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Los disruptores endocrinos se encuentran en muchos productos de la vida cotidiana. / Imagen: Andie Swim.
Salud hormonal
Marta León, experta en alimentación y salud hormonal, nos explica cómo estas sustancias químicas tan presentes en la vida cotidiana pueden afectar al sistema hormonal.
Por Sara Flamenco
16 de marzo de 2024 / 09:00
Es bastante probable que tengas ciertas nociones sobre cómo cuidar de tu salud a través de la alimentación y de la práctica habitual de ejercicio. Es normal, existen miles de artículos al respecto avalados por nutricionistas o por profesionales del fitness en los que te hablan de la importancia de las proteínas, de cómo seguir una alimentación equilibrada, de la diferencia entre el trabajo de fuerza y el cardiovascular… pero pocos, muy pocos, te enseñan la importancia de cuidar de tu salud hormonal.
Afortunadamente, cada vez hay más expertos que divulgan acerca de la importancia de mantener el sistema hormonal en correcto estado, pero todavía es un terreno poco conocido por los no versados en el tema. Por eso hemos hablado con Marta León, experta en alimentación y salud hormonal femenina, para que nos explique un poco más acerca de cómo cuidar de las hormonas puede incrementar el bienestar.
«Siempre digo que las hormonas se nos cuelan por todos los rincones, que se manifiestan tanto en nuestra forma de pensar como en nuestra manera de comer, digerir o de gestionar las emociones», afirma la experta.
Pero cuidar de tu salud hormonal es una tarea más complicada de lo que parece ya que existen ciertos componentes que están en el día a día de cualquier persona que afectan directamente a las hormonas. Estamos hablando de los disruptores endocrinos, un mal silencioso que acecha en cada esquina.
«Los disruptores endocrinos son sustancias químicas que desempeñan un papel sutil pero potencialmente dañino en nuestro sistema hormonal. Podríamos decir que alteran o interrumpen la sinfonía vital que hace que nuestro cuerpo funcione«, explica Marta León.
«Nuestro sistema hormonal es responsable de producir, transportar y regular una serie de hormonas que son cruciales para nuestra salud, que abarcan desde el crecimiento hasta la reproducción. Sin embargo, los disruptores endocrinos actúan como notas discordantes en esta sinfonía e interfieren con la melodía natural de nuestras hormonas», continúa explicando.
Según Marta Massip, profesora de los Estudios de Ciencias de la Salud de la UOC, el sistema endocrino es el sistema de comunicación interno del organismo que permite la conexión entre los diferentes tejidos y órganos mediante unas moléculas mensajeras que se llaman hormonas y que son secretadas por las glándulas endocrinas.
La comunicación entre tejidos y órganos es fundamental para que el organismo funcione correctamente y, por lo tanto, las hormonas tienen un papel muy importante en la salud.
Estas sustancias químicas son capaces de actuar como hormonas y, por lo tanto, pueden interferir en los procesos mediados por ellas, generar desequilibrios hormonales y desencadenar ciertos problemas, como daños en el sistema reproductor, en el sistema inmunitario, alteraciones del sistema neurológico o enfermedades metabólicas, entre otras.
Ahí radica el problema principal. Según Marta León, los disruptores endocrinos están en todas partes. «A menudo, los asociamos con pesticidas utilizados en la agricultura, y también, pero la sorpresa radica en su ubicuidad. También se encuentran en productos que usamos a diario, como productos de cuidado personal: cosméticos, jabones, champús y cremas, productos que asumimos que sirven para cuidarnos, pueden contener sustancias químicas que actúan como disruptores endocrinos», advierte. Y, evidentemente, el desarrollo industrial y tecnológico ha multiplicado nuestra exposición a estos tóxicos.
De hecho, el informe de la OMS-UNEP del 2012: Endocrine Disrupting Chemicals reconoce que cerca de 800 sustancias químicas son o se sospecha que son disruptores endocrinos. Estas sustancias incluyen productos presentes en alimentos (pesticidas, ftalatos, BPAs y compuestos fluorados presentes en los recipientes y utensilios de cocina), cosméticos (parabenos, almizcles sintéticos, benzofenonas), productos de limpieza (triclosán, parabenos), objetos domésticos (óxido de butil estaño, 4-MBC, COVs, BPAs, pirorretardantes bromados), productos industriales (disolventes, resorcinol), y un largo etcétera.
«Esta infiltración silenciosa se convierte en una preocupación significativa para la salud hormonal femenina, ya que, por un lado, las mujeres somos más sensibles a estos tóxicos (son liposolubles, es decir prefieren a las grasas y nosotras tenemos un tanto por ciento mayor de grasa corporal que los hombres) y además nosotras, en general, también tendemos a utilizar más productos de cuidado personal que ellos», nos advierte Marta León.
La exposición a disruptores endocrinos, especialmente durante el desarrollo uterino, parece estar relacionada con pubertad precoz, reducción de la fertilidad, problemas durante el embarazo, cáncer de mama, endometriosis y síndrome ovario poliquístico. Y de entre todos estos problemas de salud de la mujer, la endometriosis y el síndrome de ovario poliquístico (SOP) son los de mayor prevalencia en mujeres en edad reproductiva.
La endometriosis es un trastorno que se produce cuando el tejido uterino crece fuera del útero ocasionando dolor crónico pélvico e infertilidad. En cuanto al síndrome de ovario poliquístico (SOP) es una alteración del sistema endocrino que se caracteriza porque las mujeres que la padecen pueden mostrar problemas de anovulación, problemas menstruales, infertilidad, hirsutismo, obesidad y síndrome metabólico.
Es importante tener en cuenta que no hay un nivel de exposición seguro. «Más allá de las cantidades legales y supuestamente seguras que marca la UE, hablar de exposición tolerable a los disruptores endocrinos dependerá del efecto cóctel (es decir del uso combinado de productos) y del nivel de tolerancia de cada mujer, basado en su capacidad de eliminación», comenta León.
Para comprender la magnitud de este problema, es fundamental destacar la investigación pionera llevada a cabo por el Dr. Nicolás Olea y la Dra. Enriqueta Barranco de la Universidad de Granada. Su estudio examinó muestras de sangre menstrual de mujeres españolas y descubrió que el 100% de las muestras tenían niveles detectables de tres o más compuestos disruptores endocrinos.
«El cuerpo humano elimina estos tóxicos a través de la orina, heces, sudor, sangre menstrual (en el caso de las mujeres que menstrúan), pero también los acumulan y la capacidad de acumulación es única en cada persona», advierte la experta.
Por todo ello, es de vital importancia intentar limitar en la medida de lo posible la exposición a estos tóxicos en la vida cotidiana. Pero, ¿cómo? «La búsqueda de productos que utilicen ingredientes naturales y orgánicos es un buen punto de partida. Elegir productos naturales y orgánicos siempre que sea posible y la reducción de la cantidad de productos que se utilizan en el cuidado personal son medidas que pueden contribuir significativamente a proteger la salud hormonal femenina y, en última instancia, mejorar la calidad de vida», aconseja Marta León.
Marta Massip va un poco más allá: «Gestos sencillos como sustituir los recipientes plásticos por recipientes de cristal para nuestros alimentos o bebidas, fijarnos en las etiquetas de los cosméticos o productos de limpieza que usamos y optar por productos más naturales, utilizar materiales naturales para nuestras casas etc. tendrán un impacto positivo en la salud de la población en general y en particular en la de las mujeres».
Y como Marta León ha apuntado que no sólo influye la exposición a disruptores endocrinos, sino también la capacidad que tiene cada persona para eliminarlos de su organismo, cualquier apoyo que aportemos a nuestro cuerpo que vaya en esta dirección mejorará tu salud hormonal. «Ayudar a las vías de eliminación también va a ser clave. Por ejemplo beber suficiente líquido para eliminarlos mejor a través de la orina, tener una buena regularidad intestinal gracias a la ingesta de fibra natural o incluso practicar ejercicio físico (mejor si es al aire libre) porque el ejercicio ayuda al cuerpo a eliminar toxinas que no necesitamos», concluye la experta.
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