también en otras partes del cuerpo.
Sin embargo, y pese a que hablamos de más de 80 años de investigaciones, solo un 2,5% de las españolas recibe este tratamiento. «Es grave porque no estamos ofreciendo a la mujer soluciones para afrontar esta etapa», lamenta la doctora Marimer Pérez.
De hecho, la ginecóloga, una de las más seguidas en redes sociales, fundadora del centro Womer y colaboradora de la plataforma Womanland, de Theramex, defiende que «la terapia hormonal no es la única solución en menopausia, pero sí que puede ayudar a cambiarte totalmente la vida».
Aunque su propio nombre lo indica, no todo el mundo tiene claro en qué consiste la terapia hormonal para la menopausia. Marimer Pérez, que fue una de las participantes del encuentro ASISA WeLife Menopausia, insiste en que para empezar lo más importante es acuñar bien el término.
«Hasta ahora se conocía como terapia hormonal sustitutiva (THS) o de reemplazo, pero hay que dejar muy claro que solo se usa con ese fin en los casos de menopausia precoz«, explica.
Es decir, si la paciente ha dejado de tener definitivamente la regla antes de los 45 (la edad fisiológica «normal» es entre los 45 y 55) sí se puede prescribir un tratamiento sustitutivo. «Se trata de casos en los que el ovario deja de funcionar en un momento en el que aún le tocaría estar activo produciendo hormonas», sostiene la doctora.
Marimer Pérez reconoce que «las sociedades médicas cada vez son más taxativas en prescribir THS a las mujeres con menopausia precoz ( a excepción de quienes hayan pasado un cáncer de ovario o similar) para reemplazar sus hormonas al menos hasta la edad que se considera fisiológica».
Según la ginecóloga, en tales casos no es tanto una cuestión de aliviar síntomas -que también- sino de «tener en cuenta los síntomas silentes, relacionados con riesgo cardiovascular, alzhéimer, pérdida de masa ósea etc. Son los que no avisan, pero nos pueden matar».
En el otro lado, se encuentran las mujeres que afrontan una menopausia en la edad ‘estándar’.
«A ellas se les recomienda terapia hormonal como un abordaje médico que ayuda en mejorar su calidad de vida«, apunta la experta. Ese aporte hormonal tiene, según la Asociación Española para el Estudio de la Menopausia (AEEM), unas indicaciones concretas.
«Para síntomas vasomotores graves (sofocos, palpitaciones, sudores nocturnos…), para el síndrome genitourinario y en mujeres con osteoporosis puede prevenir el riesgo de fracturas», apunta la doctora.
Pérez añade que, en consecuencia, al tratar esos aspectos clave, la terapia termina mejorando otros como el insomnio, los despertares, los problemas en las relaciones sexuales…
Uno de los aspectos clave de este tratamiento es su individualización. La dosis, tipo de preparado, vía de administración, duración etc se ha de adaptar a cada mujer. E, incluso, se puede ajustar en las posteriores revisiones.
Eso sí, «tiene que consistir en una combinación de estrógenos y progesterona, a excepción de las operadas de matriz, que pueden prescindir de esta última», resalta Marimer Pérez. Con respecto a la presentación, es una cuestión de cumplimiento terapéutico. El formato pastilla, que, además, suele combinar ya las dos hormonas, destaca por su comodidad.
«Pero en mujeres con riesgo hepático, insuficiencia venosa tras el parto o, simplemente por gustos, es muy interesante la aplicación tópica del estrógeno, especialmente en pulverizador transdérmico», aclara la doctora. Junto al spray (que se aplica en antebrazo o muslo) encontramos las cremas, los parches o los anillos vaginales del estrógeno. En todos ellos se añade un preparado en pastilla con progesterona.
Como decíamos, pese a que la ciencia tiene a día de hoy claro la eficacia y el equilibrio riesgo-beneficio de la terapia hormonal, se sigue viendo con cierto miedo.
Para entenderlo, hay que retroceder hasta los años 90. En ese momento, cuando prácticamente el 80% de las mujeres en menopausia se medicaba con hormonas, se empezó a valorar su efectividad. Uno de los estudios que se llevó a cabo fue el WHI, de 2002.
«Según avanzaba la investigación, empezaron a surgir casos de ictus, infartos, cáncer de mama… Tales resultados saltaron antes a las portadas de los medios que a la comunidad científica. La población se asustó y los médicos dejaron de prescribirla e, incluso, se arrinconó en la carrera de Medicina«, analiza Marimer.
¿El resultado? La hormonofobia ha provocado, según la AAEM, que más de 1,6 millones de españolas sufran peor calidad de vida por no usar la terapia hormonal. Sin embargo, en las revisiones posteriores se vio que el estudio tenía muchas lagunas… Por ejemplo, la edad media de las mujeres era de 67 años. Muchas fumaban o tenían sobrepeso.
«Además, los preparados de entonces están casi en desuso, por no hablar de las dosis», añade la experta. En resumen, no se pueden extrapolar esas conclusiones a la actualidad. Pese a todo, el recelo sigue vigente. Algo curioso cuando, España sigue siendo el país del mundo con mayor consumo de benzociacepinas -fármacos para dormir-, que provocan dependencia y otros problemas.
«También es llamativo que el cáncer de mama está más asociado al sedentarismo, el alcohol y los ultraprocesados que a cualquier hormona, pero seguimos demonizando la terapia«, subraya la ginecóloga.
Pero no todo son mitos negativos. Marimer Pérez recuerda que hay otra idea que conviene desterrar alrededor de la terapia hormonal. «No hay que relacionar este tratamiento con estar estupendas o verse mejor», subraya.
No en vano, esta idea fue la que hizo que décadas atrás se extendiera su uso de forma incontrolada. «Lo importante es que la terapia hormonal te hace encontrarte bien, evitar sofocos, calmar la sensación de angustia y, a largo, plazo, te ayuda a no caer en una osteoporosis precoz», añade.
En este sentido, en los últimos años se ha puesto de moda el llamado chip de la juventud. Se trata de un pequeño implante subcutáneo (pellets) que libera hormonas poco a poco.
«Por ahora no tiene control farmacéutico ni se conoce la dosis que va liberando», sostiene la ginecóloga. En cualquier caso, lo que menos le convence de esta solución es que alude a la idea de «antiaging o antienvejecimiento; cuando lo que hay que reivindicar es que es un tema de salud».
Por último, la colaboradora de Womanland se muestra tajante ante el estilo de vida que debe llevar una mujer para vivir en el tsunami de la menopausia. «El ejercicio, en concreto el de fuerza, es lo que más me ha ayudado a mí y lo que te hará mejorar más», resume.
Ayuda a metabolizar la insulina, protege los huesos, mejora el estado de ánimo… Del mismo modo, seguir una dieta saludable -sin azúcares ni ultraprocesados- y una buena suplementación son también fundamentales.
La ginecóloga concluye: «Son aspectos innegociables, entre otras cosas porque este es un momento para darnos prioridad a nosotras mismas y a nuestra salud».
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