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Aunque aún no hayas pensado en ser madre, debes tener en cuenta que tu fertlidad cambia. FOTO: Sex and the City.

CUERPO

Lo que toda mujer debería saber sobre su fertilidad, sin prisas ni presiones

Saber cómo cambia tu fertilidad con la edad, qué señales ofrece tu cuerpo y qué opciones existen para preservar tu salud reproductiva puede ayudarte a tomar decisiones con mayor libertad y menos presión.

Por María Corisco

01 DE JULIO DE 2025 / 14:00

Quizá no estés pensando en tener hijos ahora —o puede que ni siquiera sepas si querrás tenerlos algún día—, pero conocer cómo funciona tu fertilidad es una forma de entender tu salud. Porque la fertilidad no es un interruptor que puedas encender cuando llegue el momento: es un proceso biológico complejo que empieza mucho antes de que decidas quedarte embarazada. Y cuanto más sepas sobre él, más herramientas tendrás para tomar decisiones informadas, sin prisas ni presiones, pero con conocimiento. Hablar de fertilidad no es solo hablar de reproducción: es hablar de ti, de tu cuerpo y de tus posibilidades.

Y, sin embargo, sigue siendo un tema del que apenas se habla entre las mujeres jóvenes, a muchas de las cuales nadie les ha explicado bien cómo cambia la fertilidad con los años ni qué factores pueden afectarla. Así lo señala el doctor Joaquín Llácer, director médico de las clínicas de reproducción asistida Ginefiv, que añade que, «aunque afortunadamente empieza a haber una mayor conciencia, todavía no podemos hablar de una verdadera cultura de la fertilidad. Muchas jóvenes priorizan con razón su desarrollo personal y profesional, pero a menudo desconocen cómo evoluciona su fertilidad con la edad. La salud reproductiva debería formar parte de la educación sanitaria básica, al igual que lo es la prevención de enfermedades o el cuidado de la salud mental».

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Los mitos en torno a la fertilidad

Este vacío de información no solo limita la capacidad de tomar decisiones con conocimiento, sino que también alimenta la proliferación de creencias erróneas sobre el embarazo, la fertilidad o las posibilidades reales de ser madre, advierte el doctor Llácer, quien explica cuáles son los mitos más frecuentes en torno a este tema.

  • Uno de los mitos más extendidos es «pensar que se puede posponer la maternidad sin límite gracias a la medicina reproductiva. La realidad es que la edad sigue siendo un factor clave, también en los tratamientos de fertilidad».
  • Otro mito frecuente es «creer que, si una mujer tiene la regla regularmente, su fertilidad está garantizada».
  • También persiste la idea de que «los problemas de fertilidad son casi siempre ‘cosa de mujeres’, cuando en realidad en casi la mitad de los casos hay un factor masculino implicado».

En este contexto, es frecuente creer que, en el momento en que se decide dejar los anticonceptivos, se logrará un embarazo de forma rápida y sencilla. Pero, cuando los meses pasan y el test sigue dando negativo, aparece la sorpresa, la frustración y, en ocasiones, una sensación de desconcierto difícil de gestionar. «Muchas mujeres dan por hecho que podrán quedarse embarazadas en cuanto lo decidan. Y, cuando eso no ocurre, el impacto emocional es muy alto. El desconocimiento sobre los límites biológicos de la fertilidad y sobre cómo influyen factores como la edad, ciertas enfermedades o el estilo de vida, hace que el diagnóstico de infertilidad llegue con sorpresa, frustración e incluso culpa. Por eso es tan importante la información y el acompañamiento profesional», explica el doctor Llácer.

Tres cosas esenciales que toda mujer debería saber sobre la fertilidad

  1. La cantidad y calidad de los óvulos desciende con la edad. «Lo primero que deben saber es que la fertilidad no es constante: empieza a disminuir de forma significativa a partir de los 35 años». Muchas mujeres creen que su capacidad para quedarse embarazadas se mantiene estable durante gran parte de su vida fértil, pero la realidad es distinta. Aunque biológicamente es posible concebir hasta la menopausia, la cantidad y calidad de los óvulos disminuyen progresivamente con la edad, y ese descenso se acentúa a partir de los 35 años. Esto no significa que sea imposible ser madre a esa edad o después, pero sí que las probabilidades son más bajas y los riesgos pueden ser mayores. Por eso es tan importante tener esta información desde jóvenes: para poder tomar decisiones informadas sin que el tiempo se convierta en un enemigo inesperado.
  2. Es posible conocer de antemano tu potencial fértil. «Asimismo, deben conocer que existen herramientas para conocer su reserva ovárica y su salud reproductiva, como un análisis hormonal o una ecografía». Pruebas como la determinación de la hormona antimülleriana (AMH), los niveles de FSH y LH, o una ecografía para contar los folículos antrales, permiten estimar tu reserva ovárica, es decir, la cantidad de óvulos que aún quedan disponibles en los ovarios. Estas herramientas no predicen si te quedarás embarazada con facilidad, pero sí ofrecen una valiosa orientación sobre tu salud reproductiva y pueden ayudarte a planificar con mayor conciencia. Igual que revisas tu salud cardiovascular o tu tiroides, conocer tu fertilidad debería formar parte de los chequeos habituales si estás pensando en ser madre algún día.
  3. Es posible preservar tus óvulos para más adelante. Además, «también deben saber que es posible preservar la fertilidad mediante la vitrificación de óvulos, una opción cada vez más utilizada para ganar tiempo sin renunciar a la maternidad en el futuro». Esta técnica permite congelar tus óvulos cuando aún tienen buena calidad, generalmente antes de los 35 años, para poder usarlos más adelante si lo necesitas. Esta opción ha abierto una puerta de tranquilidad para muchas mujeres que aún no desean ser madres o que se enfrentan a tratamientos médicos que podrían afectar su fertilidad. No garantiza un embarazo en el futuro, pero mejora significativamente las probabilidades frente a los óvulos que se obtendrían a edades más avanzadas. Es, en definitiva, una forma de ganar tiempo y conservar posibilidades.
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Tener esta información, concluye el especialista, «permite tomar decisiones con libertad y sin presiones, pero con conocimiento. Anticiparse es clave. No se trata de alarmar, sino de empoderar: conocer cómo funciona el propio cuerpo da la oportunidad de planificar, de pedir consejo médico a tiempo y de actuar antes de que aparezcan dificultades. Es un gesto de autocuidado que puede marcar la diferencia entre tener o no la posibilidad de ser madre cuando realmente se desee».

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